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¿Hacia una Segovia multiétnica?

Elena, su madre, y David, en el Hospital de Segovia.

A la 1:25 de 1 de enero nacía el primer segoviano del año, David. Grandón, de 3,7Kg, que nació por cesárea. Primer hijo para Elena Alina Staneicu y Claudio Tudor, familia rumana que lleva ya seis años residiendo en Nava de la Asunción. David es un nombre universal, aunque poco frecuente en Rumanía. “Le he puesto así porque me gusta como suena”, explica la madre, de 30 años y como el padre trabajadora del campo y natural de la provincia de Argeς (capital Pitesti), en la Valaquia.

Curioso, en la nochevieja de 2016 el primer niño fue Mohamed y en la de 2018 Yasín, ambos de padres marroquíes. En 2017 no hubo niño segoviano en nochevieja. El año pasado, Javier, de madre segoviana y padre de origen dominicano. Vale, matemáticamente no es una muestra para nada válida, por lo mismo podríamos entender que en Segovia solo nacen niños. Pero es sintomático, en cuatro nocheviejas, cuatro niños con al menos un progenitor forastero.

Más del 10% de la población de Segovia es extranjera. Pero si consideramos que en su mayoría son gente joven y excluimos al 50% del paisanaje fuera de la edad fértil, cabe prever que de aquí una década un 30% del personal tendrá padres forasteros. Naturalmente, considerando que finalmente se queden a vivir en Segovia, que no está ni mucho menos garantizado.

En general, con las excepciones que procedan, el trabajador inmigrante en Segovia ocupa la base de la pirámide laboral. Los trabajos más duros y peor pagados. Eso conlleva una gran movilidad. Segovia puede ser el primer destino en España de los inmigrantes, pero no es ni mucho menos el definitivo. Conforme se especializan, conforme van desarrollando una trayectoria laboral, los inmigrantes como todo quisque buscan la mejora laboral, y lo hacen no ya en términos nacionales, sino internacionales. Que tal primo bien colocado encuentra hueco en su empresa, pues allá que se van esté el primo en Berlín, Alcobendas o Polonia. Ya lo vimos durante la crisis inmobiliaria (2007-2014), en el desplome demográfico tuvo mucho que ver que ante la falta de expectativas laborales miles de familias inmigrantes se fueron. Cabe recordar que la población inmigrante llegó a suponer hasta el 18% en los “buenos tiempos”.

Entiéndanme, estoy hablando de tendencias, muchos se quedan (menos mal), pero hoy en día nacer en el Hospital de Segovia no supone tener todos los números para permanecer aquí. De algún modo, retener o no población, ya inmigrante ya autóctona, pasa por ofrecer buenas condiciones laborales. Tengo un amigo marroquí en el pueblo, de sus cuatro hijos, solo uno está en Segovia, el resto una en Cataluña, otro en Valencia y otra estudia en Córdoba. Dos se fueron porque encontraron mejores trabajos fuera, es decir, un perfil parecido al de cualquier otra familia segoviana. De cuatro sobrinos segovianos que tengo, tres trabajan en Madrid y uno en Valladolid. Así pues, más que una Segovia “multiétnica”, sea lo que sea, el futuro nos pinta una Segovia de pensionistas y viejos.

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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