“Y se tumbó, la frente al cielo, sobre / cama de piedra… / Cinceles de agua y viento, / en la recia altivez de la roqueda / tallaron cabezal de duro filo / para posar la testa / zumbada del aroma de los mundos, / tarumba del reír de las estrellas…”.
Los versos del cronista segoviano Mariano Grau, nos espolean al hablar de la sierra de la ‘Mujer Muerta’. Figura que podemos contemplar desde distintos puntos de la geografía segoviana.
Siempre es interesante recorrer su perfil, aunque una buena ocasión puede ser el tercer domingo de febrero. Este día se celebra la clásica ‘Travesía Invernal’ organizada por el segoviano ‘Grupo de Montaña Diego de Ordas’.
Este año, el domingo 16 de febrero, cumple su XLI edición. Como cada año las cordadas participantes ascenderán y recorrerán, partiendo del paraje del complejo de ‘El Panorámico’ (1.121 m.) en La Losa, la silueta de nuestra dama, terminando en la estación de ferrocarril de Otero de Herreros.
Para ampliar información de la marcha y su ruta nos remitimos a la página electrónica del Grupo de Montaña. (Recuerden los interesados que es una marcha federada e invernal).
Nuestro interés se centrará en algunos datos sobre esta travesía invernal y dos historias asociadas al recorrido por la ‘Mujer Muerta’.
En una entrada posterior comentaremos una ascensión realizada a finales del siglo XIX, por algunos personajes segovianos: Una ascensión a la ‘Peña del Oso’ 1885.
La Marcha y su recorrido.
Miguel Pablo Valverde Giraldo recuerda que junto a César Mosteyrín Castillo, en 1973, estudiaron posibles rutas para el recorrido, con altímetro en mano y descendiendo posteriormente con esquíes a la estación de El Espinar. Otras informaciones apuntan a que en 1971 ya se cocía el itinerario. En sus albores el recorrido empezaba en el Puerto de Navacerrada. La organización corría a cargo del Grupo de Montaña Pedro Acuña de la OJE.
Se llegaba en autobús al puerto con salida del Albergue Juvenil ‘Francisco Franco’. El recorrido inicial era: Puerto de Navacerrada, Camino Schmit, Cerro Minguete, Mujer Muerta, La Losa. Dado el mal tiempo y las placas de hielo que encontraron en la primer marcha (para lo que no iban equipados una gran mayoría), hubo de desviarse por el pinar de La Acebeda y acabar en Revenga.
En total participaron una treintena de montañeros. El delegado de la Federación Castellana de Montañismo era por entonces Juan Bautista Mullor Esteban. La anécdota la protagonizó un perro pastor alemán, propiedad de Carlos Antequera, que se perdió y nunca apareció.
Posteriormente, pensando en el desplazamiento de participantes, la marcha comenzará en la Estación de FFCC de Navas de Riofrío-La Losa. Se partía por el cordel que lleva a la Cañada Real de la Vera de la Sierra desde donde comenzaba la ascensión. El descenso buscaba la vertiente del valle del río Moros, para seguir la pista de los pantanos por Las Paneras y terminar en la Estación de El Espinar.
Años más tarde se opta por cumbrear la Sierra de Quintanar, subiendo a las Peñas de la Majada para terminar descendiendo a la estación de Otero de Herreros.
Actualmente, se parte del complejo ‘Panorámico’, en término de La losa. Aunque se termina en la estación de Otero de Herreros, se ha desviado el recorrido, en el tramo final de bajada, solventando el paso por una finca privada.
El entusiasmo y la buena organización que realizan los miembros del G. M. ‘Diego de Ordas’, con su presidente Javier Llorente a la cabeza, han hecho de esta travesía, una clásica de los Calendarios Federativos.
Siendo habitual la presencia de montañeros de Madrid, Ávila, Béjar, Salamanca, Plasencia… y otros puntos de la geografía nacional, amén de muchos segovianos.
La Cruz de la Pinareja
Hace unos años escribí sobre la cruz situada en la cabeza de la ‘Mujer Muerta’ por una causa que, como mínimo, nos deja perplejos, confusos, desconcertados. Un grupo de montañeros nos alertó de su desaparición.
Colocada hace años, era motivo de alegría, cuando se alcanzaba la cima. Más, si se echa encima la niebla, fenómeno que a veces es inesperado. Era un punto de referencia esencial para situarse.
Entonces quedó escrito y no voy a enmendarlo, que esperaba que la acción, incomprensible para mí:
“[…] haya sido el acto de algún descerebrado con un desmedido ímpetu iconoclasta y se pueda encontrar la misma”. De no ser así, comenté que “empieza a preocupar el afán de ‘limpieza’ que muestran algunos y que puede terminar en una absurda lucha de quita y pon”.
Sin querer entrar en ningún dogmático debate, me separo unos metros de la cruz, que es metálica, y abro la brújula para intentar orientarme. Sólo aspiro a entretener con algunas historias.
La cruz fue colocada en julio de 1969 por el ‘Grupo de Montañeros Virgen de los Claveles’. Grupo que giraba en torno a la academia de idiomas ‘Eurolenguas’ y la figura de Jaime Alpens Gasparini ‘el francés‘; él fue quien la encargó. En uno de sus brazos figuraba la inscripción “ANTON FUENTEMILANOS”.
La cruz, fabricada con dos vigas de hierro remachadas, la realizó Antonio Antón Tabanera, de Fuentemilanos. Si, como hemos comentado alguna vez, las anotaciones serranas que conservo son correctas, se ayudaron de la mula de un pastor para depositarla en la recia altivez de la roqueda.
Para la ocasión se editó un tarjetón que hacia alusión al evento y ese mismo mes se celebró la “primera subida nacional Azoguejo-Mujer Muerta”. El ganador de la subida sería:
“[…]aquel montañero (o montañera) que más se aproxime a la hora que figura consignada en un sobre lacrado depositado en la cruz que en fecha reciente se instaló en la cabeza de la Mujer Muerta […]”.
Una vez finalizada la subida se designó “Flor del Refugio” a la señorita Mary Luz Contreras. Según las crónicas en el lugar se estaba habilitando un refugio, suponemos que más lugar de vivaqueo que refugio al uso. Estos actos, abiertos a todos aquellos que lo desearan, podemos considerarlos como colofón de la colocación de la cruz; terminaron con un concurso de jotas.
El Oso de la Peña.
Comenta una crónica, firmada por Gregorio de Andrés, que el oso grande que podemos ver en el geodésico de la Peña del Oso (2196 m.) fue colocado el 2 de julio de 1978. Su nombre es Helios, en recuerdo del chaval de 4 años que subió ese día desde el Puerto del Pasapán.
Se puso en recuerdo de las cacerías de Alfonso XI y fue donado por doña Asunción Fernández del Amo.
Posteriormente se ha instalado a su lado un oso más pequeño. No sabemos si será descendiente del mayor.
Tampoco parece que la familia de los ursidae tenga muchos especímenes por La Sierra de Guadarrama, pero como la ciencia está tan avanzada, quizá la inseminación artificial o los adelantos científicos en materia de clonación… quién sabe.
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