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Salarios, beneficios e IPC

El concepto Jet-set nos retrotrae a los tiempos en que el avión era cosa de rico. Pero al tiempo que se popularizaba, la cosa se degradaba. La comida de “altos vuelos” quedó en un filete empanado envuelto en plástico a precio de asado, y la barra libre de combinados en el carrito de latas estrujando rodillas cuando pasa. Aunque -anécdota- recuerdo hace mucho que llegué a pillar un vuelo en el que te daban gratis vino de propaganda, con Alitalia y camino a la Argentina, así que en aterrizando del jet-lag ni noticias, pero la cogorza… no veas…

Si está mal la cosa, y esto parece de Gila, que ayer escuchaba en la radio el caso de un guardia civil expedientado por emplearse de piloto en Vueling en sus horas libres. El agente no tenía permiso de la superioridad. Ser piloto era el sueño de las madres; hoy en temporada alta las compañías los contratan para “echar unas horas haciendo extras”. Aún hoy no es del todo raro encontrar policías taxistas, de seguridad en algún evento, haciendo extras; lo de piloto de avión es nuevo.

Se celebraba el Primero de Mayo, día de los trabajadores, en un contexto en el que los sindicatos ponen el énfasis en lo corto de las pagas. Se cobra poco y la inflación deja a las puertas de la miseria a cientos de miles de trabajadores, que ven como los mil y poco al mes no llegan al día veinte consumidos por sandías a ¡4€ el cuarto de sandía!, que así me la vendían hace nada en Segovia. Es la inflación, la gran enemiga de la clase trabajadora… ¡Y de las empresas!

En España, donde los conocimientos de economía son escasitos en general, la izquierda culpa de la inflación a la especulación empresarial. Si la pieza de sandía la vende el agricultor por x y el que suscribe la termina comprando por 6x, argumentan, es que hay alguien (normalmente una gran empresa) que dispara sus márgenes.

Es curioso lo popular que es esta mítica apelación al especulador como detonante del IPC. En fin… Puros mitos, está más que estudiado que la verdadera explicación está en la progresiva repercusión en la cadena de precios de unos costes disparados por la inflación, y también, por los impuestos.

Que de la parte negativa de los impuestos suele olvidarse la izquierda.  En lo de los impuestos incluyo aquí las cotizaciones sociales y el coste energético y el financiero, también los incrementos salariales. Que como cualquier empresario sabe han subido brutalmente. Si le añades que los currantes tienen que ver actualizado su salario, si le añades que suben las cotizaciones sociales y la financiación está especialmente cara, el resultado es que si bien el indicador oficial del IPC dice una cosa, los costes no se suben de la noche a la mañana, van filtrando durante meses y meses hasta que media sandia te sale a 8€.

Y es un problema complejo. Desde la derecha se apunta en general a mantener fijos los costes laborales, lo que arroja empobrecimiento directo sobre la clase trabajadora aunque limita (algo) la inflación. Desde la izquierda la idea es cargar los costes empresariales, lo que desde luego mejora el día a día de buena parte de la clase trabajadora pero también genera inflación y, en consecuencia, también empobrecimiento de esa misma clase trabajadora. Para mayor mortificación y desde ambos lados se apuesta por encarecer el precio del dinero, lo que también apareja empobrecimiento.

Digamos, por tanto, que las políticas de catecismo, las basadas en el apriori de esta u otra ideología, son como pasar entre Escylla y Caribdis, elegir entre Guatemala o Guatepeor, siempre sangrando al más débil de la cadena, al que vive de su trabajo. Y esa es una de los aspectos más negativos del sectarismo izquierda-derecha, que no hay espacio para vías altenativas que precisarían un amplio centro político. Un consenso. Una utopía de colaboración entre gobernantes y opositores que desde posturas intelectuales siempre reclamamos pero que en la realidad, nadie vota.

En fin, compañeros trabajadores, de peores hemos salido. Y recuerdo cómo: normalmente echando extras, tal vez más en Cándido que en Vueling, apretándose el cinto y renunciando a “caprichos” nada caprichosos como renovar el coche, ir al dentista, o reduciendo a cinco días los siete de playa del verano. Eso el que puede, claro…


Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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2 Comments

  1. Buen análisis. Páseselo a los sindicatos que ayer curiosamente sólo cargaban contra los malvados empresarios. No contra el Gobierno. Tendrá algo que ver los 300 millones de euros con que unta ese mismo Gobierno todos los años a los sindicatos del Régimen para que no les hagan manifas tipo Francia? Allí hay todo tipo de violencia por jubilarse a los 64. Y aquí estamos cerca de los 67. Y llegaremos a los 70. Y los sindicatos callados, callados como puertas. Un fajo de billetes lo compra todo, incluido el silencio.

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  2. Hay algo que influye mucho, el desmesurado gasto público con ministerios de pacotilla, dinero despilfarrado y un aumento de empleados públicos, de subvenciones y paguitas, mientras que, por otro lado, se nos fríe a impuestos, y se insiste en unas políticas “sostenibles” que nos están limitando y que encarecen todo. Y todo insultando a los generadores de empleo. Creo que no es una cuestión de centro, sino de sentido común, pero este no se encuentra en una izquierda sectaria empeñada en apartar a quienes no piensan como ellos y en crear una política de tierra quemada para que los que vengan después tengan las mayores dificultades para gobernar. Y así entramos en bucle, con esos jetas de los sindicalistas protestando y lo que hemos visto varias veces. Al tiempo.

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