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Una cárcel cultural

Dentro de lo sectarias que son estas cosas, me parece estupendo que se dediquen cuatro celdas de la vieja cárcel, La Cárcel Centro de Creación, a recordar a los represaliados por el franquismo, ya de paso, por los nazis. Hombre, no estaría de más recordar también a los represaliados por el Frente Popular, pero se supone que estos ya tienen su “memorial” en San Agustín, y allende la sierra, en el Valle de los Caídos (aunque sin Franco pierde, la verdad).  En fin, no quiero meterme en valles ni jardines. Lo que quiero es proponer que se intervenga en unas pocas celdas más para recrear el día a día carcelario. Visitar un par de “chabolos” tal como fueron, un poco de explicación de cómo era la vida dentro, y ya que estamos, una celda recordatorio de la fuga más sensacional del sistema carcelario español, la de 24 militantes de ETA y cinco de la izquierda catalana, que se saldó con 24 capturados, un muerto, Oriol Sugranyes, del Movimiento Ibérico de Liberación, y tres evadidos.

También habría que listar a los cacos celebrados que por ahí pasaron. Creo que ni el Lute ni el Vaquilla, los dos íconos del sistema penitenciario, estuvieron ahí. Lástima. Pero alguno habrá. Alguno que nos recuerde que la justicia es una herramienta de resolución de conflictos para la preservación del statu-quo, y que como tal, los que no tienen statu-quo, los pobres, están y estarán siempre mucho más expuestos al rigor de la justicia que, pongamos por caso, los ejecutivos de bancos y cajas de ahorro.

La vieja cárcel es un lugar imponente, de lo mejor de Segovia. Es un logro personal de Clara Luquero, que primero como concejala quiso salvar ese espacio, y luego como alcaldesa lo ha consolidado. Corría 2010 cuando el entonces alcalde Arahuetes captó cerca de 900.000€ para rehabilitar parte de las galerías y construir los dos pabellones, sala Ex-Presa y Julio Michel. Luego, partidita a partidita, de mil en mil, Luquero ha ido completando un proyecto al que aún le queda obra de remate.

Recuerdo que cuando la entonces concejala lanzó su cruzada de conversión de la vieja cárcel en centro cultural, muchos pusimos el grito en el cielo. Otra culturetada, otro gasto más. El edificio, visto desde fuera, era cutre a más no poder, y el emplazamiento, ideal para unos nuevos juzgados o un centro de congresos. O pisos.

Cambié de opinión cuando tuve la ocasión de recorrer las lóbregas galerías, enfrentarme al agobio de tanto barrote y cerrojo. El ambiente era opresivo, imponente. Increíblemente -bueno, increíblemente no-, la prisión parece salida de una película carcelaria de los años 30 que te llena la cabeza de dramas personales, de vidas quebradas, de burocracia al servicio del control. No sabía, ni sé, muy bien como llevar aquellas galerías a centro cultural, pero desde entonces soy un ferviente defensor de su mantenimiento. Me gusta, me impone, me emociona.

El cine supo ver enseguida el potencial. De 13 Rosas a Torrente, de Intruders a Secretos de Estado, la vieja cárcel se ha convertido en el set de rodaje más recurrente de Segovia, ha desbancado a cualquier otro edificio, y hablando como hablamos de Segovia, reconozcan que tiene su mérito. Eso da dinero, genera actividad… Pienso que a no tardar la cárcel será una Almería del cine carcelario internacional. Está perfecta para rodar, céntrica, al lado de Madrid, y los extras segovianos, a 60€ el día, ofrecen savoir faire, que tengo parientes, amigos y hasta un socio con más currículum que muchos ganadores de los premios Goya. Espacio limpio, despejado, es poner una cámara y comprar quince pijamas a rayas, y sale un cuarto de película.

Pero sobre todo es un espacio digno de verse y recorrerse. Galería arriba, galería abajo, rodeado de barrotes, meditabundo va uno sobre la miserable condición humana, que nos impone quitar la libertad a unos para que otros la disfruten. Sugiero también sistematizar un horario de visita. Irrumpir con fuerza en el turismo carcelario, con un corner shop en el que comprar la discografía de Los Chichos, uniformes blanquinegros, bolas y cadenas, los grandes hits de la literatura taleguera y la novela negra…

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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2 Comments

  1. Marcelino Camacho pasó por la cárcel de Segovia, por ejemplo 😉

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  2. El desconocimiento de la historia es lo que tiene. Y sí, además, se hace un recorrido como un turista japonés, pies se pierden matices… muy importantes.
    Se habría observado cómo ahí estaba documentada la principal fuga de presos en la historia reciente de este país:
    Los más de setenta presos segovianos fugados entre los 795 que salieron una noche de mayo de 1938. Cumplían condena en la Prisión-Fortaleza de San Cristóbal, cercana a Pamplona. La busca y captura de los fugados provocó la muerte a 207 de ellos. Entre las víctimas hubo una veintena de segovianos si computamos a Antonio Casas -de Bernardos-, ejecutado uno meses después junto a otros 26, que fueron condenados como presuntos cabecillas de la fuga.
    Mi abuelo murió allí, de enfermedad, dos noches antes de la fuga.
    El rigor periodístico de María Romero Mayor, al narrar ese episodio, ha obtenido el último premio Cossio y la entrega del premio se ha realizado en el Miguel Delibes de Valladolid.
    Frivolizar es otra cosa.

    Nota: el espacio pendiente de recuperar en la cárcel puede, todavía, albergar más “sensibilidades” sobre la guerra de España.

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