Una paella en el puerto de El Reventón
(Serie la Granja, 3. Ampliación Entrada Camino del Puerto de El Reventón)
Una paella en el puerto de El Reventón.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Pero hay veces que nos empecinamos en poner palabras a la imagen y eso es lo que pretendemos hacer con esta foto de principios del siglo XX.
Está tomada en el puerto del Reventón como indica el pie de la misma. La instantánea fue realizada por Campúa. La casualidad quiso que cayera en nuestras manos y la curiosidad nos llevó a intentar descubrir algo sobre ella.
José Demaria Campúa fue uno de los principales fotógrafos de prensa de su época. Acompañó, junto al cronista García Mora, al rey Alfonso XIII en su famoso viaje a Las Hurdes; fueron los únicos periodistas que pudieron cubrir este evento.
El puerto tiene un fuerte desnivel y es duro. El Itinerario Militar de 1867 lo define como:
“[…]subida malísima desde Rascafría… es de herradura y de difícil tránsito por lo áspero y montañoso del terreno que atraviesa […]”.
Lo mismo dicen los que describen el lado contrario desde La Granja de San Ildefonso. Recordemos las palabras del cronista Ildefonso Rodríguez:
“[…] y saliendo por la del Campo, la del alba sería, emprendió la cabalgata la penosa subida hasta el último pino […]”
En la misma línea descriptiva, el geógrafo Pascual Madoz:
“Camino de herradura malísimo y de una subida tan pendiente y penosa que de ahí ha tomado el nombre [Reventón] con que se distingue”.
Su fuerte desnivel hace de él un paso olvidado en las comunicaciones entre ambas vertientes serranas.
El pie de foto completo dice: “La oficialidad del Batallón de Las Navas comiendo una paella en el puerto del Reventón”.
El Rey Alfonso XIII, tocayo del XI que en su Libro de Montería -siglo XIV- ya menciona el puerto, pasaba los veranos en La Granja y con su presencia, el Batallón indicado que realizaba ejercicios de tiro por la zona.
Operaciones de orden abierto por los sitios más abruptos de la sierra:
Expediciones a la Cruz de la Gallega, subida al puerto de Navacerrada, tiro al blanco, “excursión al pintoresco puerto del Reventón”…
Excursión, a la que en un principio, las crónicas indican:
“[…] el Rey presenciará los ejercicios, y será muy probable que también almuerce allí […]”.
El almuerzo era una paella, pues fueron invitados los periodistas que cubrían las maniobras y así lo hacen constar los periódicos.
El puerto del Reventón era uno de los lugares elegidos por la aristocrática colonia granjeña para sus salidas camperas, descendiendo a veces hasta El Paular en el valle de Lozoya. Son varios los testimonios gráficos que así lo atestiguan.
Una reseña de las maniobras militares realizadas, el día de nuestra foto, indica:
“[…] los bravos cazadores de Las Navas, que se hallan actualmente de guarnición en el Real Sitio de San Ildefonso” empezaron a las diez y media de la mañana, saliendo una compañía, franca de servicio, de 120 hombres al mando del capitán Manuel Guirao y de los tenientes Pedro de la Plaza, Antonio Calpena y Luis Sotos. A caballo acompañaron a los expedicionarios “el ilustrado jefe del batallón, señor Agulla, el Comandante López Nuño, el médico Las Marías, todos los oficiales sin servicio y el teniente Baraibar, de la Guardia Civil, que presta sus servicios en La Granja”.
Se destacó la vanguardia, se desplegó parte de la compañía en guerrilla y simulando operación de campaña practicaron reconocimientos por el monte.
Siguen refiriendo las crónicas:
“[…] tanto la oficialidad como la tropa, demostraron un grado altísimo de instrucción […]”.
Según el cronista fue brillantísimo y admirable en extremo contemplar los ejercicios:
“[…] soldados que con sus roses con cogotera y su funda blanca y sus equipos de campaña, evolucionaban con soltura, marcialidad y precisión matemática […]”.
Pero como tras la tempestad viene la calma, o lo que es lo mismo, tras el esfuerzo el descanso y el almuerzo. He aquí el alma de nuestro retrato:
“Sobre la una y cuarto… se dispuso el almuerzo de la tropa, formando ésta grupos de á siete individuos… la paella que éstos almorzaron, se componía de arroz, patatas, chorizos y carne. Por separado de la tropa, pero á la inmediación de ella, se dispuso el almuerzo de la oficialidad é invitados. Estos, que eran los señores Barber, Campúa, Zárraga y Guerra, llegaron en los característicos blases al punto de descanso, poco después de las dos… inmediatamente, después de llegar los periodistas, se sirvió el almuerzo”.
¡Toma detalle! casi una hora esperando a los ‘plumillas’, cuando todos sabemos que la paella ‘se pasa’ y no es lo mismo. Un Consejo de Guerra se merecían, con el agravante de subir a caballo -en ‘blases‘-.
Por cierto, no sabemos si Su Majestad llegó a comer con ellos como indicaban los primeros informes.
De todas formas ¡Buen provecho!
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