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Redescubrir la Segovia de Fernández Santos

Jesús Fernández Santos

Hay más vida fuera de Machado, poeta de cabecera del izquierdismo segoviano, que raro es el trimestre que no se lleve flores, los niños dibujen algo en su memoria y se le dedique un ciclo de conferencias. Por eso conviene destacar la última apuesta de Ediciones Derviche, la edición de un relato largo de Jesús Fernández Santos, Subida a la Torre, que sigue la senda abierta por la reedición del Secreto del Acueducto, de Gómez de la Serna, en la idea de crear un corpus de literatura inspirada en Segovia a la luz de las grandes plumas de la literatura nacional

Pero antes de entrar en materia preciso será hablar de quién es este tal Fernández Santos y qué tiene que ver con Segovia, pues la vorágine de los tiempos parece haber arramblado con la obra del que a mi gusto es el mejor novelista español de su generación, bueno, con permiso de Delibes, pero mejor que Cela, que Umbral o Sánchez Ferlosio, por hablar de escritores de su quinta. Ocurre que hoy, como todos ellos, bastante olvidado, y solo encontrarás sus libros en tiendas de saldo o por internet. Lejos del mainstream campan novelones como Extramuros, premio nacional de literatura en 1978, Jaque a la Dama, premio Planeta 1982, o la suya que más me gusta, Cabrera, de 1981, sobre un asombroso campo de concentración montado en la isla homónima para los afrancesados capturados tras Bailén.

Tras sus inicios en el realismo social de la posguerra, Jesús Fernández Santos (Madrid, 1926-1988) encontró popularidad como escritor de novela histórica sobre todo a partir de los años 70. Vendía mucho y bien, y sinceramente creo que el nivel de sus novelas históricas no se ha igualado. No se ha igualada porque los cultivadores del género coetáneos parecen olvidar el lenguaje como escenografía y como vehículo de un modo de pensar que, cuando hablamos del pasado, en absoluto sigue los parámetros de nuestra ideología contemporánea. Vean Extramuros, donde dos monjas viven un aventura místico-sentimental en pleno siglo XVII. Una novela que fácilmente podría deslizarse por sendas sentimentaloides pero que el autor sujeta amparándose en un magistral manejo de la prosa, tan sencillo como hacer hablar a sus monjas como hablaban y pensaban en tiempos Santa Teresa y demás místicas castellanas. Cabrera, dos cuartos de lo mismo, pero usando como espejo a Larra y los grandes del periodo. Factores que convierten a Fernández Santos en maestro de escritores.

Y además, con una gran relación con Segovia. En El Espinar pasó Fernández Santos la Guerra Civil, siendo un adolescente, un periodo que marca su vida y su obra. De hecho, un par de novelas suyas están ambientadas en una  ciudad que amó, criticó y retrató con una clarividencia notoria.

Es el caso de Subida a la torre. Escrito en 1970 para un recopilatorio de novelas breves del autor basado en catedrales. Son 100 páginas donde la hija del que fuera sacristán de la seo segoviana durante la Guerra Civil y los años inmediatamente posteriores va desgranando sus recuerdos de cómo era vivir presa en una torre, a modo de Rapunzel castellana. Pero va más allá. Por el libro desfilan los escenarios de la Segovia de la inmediata posguerra, los sanatorios, los bailes, el tontódromo en la plaza… La vida provinciana de los humildes, a veces desasogante en su ausencia de horizontes… Un relato contundente, muy vivido, hasta el punto que apostaría que fue objeto de una documentación esmeradísima (por otro lado, marca de la casa en Fernández Santos). Un gran acierto esta reedición que, de paso, sirve para reencontrarse con otro autor capital cuando hablamos de literatura en general, y de Segovia en particular.


Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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2 Comments

  1. No dudo del contenido de las obras publicadas por la editorial Derviche, pero el diseño de sus cubiertas debería mejorar. Son todas feísimas y no invitan a ser leídas (y menos a comprarlas).

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    • Pues debería haber añadido lo cuidado de la edición. Ya que lo menciona. La cubierta es estupenda y la edición muy elegante, sobria y realmente bonita.

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