free web stats

¿República o corona?

Corona por supuesto.

Sin embargo, Felipe VI lo va a tener realmente crudo. Fuera de las lectoras del Hola y los votantes del PP, los de la “ley y el orden”, el país es abiertamente republicano. Descerebradamente republicano.

Y frente a las gracietas del Evole y el Mundo Today, frente al republicanismo twittero de Podemos, y al revanchismo simplón de algunos que parecen instalados en una idealización del 36, cuesta un montón explicar en 150 caracteres porque la corona es mejor que una república.

Lo voy a intentar en algunas más.

Hay dos argumentos pro-república. El primero es el de la igualdad: ¿qué es eso de tener a unos figurines que por derecho de sangre tienen asegurada su posición en la jefatura del Estado? El segundo argumento tiene más enjundia. Se supone que los españoles tienen la capacidad de elegir al jefe del Estado y de irle renovando la confianza cada cuando toque. No necesitamos una formula medieval en el siglo XXI.

Rebatir el primer argumento es fácil. Con independencia de lo que sea España, la Casa Real es una entidad -una familia- a la que los españoles hemos confiado la jefatura del Estado. El cargo se hereda. Compete a los representantes del pueblo mantener o no ese pacto. El Congreso y el Senado pueden y deben destituir al rey si no sabe estar a la altura del cargo.

Para mi desgracia y contra el segundo argumento hay que recurrir a conceptos más discutibles y metafísicos: utilidad, tradición, estabilidad.

Empiezo por la tradición. Para muchos de mis convecinos las tradiciones son una mierda y es mejor siempre lo moderno. Pues no, al final la tradición es la seña de identidad de una comunidad, un mecanismo de cohesión grupal. Un símbolo. Y cuidado, destruir los símbolos es tan sencillo como imposible resulta reconstruirlos. Los símbolos no surgen de la nada. Y si no me creen pregúntese ¿cuántas partes de España aceptarán ahora una nueva banderita? Y eso que la bandera es un trozo de tela sin utilidad ni valor alguno. La modernidad, a diferencia de la tradición, no está constrastada por la historia.

Utilidad. Un presidente de una república elegido por el sufragio directo no es más que el juguete de los partidos que lo designan. Nadie conoce al presidente de la república de Portugal, de Italia, de Alemania. Carece de utilidad como representante de una colectividad ante el mundo. Si el jefe del Estado es, a la vez, el jefe de facto del Gobierno, se produce una concentración de poder potencialmente peligrosa o una bicefalia, congreso-jefatura, igualmente difícil de gestionar. Prefiero un jefe del Estado vacío de contenidos, obligado por ley a firmar todo aquello que le pone por delante el Parlamento. Y puestos a preferir un jefe de Estado así, prefiero uno que tenga voz en la comunidad internacional, que no gaste mucho, ajeno a los juegos partitocráticos. Útil como nuestro relaciones públicas ante el mundo.

Y colofón de lo anterior, en palabras de Juan Carlos, la estabilidad “seña de identidad de la institución monárquica”. Aquí hay toda una declaración de principios: para mí la estabilidad es inherente al Estado. Entiendo el Estado como unas reglas del juego (corpus jurídico) para la gestión de los flujos socieconómicos de un territorio. Y vean, cambiar las reglas del juego a mitad de partido es peligroso; no ya por aquello de que allanar los derechos adquiridos siempre suscita agravios, el verdadero problema es que si cambias las reglas alguien te dirá: a mí este juego no me interesa.

Yo no puedo convencer de las ventajas de la monarquía a todos esos chicos que, apelando a una lógica simplista,  agitan una bandera de incierta historia. Apelo a su sentido común, al de usted que me lee. Les recuerdo que estamos inmersos en una crisis social, económica y política sin precedentes. Confíemos en Felipe VI y en la fórmula de jefatura que menos mala ha sido, visto lo visto.

Unos doscientos republicanos se manifestaron tras conocerse la abdicación.

Unos doscientos republicanos se manifestaron tras conocerse la abdicación.

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

Share This Post On

6 Comments

  1. Tengo que felicitarte por este comentario que sé no es oportunista ni redactado al azar del acontecimiento, sino que viene de una profunda reflexión madurada desde tiempo atrás. Monarquía, país, constitución, instituciones, estabilidad, representatividad, prestigio, respeto… nada de esto es ajeno a la libertad, al sentido común y al progreso de una nación que, a pesar de los muchos problemas con los que ha de bregar, como todas, hemos de sentirnos más que razonablemente orgullosos.

    Post a Reply
  2. Desde un corazón republicano, creo que en este momento hay que dejar fluir la Constitución y los mecanismos de Estado (aprobados por mayoría, pese a quien pese y así acordada). Solucionar los gravísimos problemas a los que nos enfrentamos (empezando por el salvaje paro juvenil, que en toda lógica, incita a sacar banderitas que quedan muy bien en jovenzuelos, pero no solucionan nada) y después se verá. En estos momentos prefiero una persona preparada para la representación de mi país que cualquier Aznar, Zapatero o Arahuetes, por poner algunos ejemplos a la cabeza representativa, no se nos olvide, del Estado. Gobernar ya lo hace o deviera el Gobierno y las Cortes, se supone.

    Post a Reply
  3. Felicidades por el articulo. Lleno de inteligencia, argumentos y respeto. Sin duda alguna este país tiene problemas MUY GRAVES: desempleo, mala educación, deficiente sanidad, falta de oportunidades, cohesión social y, quizás el mas importante el problema territorial. Si supiera que con la proclamación de la Republica se solucionarían al instante seria el primero en pedirla.. pero me temo que no es el bálsamo que todo lo cura. Revisemos los cimientos del país, arreglemos lo que tengamos que arreglar y luego, pensemos en lo accidental, la forma de estado.

    Post a Reply
  4. No estoy seguro de que las ovejas solamente pasen una vez al año por el acueducto.

    Los mismos comentarios, desde el diario el País , a la Razón, desde la Cope a la Ser y por supuesto desde el Psoe al pp.

    El rey necesita a un pueblo, pero el pueblo no necesita un rey. Es cuestión de donde pones la soberanía, lo demás es pereza, rutina, chanchullo, papel couché, y mucha estupidez. ¡¡¡Viva la república¡¡¡

    Post a Reply
    • Mal vamos si el argumento fundamental es el insulto. Si el que no piensa como yo es un borrego o un estúpido eso es Democracia??? Defendamos todos nuestras posturas pero desde el respeto, no le parece?

      Post a Reply
    • Beeeeee. Arcomariscal, me reafirmo. Primero arreglamos la casa y después buscamos su borrego. Por supuesto con referendum y siguiendo los pasos constitucionales ¿o tenemos que saltarnos la Constitución y proclamamos la República a la Ucraniana o con una mesa en la calle pidiendo firmas? De esto último hasta sabemos en Segovia.

      Post a Reply

Submit a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *