REFUGIOS X: Chozo Aránguez (cabaña del Pastor) -y 2-
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Al abrigo del refugio podemos curiosear el paisaje que nos rodea y apreciar la diferencia paisajística con el refugio que se encuentra en la vertiente contraria de Peñalara: Zabala.
Mientras que en el sur madrileño del macizo de Peñalara se formó un circo glaciar -en realidad pequeñas lenguas- que dieron origen a varias lagunas, la parte de septentrión, Segovia, en la que nos encontramos, es más regular.
Ofrece un enfoque mayor de nuestro voluminoso macizo, desde distintos puntos de la meseta castellana. Cosa que no ocurre desde la vertiente de la provincia de Madrid.
Del mismo modo la visión desde los refugios es completamente distinta. Mientras en el Zabala la visión es más recogida, entre montañas, desde la posición del chozo la extensa meseta se abre a nuestros pies –ver Nota 4-.
El macizo de Peñalara, por su altitud -mayor en cuatrocientos metros sobre la media del Guadarrama, 2000 m- se presenta a nuestros ojos -vertiente norte segoviana-, como el gigante de la serranía.
Una elevación, monadnock en lenguaje técnico, que ha resistido los embates de la erosión, dada la dureza de sus materiales, mayor que en los terrenos colindantes.
Nuestra ‘Peña del Ara’ es, por su altitud el guardián de las últimas nieves del Guadarrama y hacedor de efectos geomorfológicos peculiares. Uno de ellos la cuestión de los glaciares y lagunas comentados en esta entrada.
En el caso de Peñalara no se trató de extensos glaciares de montaña como los que hoy vemos en los Alpes, sino más bien de glaciares que se limitaban a ocupar el circo en el que se acumulaba la nieve, originando, en el mejor de los casos, lenguas glaciares que se extendían valle abajo unos centenares de metros.
Aunque casi siempre se habla de las vertientes sur –Madrid– y norte –Segovia-, su disposición real es este-oeste. De ahí, la diferencia respecto al glaciarismo.
Las borrascas actuales, y las del Cuaternario glaciar, proceden del Atlántico -O-, acumulando la nieve a sotavento -E-. Además, la incidencia del sol del mediodía y el atardecer es mayor en esta vertiente, por lo que es más cálida, que en la oriental.
Si la vertiente madrileña tiene un singular e interesante muestrario de lagunas glaciares, la vertiente, en la que se encuentra el chozo Aránguez (o cabaña del Pastor), tiene la singularidad de parecer arañada por el paso del tiempo. Zarpazos verticales que se aprecian en la distancia y asemejan zanjas realizadas por un arado o máquina de repoblación descontrolada.
En realidad son canales provocados por la nieve depositada en altura. La excesiva acumulación da lugar a avalanchas de piedras que forman los regueros que observamos. El desgaste del terreno y el arrastre de la roca descompuesta del fondo da lugar a los regueros de derrubios –levées, diques naturales-.
Igualmente, si prestamos atención, en la parte baja (donde se encuentra el chozo), encontramos depósitos de piedras, a modo de abanico, provocados por estas mismas avalanchas.
Las rocas que observamos son ortogneises. Rocas metamórficas resultado de la transformación de rocas graníticas preexistentes por el efecto de altas temperaturas a las que se vieron sometidas durante la construcción de la cordillera Varisca.
Hace 380 millones de años la orogenia Varisca formó una cordillera que, posteriormente, daría paso a la cordillera Central.
Recuerdos de una excursión (F. Gila), año 1883.
Félix Gila, junto con el farmacéutico y botánico Blas Lázaro e Ibiza, vinculado a la Institución Libre de Enseñanza, y con el entomólogo Ignacio Bolívar y Urrutia, profesor del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, realizan una interesante excursión en la que recorren la zona de Peñalara.
(Posteriormente, en 1889, junto a José Rodao realizan una ascensión a la Mujer Muerta).
Uno de los días de la excursión deciden recorrer la zona que nos ocupa en esta entrada. Dejan atrás los Ranchos de los Judios y de los Corrales; siempre en línea paralela al arroyo Morete […] dejábamos a la izquierda y arriba los canchos del Cerrillo y de Mala Tierra, el puerto del Reventón y la Fuente del Infante, y a la derecha el pinar de Wamba.
Tras descansar en la Fuente de los Pastores, se desvían por el Cuartel de los Llanos de la Cantera hacia la vereda de Quebranta Herraduras, accediendo por la majada del Tío Blas, paralelos al arroyo Carneros.
Más tarde se acercan a la laguna de Peñalara:
Al tocar las aguas de la fantaseada laguna, noté el vacio de las ideas que marchan ante la realidad al sentir la baja temperatura que tienen y dirigir la vista enrededor, solo vi una no grande superficie del líquido elemento, bordeada de voluminosos trozos de granito, y procedente de los ventisqueros que coronan las alturas. El descenso a La Granja lo realizan siguiendo el lecho del arroyo Carneros, rodeando el pinar de Wamba hasta llegar a la tapia de los celebrados Jardines.
(El cuartel indicado como Llanos de la Cantera, no lo encontramos en la división de los Montes de Valsaín. Podría comprender el paraje de los Regajos Llanos, por bajo y cima de las Buitreras, propiedad de particulares como indica el plano de los ‘Alrededores de San Ildefonso’ de Breñosa y Castellarnau.
En el paraje de Cerro Pelado o Cabeza Grande de la Sauca había unas canteras, según relata Carlos M. Manuel Valdés en un interesante trabajo, ‘Estudio histórico-Selvícola del Monte de Valsaín, (s. XVI-XX)’.
Con estos datos hemos recreado un posible trazado del recorrido en el plano indicado -ver plano-).
Del relato de la excursión nos interesa principalmente la descripción que realiza Gila de un nevero. En concreto el ventisquero Ansías que se origina en Quebranta Herraduras. Escribe Gila:
Esta cantidad de nieve, acumulada por el transcurso de tantos años, tiene una superficie de treinta metros por ocho próximamente, no atreviéndome á calcular la profundidad; la consistencia de la nieve es tal, que piedras de mucho volumen, echadas á rodar, apenas si dejaban huella de su paso por tan endurecida masa. Desde este punto al sitio en que tocan las provincias de Madrid y Segovia, media un kilómetro de subida con una pendiente algo mayor de 45 grados. El aspecto que presenta Peñalara, visto desde esta provincia, es una superficie continuada, aunque pedregosa; desde el otro lado, la decoración es completamente distinta; la interminable cuesta del lado norte se ha trocado en espaciosas llanuras cubiertas por enormes piedras arrastradas por la nieve en su constante deshielo. Las mesetas de la cumbre son cinco y en ellas están colocadas muchas lagunas, siendo las principales las de los Pajaros y Peñalara.
Más información en el libro ‘El Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, cumbres, paisaje y gente’ (cap. 9 Juan Pedro Velasco Sayago y Luis Carcavilla Urqui)
Aunque siempre podemos encontrar una escusa para darnos un paseo hasta esta bella atalaya de la meseta castellana hay, desde hace unos años, un día interesante para acercarse. Se trata de la prueba de carrera de montaña ‘Kilómetro vertical de Peñalara’.
Hasta el año pasado -2014- se realizaba una impresionante subida en vertical desde las inmediaciones del chozo hasta la cumbre. En 2015 el trazado, por normativa de conservación del Parque Nacional, ha variado el recorrido encaminándose hacia el collado de los Neveros. La prueba se celebra en el mes de agosto y en la Red podemos encontrar información fácilmente.
Pero núnca henos de olvidar las condiciones del terreno y las climatológicas a las que nos podemos enfrentar y, sobre todo, ir equipados para prever cualquier imprevisto.
Relación de reseñas de refugios publicados:
Zabala (Peñalara).
Giner (La Pedriza).
Siete Picos, Maliciosa, ‘Dos Castillas-SDE’ (Puerto de Navacerrada).
Deportiva Alpina Segoviana (Puerto de Navacerrada).
Puerto de Navafría.
Chalet ‘Peñalara’ (Fuenfría, Cercedilla).
Puerto del Reventón (La Granja-Rascafría).
Cabeza Lijar (Peguerinos-San Rafael).
Cueva Valiente, La Salamanca, La Naranjera y pinares de Peguerinos.
Peña Citores o del Cancho.
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