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Temporada truchera (y 2)

(Continuación del balance 2016 de la temporada truchera)

La segunda parte de la temporada vino peor y llena de rumores ante la nueva entrada de la ley sobre especies alóctonas (es decir, inmigrantes sin papeles ni visados del mundo piscícola).

Mi compañero y yo fuimos a rendir pleitesía al Dios de la pesca al coto de la Santa Espina en Valladolid. Pocas tencas dieron la cara. Eso si, mi compañero cogió la tenca de su vida. Dos kilos de pepino (2, se lo juro) que si no llego yo a estar allí para meter la sacadera, todavía están los dos enganchados, comiendo el turrón y con el gorro de papa Noel, cada uno a un lado de la caña.

Y hasta ahí los cotos del sorteo. A partir de ese momento (mayo) buscamos permisos sobrantes, sobre todo en los intensivos.

En Revenga las truchas repobladas daban la cara algunos días y otros nos enseñaban la cola. Pero tuve la inmensa satisfacción de llevar a mi hijo de 5 años a su primer día de pesca, un sábado al pantano de Revenga. Disfrutó más que un día de reyes, ya que sacó y echo a tierra 6 hermosas y bravas truchas 6, que rondarían por unidad cerca de los 750 gramos. Daba gusto ver como en las primeras tenía él más miedo que la trucha clavada, pero que rápidamente los genes chungos se hicieron cargo de la situación y se le activó la mirada depredadora. Y ante la mirada de los lobos experimentados, el cachorro le daba al carrete. No hubo lágrimas de emoción pero si un escalofrío que corrió la columna vertebral. 6 veces.

A la semana justa, el Tribunal Supremo decretó que la trucha arcoiris era mala y que había que acabar con ella. Y con ella se acabó. Y con los cotos de intensivo también. Y con la afición de cientos de pescadores, muy veteranos y muy noveles.

El pescador de truchas a cebo ha pasado a ser una imagen en la retina de la historia de la pesca de esta Comunidad Autónoma. Ante semejante situación, sin tener un abogado en nómina para poder llevártele de pesca al río para que te defienda o asesore de si lo que muerde el anzuelo es susceptible de vivir, morir o tan solo ser molestado un poco, aparcamos las cañas y anzuelos y dimos libertad condicional a las lombrices esperando la próxima temporada.

Además se sumó la pertinaz sequía convirtiendo cauces anteriormente trucheros en caminos y sendas.

Y, o mucho me equivoco, o el niño que se divirtió una tarde de sábado con 6 truchas de piscifactoría en un coto intensivo en Revenga, no sabrá lo que es pescar una trucha a cebo en la provincia de Segovia. Y estaría por jurar que no va a conocer una trucha Segoviana.

Author: J. García Herrero

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3 Comments

  1. Pues nada, Javier, esperemos que el chaval pesque, o pique, una moza ocn marchamo: segoviana 😉

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  2. No se supone que y que prohibri la pesca y la caza en todo el teritorio nacional? Poner todos los rios trucheros sin muerte, y luego vamos a cotitos a coger especies aloctonas e invasoras aue son las que hacen daño a la truchajajaja lo dicho ni puuuuta idea

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