free web stats

Música en la antigua Segovia

Una de las mayores dificultades que tiene el historiador es la de reproducir un ambiente, y más aún un ambiente sonoro: porque la música y los cánticos, como las palabras, se las lleva el viento. Viene esto a cuento de las fiestas de la Navidad, tan proclives a cantares, como del último libro del maestro Pablo Zamarrón, tan destacado en la lucha contra el olvido lírico y musical.

Sabemos bien, por distintos testimonios documentales, que en la Segovia antigua, seguramente desde la Edad Media y hasta pasada la mitad del siglo XIX, o quizá más, la ciudad era muy sonora, muy musical. Buena parte de las ceremonias religiosas -misas, procesiones, autos sacramentales-, sobre todo en los templos ricos cual la Catedral, se amenizaban con música y cánticos, para elevar el espíritu de los fieles. También los mayordomos de las cofradías más ricas competían por lograr la mayor brillantez de sus actos y capítulos. Y en los talleres de menestrales del Arrabal Mayor -Santa Eulalia, San Millán, San Justo, El Salvador…-, las labores textiles de los cardadores, pelaires, tintoreros y tejedores, pero también del resto de los artesanos -panaderos, pasteleros, curtidores, cereros, etcétera- se hacían entreteniéndolas con muchos cantares, unos tomados del romancero, otros de los pliegos de ciego o de los ingenios populares. También a las casonas nobiliarias concurrían con frecuencia los músicos segovianos, contratados con ocasión de las fiestas familiares -bautizos, bodas y banquetes-. Y no nos olvidemos de las populares serenatas y rondas que se hacían por doquier, ni de las músicas militares que marcaban el paso de las tropas -por ejemplo, las del Real Colegio de Artillería, o la del Regimiento Provincial de Segovia-.

Los instrumentos más usados entonces fueron los órganos de las iglesias, las chirimías y dulzainas, los tambores y tamboriles, las cítaras y guitarras, las panderetas y zambombas, y más modernamente los organillos portátiles. En algunos de los capiteles de nuestros templos románicos y góticos se muestran esos y otros instrumentos, así como en algunas pinturas coetáneas, como la del Árbol de la Vida, conservado en la Catedral.

De aquellas composiciones musicales, y de aquellos cantares, solamente conocemos una parte que quizá no alcance a ser ni a un tercio del conjunto de las que se compusieron y se cantaron en Segovia: el resto seguramente se habrá perdido para siempre, porque ni sus partituras ni sus textos han llegado hasta nosotros. Me parece imposible, como digo, reproducir aquellos ambientes sonoros de la Segovia antigua.

Algunos todavía hemos alcanzado a conocer a algunos de los últimos cantores y músicos cuyo sonido llenaba las calles aledañas: así, por poner algún ejemplo que me viene a la memoria, de la casa-taller de Marcos Piñuela, maestro dulzainero que habitaba en la calle de San Antón, en la colación de Santa Eulalia, salían a diario muchas horas de melodías y ensayos… También recuerdo los ensayos de la banda de la Cruz Roja, justo debajo de la casa de mis abuelos paternos… 

Pero aquel ambiente sonoro se ha ido apagando en Segovia durante los últimos decenios, a la vez que han aumentado otras clases de ruidos, desde el que emiten los aparatos reproductores de música no siempre amable con sus altavoces, hasta el de los motores de los automóviles y motocicletas en su tránsito callejero.

El caso es que hubo en Segovia buen número de músicos desde el periodo medieval, pero apenas nos han llegado sus nombres. Yo he recogido a lo largo de los años cuantas menciones documentales han llegado a mi conocimiento. De esas notas tomaré ahora algunas, para ilustrar mi relato.

Hubo durante siglos en Segovia solo dos capillas musicales, es decir dos conjuntos corales de importancia: la de la Catedral, y la de Santa Columba. Hoy diré de esta.

La llamada Capilla del Deán o de la Santa Madre de Dios, con sede en la capilla mayor de la derruida iglesia de Santa Columba, en pleno Azoguejo, se estableció el 28 de agosto de 1483 una fundación piadosa creada por Juan López de Segovia, canónigo y deán del cabildo de la Santa Iglesia Catedral y protonotario apostólico, hijo de Gonzalo López -quizá de linaje converso-, culto personaje del círculo del obispo don Juan Arias Dávila. La fundación fue autorizada por el Papa Inocencio VIII, y en su nombre el cardenal de San Jorge aprobó las constituciones el 28 de abril de 1489. Esa Capilla del Deán, dotada con buenas rentas, contribuía al sostenimiento de la fábrica del templo; de la lámpara el Santísimo; del cura párroco y los sacristanes; de los cuatro capellanes titulares; de un diácono y de un subdiácono. 

Pero, sobre todo, la fundación piadosa sostenía una gran capilla musical compuesta por un maestro de capilla cantor, un sochantre, dos tiples, dos contraltos, dos tenores, dos contrabajos y un bajo, seis niños cantores -que debían tener una hora de lección de música cada día-, y un organista. 

Todo se pagaba con sus rentas, pues la del deán fue una fundación rica y bien dotada: gozó una renta anual de 450 maravedís y dos gallinas; unas casas y corral en la colación de San Clemente; más otra renta que para dotar una misa anual en Santa Columba dejó Gonzalo López, de 580 maravedís anuales y otras dos gallinas; más los préstamos eclesiales del deán en los lugares de Pinilla y Pascuales, que rentaban 3.000 maravedís al año; más el préstamo de Gallegos. Además, el Papa la dotó con otras rentas eclesiásticas en los lugares de Peñaflor, Villaescusa, Cerezo de Arriba, Aldealuenga, Ureñas, Calabazas, Gallimez, La Golosa y Tornadizos, Vicente Rubio, Casariego, Santisteban, Castellanos de la Dehesa, La Ventosa, Arroyo de Montuenga, Aldeanueva, Aldeaseca y Aldeanueva del Codonal -lugares pertenecientes a las diócesis de Sevilla, Cuenca, Segovia, Ávila y Salamanca-.

Este gran coro, denominado Capilla de la Bienaventurada Virgen María Madre de Dios, tuvo gran importancia litúrgica y social en Segovia, y estuvo activo durante tres siglos y medio largos, concurriendo asiduamente a numerosas ceremonias eclesiales, y también a las fiestas ciudadanas y a las de la nobleza.


Author: Alfonso Ceballos-Escalera y Gila

Doctor en Derecho e Historia. Concejal de Vox en el Ayuntamiento de Segovia.

Share This Post On

2 Comments

  1. Me encanta leer sus artículos y comentarios, son siempre una fuente inagotable de conocimiento y reveladores de una estructura mental ágil y reglada. Nada que añadir, solamente pulsar, emulando al Facebook, un “me gusta”. Sr Ceballos, es un placer leerle.

    Post a Reply
  2. Buen artículo. Enhorabuena a su autor.

    Post a Reply

Submit a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *