El río Eresma y los Spa de antaño (y 2)
La Playa de las Arenas.
Hace una década, gracias a Fondos Estatales de Inversión, se acometió un proyecto, a priori, interesante: la restauración medioambiental y paisajística de Las Arenas.
Ambicioso proyecto que trataba de acondicionar uno de esos espacios, abandonados, pero que fueron referencia de lugar para el respiro y el descanso de los segovianos de mediados del siglo pasado.
Labor que se realizó con el buen tacto, criterio y profesionalidad de los técnicos y funcionarios del servicio de la concejalía de Medio Ambiente del Ayuntamiento capitalino.
Cualquiera puede darse un paseo, desde los jardines del Cementerio hasta Las Arenas, y comprobar lo dicho.
El camino está cortado al tráfico rodado, salvo para los servicios de mantenimiento y los de la pequeña central eléctrica, muchos años abandonada, que se sirve de aguas represadas en el paraje que tratamos.
La senda comienza al final del carril-bici del parque del cementerio. Una vez en campo abierto comienza el descenso hacia Las Arenas.
Una fila de reverentes chopos nos encaminan hacia nuestro destino en el que destacan las antiguas torretas de mampostería que sostenía el pequeño poste que transportaba los cables de la luz.
La vía, toda ella jalonada de abundante vegetación, especialmente arbustiva (zarzamoras, majuelos, rosales silvestres…), es de arena compactada.
Se acondicionó con una cuneta y registros de paso de aguas. Así mismo, un cercado de madera y grandes piedras de granito sirven de malecones para el gran desnivel de las laderas del río Eresma y, de paso, de buen asiento para un descanso en el camino.
Llegando a nuestro destino, como ya vimos en la primera parte de esta entrada, pasamos una pequeña central eléctrica con su presa, hoy zona cercada.
Antaño, en ella, tenían su base y entrenaban los piragüistas segovianos. Además permitía buenas brazadas a los nadadores más expertos.
El acondicionamiento que realizó el municipio, a mediados de los sesenta, para playa de tipo popular, fue la consecuencia de una necesidad.
Como, aguas arriba de la presa de luz, que existe en este paraje, el líquido elemento se remansa y crea una zona con profundidad suficiente para practicar la natación o, al menos, para poner el cuerpo a remojo… el municipio decide acometer un plan para la zona.
Un acuerdo del Pleno del Ayuntamiento se refiere a la extrema conveniencia de realizar un ordenamiento por ser lugar que viene siendo frecuentado por un numerosísimo sector de la población para expansiones de esta clase…
Desde pequeños, me atrevería a decir que en pañales, más de un segoviano ha chapoteado en las charcas del río Eresma a su paso por la zona y, en sus bodones, han dado las primeras brazadas algunas generaciones.
Familias enteras cargaban bártulos y los fines de semana, la romería desde El Peñascal, por el camino que desciende a media ladera, dejando por bajo el embalse de Los Molinos, era una competición de niños y padres cargados de bolsas repletas de cazuelas, fiambreras, botellas de gaseosa y otros espiritosos junto a sandias y melones.
La sandia era la reina, se ponía a refrescar junto a las botellas nada más llegar. Sandia que por mor del cabeza de familia había de ser la más grande del puesto de Varela y a Dios pongo por testigo que, casi siempre, tocaba al niño cargar con ella, realizando mil cabriolas para que no terminara rodando por los suelos.
El Acta definitiva de recepción de las obras se realizó el 28 de julio de 1966 a las 9 de la mañana.
Los acuerdos del plenario preveían el arreglo de las márgenes del río, creación de bosquetes con arbustos de rápido crecimiento, limpieza y reparación del camino de acceso desde El Peñascal, excavación y explanación de tierras en playa, y también la construcción de un pabellón de vestuarios de 64 m2, otro para aseos y una pequeña caseta-bar, con su almacén y cocina…
Los bancos de piedra que se colocaron eran objeto de fervorosa devoción y eran ocupados a primera hora del día.
Doce bancos que en mayo de 1965 estaban a disposición del consistorio en la cantera detrás del ventorro Mocheta.
Es interesante observar cómo, aún sin ejércitos verdes, la preocupación por prácticas medioambientales y la seguridad estaban latentes, al menos, en algunos organismos estatales.
He aquí algunas matizaciones de la autorización de la Delegación de Pesca Fluvial:
[…] no se verterán materiales ni escombros al río; advertencia a los usuarios de prohibición de pesca a mano; limitación de zonas de baño bajo control con zonas acotadas; vigilancia para avisar a la guardería de cualquier anomalía; no se modificará la vegetación de márgenes ni el lecho fluvial […]
La financiación de antaño, como el acondicionamiento de hace una década, corrió a cargo del Estado.
En el punto quinto del acuerdo indicado se dice: Que las obras se financien con cargo a la ayuda económica… a recibir a través del Excmo. Gobernador Civil… Entonces el presupuesto fue de 591.380,73 pesetas.
La posterior restauración paisajística de hace una década fue de 199.964 euros.
Actualmente, la zona está limpia de desperdicios. Abandonados los edificios que se construyeron y una vez desescombrado todo, la abundante vegetación campa a sus anchas de forma natural.
Grandes bloque de granito sustituyen y adornan todo el área, haciendo un gran servicio, como asiento, al paseante.
Como se puede observar en alguna de las imágenes que ofrecemos, aún quedan restos de los infinitos dibujos de animales, dibujados en las rocas, por algún aficionado a decorar el paisaje. Pinturas que campaban por las laderas de todo el valle.
Y, para morriña de los más mayores, donde antes se remojaba el peque, ahora surca las aguas el elegante ánade real.
Antes de continuar aguas arriba, siempre nos hemos preguntado de dónde vendría el nombre de este paraje: ‘Las Arenas‘.
Sencillamente era un punto de extracción de arenas para distintos usos. Conocemos interesantes fotos, fechadas en los primeros años 50, en las que se ve alguna reata de mulas que cargan o lomos cajas llenas de arena sacada de esta zona.
Río Eresma, aguas arriba de Las Arenas.
Corriente arriba, los más osados disfrutaban de otros bodones y chorrancas más solitarios a caballo con la linde de Palazuelos de Eresma.
Desde el barrio del Peñascal, el antiguo camino del Ángel del Molino, nos llevaba a los Polvorines. Zona militar, destinada al depósito de explosivos, lejos de la zona habitada de la ciudad. En estas instalaciones más de uno ha sostenido el ‘chopo’ en guardias y retenes.
Desde este punto se accedía al paraje denominado de los Tres Chorros. Un sendero, bien marcado en la ladera, descendía hacia las ruinas del Molino del Batán.
En este punto, distintas pozas y algunos espacios más o menos amplios, en la ribera, permitían el asentamiento de algunas familias o grupos de amigos.
El mejor, un pequeño salto de agua natural de tres chorrancas, que formaba un aceptable bodón que hacia las delicias de avezados e intrépidos saltadores.
Continuando por la carretera de Palazuelos de Eresma, algunas familias accedían a la zona de la antigua fábrica de cartón: La Cartonera.
Y ya más alejado, el paraje de el Güisqui era coto de familias andarinas. Había que echarle ganas; cuatro kilómetros de ida y otros tantos de vuelta, según la zona de procedencia de la ciudad, no nos los quitaba nadie.
Recordar que el avituallamiento para pasar la jornada acompañaba a las familias. Tener medio de locomoción mecánico era un sueño para la mayoría de las familias de la época.
Una piscina municipal.
Decía un político de la época que:
“[…] mientras llega la piscina, se aprovecha cualquier lugar del río”. Así era.
Según su teoría, “luego, se evitarán los largos desplazamientos y los peligros…”, cuestión de opiniones. Ambas cosas no tenían por qué ser incompatibles: piscina y río.
La piscina llegó y también un embalse. El río poco a poco quedó relegado. Un río, el Eresma, hoy impensable para el baño en los meses de verano, en las cercanías de la ciudad.
El famoso caudal ecológico del embalse del Pontón Alto, que recoge aguas de los ríos Eresma y Cambrones –Ver Nota 1-, queda, parte del año, en micción de minino.
Es lo que hay. Habremos de conformarnos con las piscinas, los Spa y si hay suerte y dinero, el mar. Aunque siempre hay quien chapucea en el embalse, mientras las autoridades competentes lo permitan.
El embalse del ‘Pontón Alto’, pasó más martirios que pasó San Sebastián. Vamos como los pantalones del señor Fermín que canta el Mester de Juglaría.
En el año 1973 los cortes de agua se producían de 11 de la noche a 7 de la mañana, la situación era insostenible. En 1975 la polémica situación revienta.
¡Busquemos el lugar para un nuevo pantano!: que si el Vado de la Reina, con la oposición frontal de Patrimonio Nacional; que si el Pontón; que si ampliación de Puente Alta en Revenga… Manaban ideas como Navalcaz o Navalrincón, y corrieron ríos de tinta y papel.
En los 80 la alcaldía, con José Antonio López Arranz a la cabeza, se decantaba a favor del Vado de la Reina, el PSOE del Pontón y UCD como amalgama de partidos, quedó pensando… hasta hoy.
Finalmente, y tras un último susto en el que hubo que elevarse metro y medio el Puente Segovia por errores de cálculo, se procedió al llenado el 2 de noviembre de 1993.
La inauguración, tuvo su consiguiente pompa ministerial y polémica política protocolaria, por no variar. Unos fueron y otros no.
En la actualidad, pasados los años, los sabores y olores del agua que a veces mana por nuestros grifos, desentierran otros proyectos de antaño y tenemos nuevamente en jaque los pantalones del señor Fermín, digo a los políticos y el embalsado de aguas (antiguo proyecto del Ciguiñuela).
Continua: Anexo ‘Spa’ en otros ríos de la provincia.
24 agosto, 2017
Gracias por estos recuerdos, que para muchos segovianos siguen en nuestra memoria como parte de nuestras vidas, había tanto que decir de estos parajes , aqui hicimos amigos , novias, merendamos, pescábamos, salíamos con mataduras en las piernas ….era parte de nuestra vida diaria estival , se podrían escribir tantas historias .
25 agosto, 2017
Gracias Macario, esa es nuestra intención: recordar y no olvidar nuestro pasado más reciente. Efectivamente, una enciclopedia de podría escribir 😉 saludos, jp
29 junio, 2019
Yo viví allí en las casa que klein tenía en las arenas
mi padre trabajaba en la central electrica,cuando fuí tenía un año y me fui pasados bastantes años ya adulto
Recuerdo a los 2 señores que sacaban la arena del rio con burros y la apilaban, de ahí, lo de las arenas, el rio era de aguas cristalinas y habia truchas enormes, luego hicieron las casetas Bar vestuario y WCS, los fines de semana la gente iba a bañarse y se llevaban la manta y la comida y un barreño con hielo y bebidas. Qué tiempos aquellos! Ahora el agua esta sucia, no hay casi gobios, ni bermejas,y baja poca gente. Yo cuando voy siento nostalgia pase muchos año allí mi niñez fue en ese lugar. Gracias por colgar esas fotos , seguro que en alguna estoy yo , pues no salia del en todo el día.
30 junio, 2019
Gracias por el comentario Miguel.
30 junio, 2019
Excelente reportaje.
1 julio, 2019
Muchas gracias José.
17 mayo, 2020
Estaría bien un proyecto del Ayuntamiento para habilitar una senda de paseo completa desde La Loza hasta Las Arenas. Desde allí hasta Los Polvorines e incluso hasta el puente de la variante, la senda existente es más “rompepiernas”, pero existente. No hablo de hacer un camino como el actual de acceso a Las Arenas, sino de marcar adecuadamente una senda de un metro de ancho para que sea más seguro el paseo por ella.
17 mayo, 2020
Totalmente de acuerdo, el estudio de una sencilla senda, quizá a media ladera, no sería mala idea.
3 mayo, 2024
En la década de los 40 y 50, los chavales que vivíamos en la calle Batanes y el barrio de El Salvador, íbamos en el verano a bañarnos a Las Arenas, que cubría muy poco, al bodón de las Señoritas, aguas abajo de la fábrica de la Luz de las Arenas, y a Los Molinos. En este último creo recordar que hubo más de un accidente, incluso algún muerto, al tirarse de cabeza y golpearse con alguna roca del lugar. En la presa de la Luz de las Arenas, se ahogó un interno de colegio Claret, que se escapó para bañarse en este sitio, década de los 50.