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La otra cara de la violencia de género

El atroz asesinato de la niña Olivia pone sobre la mesa qué pasa cuando la culpable es ella, la mujer. Pone de manifiesto la otra cara de la violencia de género, la que no es mediática ni concuerda con los planteamientos ideológicos al uso, y por lo mismo nos obliga a confrontar situaciones donde la actual asimetría del sistema legal, que protege a la mujer hasta cierto punto en detrimento de los derechos del cónyuge,   prodiga contradicciones: lo que ahora es negro resulta ser blanco, lo blanco negro.

Se dirá que son pocos y excepcionales los casos. Y sí, felizmente son pocos (y siendo pocos son terriblemente demasiados) en lo que respecta a asesinatos vicarios, pero no en tanto que son miles los hombres que sufren esta asimetría; se incumplen sistemáticamente sus derechos de visita de los hijos, se les complica la custodia y, en líneas generales, ven cómo se les aplica todo el peso de la ley cuando son culpables pero que  carecen de algunos mecanismos básicos de defensa de sus derechos cuando son víctimas. Y solo por ser hombres.

Pienso que hasta los partidarios del actual statu-quo (culpabilidad del hombre por defecto, inversión de la carga de prueba) coincidirán que hay aspectos a mejorar. Por ejemplo, el incumplimiento del régimen de visita, sea quien sea el cónyuge custodio, debería aparejar medidas cautelares mucho más efectivas y protocolorizadas para evitar su judicialización. La figura del “maltratador”, aún reconociendo la total importancia de la “tolerancia cero” en este aspecto, debe ser matizada. Estando siempre mal, no es lo mismo un señor que en un momento de ofuscación zarandea a su pareja que un abusador reiterado.

Grises que la ley no acaba de aquilatar, como las controversias sobre las falsas denuncias, que según los juristas o la mayoría de ellos no existen o son irrelevantes estadísticamente, pero en la práctica son moneda común. La misma sentencia, que tan inoportunamente ha difundido el TSJ y  que condena por maltrato al padre de Olivia, le exonera rotundamente de otra acusación de violencia contra a la niña, con testimonios que apuntan a que la niña simplemente se hizo daño al caer mientras jugaba en el patio de la guardería, lo que fue aprovechado por la madre para, con “lagunas y contradicciones”, según dice la sentencia, montar una falsa acusación. Y no pasa nada. Porque en realidad se cierra todo en “sobreseído por falta de pruebas”, que no es exactamente lo mismo que inocente y para nada lo mismo que “víctima de una acusación inventada”.

Desde el feminismo se arguye, no sin buenas razones, que desmontar siglos de patriarcado exige ahora una discriminación positiva, pues hegemónicamente la violencia familiar es de género, del hombre contra la mujer. Pero casos como el de Olivia permiten visualizar la otra realidad, la de la madre maltratadora, la que nunca sale en las campañas políticas, carne de instrumentalización anti-feminista, pero dolorosamente real aquí y ahora.

Enterada de que el padre disponía de la custodia, la madre administró a la hija de seis años dosis letales de Lorazepam y también letales de Enantyum. La niña murió. Caben dudas sobre el estado mental de la madre y si en ese momento era dueña de sus actos, así que su culpabilidad jurídica debe quedar de momento en el limbo de la presunción. Sí sabemos que el sistema falló, que la severa y efectiva legislación española en materia de violencia de género actuó en este caso contra la niña y contra el padre. Reformar esos fallos es algo que precisa cabeza fría y la menor dosis posible de demagogia, o a poder ser, ninguna. Se lo debemos a una niña de seis años.


Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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9 Comments

  1. Tal cual lo cuenta.

    Era tan importante obtener cifras y datos sobre la violencia “machista” que se olvidaron de los derechos y de la presunción de inocencia de la gente.
    Que en la conciencia de cada persona quede si se hizo bien o mal y si se obró con justicia o no.

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  2. Bastaría con leer y aplicar el artículo 14 de nuestra Constitución. Pero se nos ha ido la pinza y desbarrando hemos creado un Código Penal distinto, muy laxo para mujeres. Y con penas tremendas por ser hombre. Lo que es una discriminación sólo por ser un hombre acabas en la cárcel y no pasa casi nada si eres mujer. Art 1 de la Declaración de Derechos Humanos:”Todos los hombres (y mujeres) nacen libres e iguales en dignidad y derechos y dotados como están de razón y conciencia deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”

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  3. Muy buen artículo para reflexionar sobre un tema tan complejo.

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  4. Sin agresividad y bien planteado. Hay flecos que limar y la Ley en su fondo está muy bien articulada pero falta un buen desarrollo. El uso malsano y abuso político de algunos sobre el tema es uno de los mayores escollos de la cuestión.

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  5. Ahora se dan situaciones inverosímiles tales como que si un hombre acusado de violencia de género se declara mujer legalmente, tras cometer un delito contra una mujer puede reducir su condena penal en varios años al no existir ya esa violencia de género. De locos.

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  6. Tan confuso como siempre sr. Besa, dando vox al diablo y otra al santo. Entre medias.
    Esto no olía bien desde el principio y el padre con su discurso se delató el solito.este asunto no tiene que ver con la violencia de género que ha asesinado a treinta y nueve mujeres este año,y es la violencia machista, cobarde y la maté porque era mía,que el hombre blandengue ejerce sobre la mujer por ser mujer
    Hay mucho facho cipotudo negacionista

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  7. Te faltó pedir el indulto para la asesina. En breve lo pediréis los grupos subvencionados caza-hombres del Ministerio de Igualdad.

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  8. Excelente artículo señor Besa.
    Enhorabuena.

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    • Al final el hombre por el mero hecho de serlo es culpable absolutamente de todo, es vergonzoso. El hombre no tiene presunción de inocencia.
      El art 14 de la CE no sirve para nada pq nadie lo respeta.

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