Un gran misterio puebla nuestros cursos de agua. Parece ser que alguien malvado y mal intencionado buscó acabar con nuestros ecosistemas acuáticos y se ha dedicado a ir introduciendo el cangrejo señal en nuestros ríos y arroyos. La cosa empezó como hace 20 años o así. Los que estamos a pie de río nos sorprendimos cuando en los mejores cotos de trucha te salían enganchados en la lombriz (se lo juro, hubo una época en esta provincia que se podían coger truchas comunes con lombriz en los cotos) y los pescadores nos mirábamos unos a otros con cara de interrogación. “Tira eso al río, chico no te busques líos. Si vienes a por rolex, roles y si vienes a por setas, setas”. Pero allí estaban, compartiendo vivienda con nuestras truchas pintonas, nuestros barbos, nuestras bermejas….
Y coño, que alegría nos entraba a todos. Bajabas al río con la novia para enseñarla como eran los cangrejos en un río. Eran como los antiguos, pero no eran los antiguos. Había alegría en los bares ribereños. Y más de cuatro los comían y los regalaban a pesar de estar prohibidísima su pesca. Y la jarana cangrejera, antes de abrirse su pesca, se entendía; Las tropas segovianas bajan, año tras año, en penosa peregrinación hasta tierras extremeñas cual milicias concejiles para limpiar y ayudar en la lucha contra, lo que aquí se decía, la plaga que asolaba los arrozales y los ríos de aquellas tierras. Luego fue más cerca. Las pescatas se hacian en la comunidad de Madrid. Que manda cojones comerse un cangrejo de cualquiera de las aguas de un río de Madrid.
Pero el tema es que eran todos cangrejos rojos, o de las marismas o más científicamente Procambarus clarkii y es verdad que aparecieron algunos en el Eresma y el Milanillos, pero pocos, parece ser que el frío no le gusta a esta especie americana. No hace falta ser catedrático de Montes para saber que los cangrejos rojos segovianos tenían familia en Extremadura.
En este punto la Junta de Castilla y León declaro la Yihad a esta especie. Hasta su extinción y más allá.
Pero mire usted por donde aparece de la nada nuestro querido amigo el señal, también conocido por cangrejo del Pacífico (Pacifastacus leniusculus). Con semejante apellido muy de por aquí no parecía. Bueno pues en este caso, la Junta y su gestores (habrá que de dedicar una entrada a estos gestores y su decisiones en todos los ámbitos del medio natural en nuestra provincia) no sólo no declaran la guerra al bicho sino que lo protege con una legislación de 3º de derecho: Tallas mínimas, cupo, días hábiles, zonas vedadas, nº de reteles. Vamos que si no lo han soltado ellos, le ha venido muy bien que un malvado, con nocturnidad y alevosía lo soltase. ¿Y por que?
Muy sencillo, mire usted. Cuando el cangrejo autoctono se extinguió el número de licencias de pesca cayó en picado. Por que todos somos pescadores, pero no todos pescamos lo mismo. La trucha, siendo la reina, es difícil de pescar (en buena ley) y suele estar en sitios alejados. Además está muy reglamentada. Barbos, carpas, bogas y gobios y demás… la densidad varía mucho de un tramo a otro y los ciprinidos, sobre todo los grandes, son imprevisibles. Además en nuestra provincia, salvo el Eresma y el Duratón, tampoco tenía grandes poblaciones de estos elementos.
Pero al aparecer el cangrejo señal en todos los ríos, regatos, fuentes, charcos y demás zonas húmedas, la fiebre roja se apoderó de la población. Y recordando el fantasma manido de los cangrejos autóctonos que desparecieron casi a la vez que el anterior régimen, manadas enteras de pescadores de cangrejos poblaron nuestras riberas. Y aquí viene el truco de la bolita: Licencia del padre, de los dos hijos, de la mujer y la hija. Total: 5 por los precios de las tasas del año: Clink, Clink. Caja.
Pero resulta que este cangrejo que venía llamado a cubrir el nicho ecológico del nuestro (Q.E.P.D) resulta que se vuelve un tipo peligroso. Y nos come la merienda.
(continuará…)
29 septiembre, 2014
¡¡¡en ascuas!!! nos tiene usted…