Ya se puede ir 2020 por donde vino. Los buenos pronósticos del año, con el turismo a tope, franca recuperación económica, la SG-20 (esta vez sí) a punto de terminar... Se vinieron de pronto al traste a finales de febrero. El SARS-COV-2, un coronavirus surgido en China y que sonaba a vaticinio apocalíptico de agoreros, estallaba en Segovia con una virulencia inusitada. Días negros de marzo y abril con todo el sistema pillado a contrapié, sin mascarillas, sin EPIS, con los médicos desbordados ante una enfermedad desconocida que llegó a matar a 10 segovianos en un mismo día, los más de ellos en los geriátricos. El 13 de marzo llegaba el primer confinamiento. Casi dos meses encerrados en casa, teletrabajando, telestudiando, cosiendo mascarillas y enterrando vecinos y amigos sin ni siquiera la posibilidad de darles un último adiós. Lucía Bosé, Javier Santamaría, Gerardo Salgado, Marisol Sacristán, Ramón Escobar, así hasta una macabra lista de más de 800... Añadan los ERTEs, una economía que se desmoronaba, colas y brutal aumento de la precariedad. El buen tiempo, la estructuración de un sistema de abastecimiento de lo básico trajo un aparente espejismo de superación de la epidemia. A finales de agosto volvía la cruda realidad familiarizándonos todos con términos como brote, PCR, positivo confirmado. Era la segunda ola, que con una ligera tregua entre noviembre y diciembre, vuelve a repuntar ahora. Si bien con una suerte de luz al final del túnel, las vacunas. Pasen y vean, 2020, un año para olvidar y que nos recuerda lo mucho que aún queda por aprender cuando pensábamos que lo sabíamos todo... o casi todo...
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