Posted By Opinion on 29, Dic, 2020

Si en su entrega anterior “El topillo” refería el sapo que se desayunó el presidente de las Cortes, Luis Fuentes, al tener que entregar la medalla de la institución a La Gaceta de Salamanca, batracio de no menor dimensión deglutieron en la mañana de Nochebuena el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, y el portavoz parlamentario del PP, Raúl de la Hoz, indigesto desayuno servido en este caso por El Norte de Castilla.

El hecho de que el vicedecano de la prensa española transite a paso firme desde su antigua condición de “L´Osservatore herreriano” hacia la de “El pensamiento alfonsino”, no ha sido óbice para que la cabecera de Vocento le amargara la última mañana prenavideña al titular del Colegio de la Asunción. La revelación de que el grupo popular de las Cortes, que preside el propio Mañueco, ha contratado como asesor al tesorero regional del PP, Pedro Viñarás, hasta hace unos meses a la sazón gerente del partido, podía tomarse como un clásico pellizco de monja, pero sus efectos son equiparables a los de un doloroso directo al hígado.

Resulta que Viñarás, al que el aparato de Génova jubiló contra su voluntad el pasado verano -cumplía 65 años, pero pretendía continuar- ha sido repescado como “asesor de estrategia política” del grupo popular, con un sueldo de 5.229 euracos al mes. Y para mayor inri cuando, según desvela El Norte, en un apaño al más puro estilo de la “indemnización en diferido” patentada por Dolores de Cospedal, el secretario general del PP, Teodoro García Egea, se avino al final a camuflar la jubilación como un despido resuelto en conciliación con una “liquidación extra” de 70.000 euros.

El episodio pone de relieve la falta de escrúpulos del presidente Mañueco a la hora de colocar correligionarios y/o amigos con cargo al erario, capitulo que inauguró por todo lo alto con el regalo del acta de senador del PP por la comunidad a Javier Maroto y continuó con la legión de asesores contratados en la Junta con el “amigo Nacho” Cosidó a la cabeza.

Al margen de lo anterior, la sinecura de Viñarás tiene varias derivadas. Una es el monumental mosqueo que se ha agarrado Teodoro con Mañueco. Otra el cuajo que se gasta De la Hoz, al situar la contratación del ex gerente en el ámbito privado, como si no corriera a cargo de la subvención mensual de 110.00 eurazos que recibe el grupo parlamentario popular para su funcionamiento. (Una curiosidad: los 5.229 euros multiplicados por 14 pagas arrojan una morterada bruta anual de 73.211 euros, justamente la que tiene asignada la élite de la Cámara: los seis miembros de la Mesa y los cuatro portavoces parlamentarios, aunque, eso sí, estos diez abnegados ven complementadas sus nóminas con otros 1.800 mensuales en concepto de “indemnización”).

Y una última y no menos importante derivada es la alarma que se ha disparado en el núcleo duro del PP regional al constatar que el dato de la cuantía exacta del sueldo de Viñarás procede forzosamente de algún “topo” o “garganta profunda” con acceso a información “top secret”. Lo socorrido sería señalar al actual gerente, Borja García Carvajal, al que Mañueco sigue sin dirigirle la palabra (su único interlocutor es el secretario regional, Paco Vázquez). Pero “El topillo” piensa que Borja es completamente ajeno al caso, entre otras cosas porque puede que ni siquiera tenga acceso a ese nivel de información. El origen de la filtración es otro, y para mí que guarda relación con una drástica decisión tomada por Mañueco y De la Hoz hace ahora cosa de un año. Sabido es que la venganza es un plato que se sirve frío…

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