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La vacuna eres tú

 

No cabe duda de que el confinamiento ha sido un gran éxito en la contención del coronavirus. Si observamos la evolución de los contagios confirmados en Segovoa, se detecta que la famosa curva adoptó la forma de meseta a primeros de mayo. Desde entonces los nuevos casos, unos 30 contagios confirmados en las dos últimas semanas, se imputan a “grupos de cribado“, es decir, positivos que aparecen cuando una entidad o colectivo pasa la prueba y “emergen” casos de asintomáticos. No ha habido nuevos ingresos hospitalarios, los fallecidos están en cifras normales y afectando a pacientes de largo recorrido. A fecha de 21 de junio la UCI de Segovia estaba limpia de covid, con cero nuevos infectados.

Aún así, de una forma atenuada, siguen los contagios, lo que quiere decir que el virus “sigue ahí”. Muy esporádico, ahora mismo perfectamente controlable, lo que indica a su vez que las medidas de “desescalado” no han generalizado los rebrotes, pero tampoco los han eliminado.

Y lo que es más preocupantes, si observan la curvas mundiales que sirve el John Hopkins verán como la curva mundial sigue en ascenso, lejos aún del “aplanamiento”. La pandemia parece bajo control en Europa y China pero está lo más alto en algunos países americanos, empieza a ser un problema de extrema gravedad en África, en India…

Y aunque los tratamientos han mejorado, seguimos sin vacuna o una farmacología “definitiva”. Como no se le pueden poner puertas al mundo, la probabilidad de una “segunda ola”, que los contagios localizados pasen a descontrolarse y lleguen a situación de “contagio comunitario”, es elevada.

No pierdan de vista tampoco la factura de estos tres meses de confinamiento, se habla de entre un 15 y un 20% del PIB en España. Por no hablar de los costes personales; estamos dejando a una generación sin trabajo, sin escuela, sin diversiones, sin salud (pues la enfermedad común sigue)…

Personalmente creo que el confinamiento tiene sentido cuando, como pasó en Segovia en marzo y abril, el sistema sanitario y asistencial entra en barrena. Y quiero pensar que una segunda oleada no pillará tan en cueros al sistema. Quiero pensar que los sistemas sanitarios están haciendo stock de respiradores, de EPIs, de aquellos fármacos que han demostrado eficacia. Quiero pensar que los sanitarios y las residencias han acumulado (de la peor forma) un bagaje realmente importante. Así que pienso que hay motivos para ser optimista en cuanto a la futura robustez del sistema sanitario en caso de recaída.

Lo que quiere decir que si hay una segunda oleada, la primera línea de batalla ya no será el BOE, diciéndote lo que tienes que hacer, será la responsabilidad personal.

Es una constante en todo lo que escribo el destacar la responsabilidad individual y particular de cada uno en todos los órdenes de la vida. Es totalmente cierto que en la vida las “circunstancias”, el “contexto”, los parámetros que no dependen de nosotros son muy importantes. Tanto que a menudo olvidamos que, siendo lo externo importante, lo interno todavía lo es más.

De nosotros depende, por ejemplo, un consumo más racional, actitudes cívicas que redunden en beneficio de todos, formarse e informarse mejor. Y los españoles no somos especialmente buenos en eso. Por alguna extraña razón, la responsabilidad personal suele diluirse en la responsabilidad colectiva. Realzamos la capacidad de gestión de lo colectivo y minimizamos la propia. Por poner un símil, lamentamos la economía sumergida pero somos los primeros en exigir el pago en negro.

Pues sepan que de cara a una segunda oleada esto va a cambiar. De momento todo está bajo control, pero ya les digo que la situación mundial es altamente preocupante. En los próximos meses va a ser relativamente sencillo que un rebrote se descontrole y la volvamos a preparar. Si tal es el caso, la primera línea seremos nosotros. Nosotros debemos evitar las aglomeraciones, nosotros debemos desconfiar y tomar precauciones en el transporte público, en  espacios cerrados compartidos con desconocidos. Debemos sopesar si ese viaje a una zona con rebrotes “no puede esperar”.

No quiero ser agorero. Partamos de la base de que la situación está bajo control, pero no olvidemos que por lo mismo, puede dejar de estarlo. De hecho, como otros millones de españoles, el viernes espero estar en la carretera. Voy a intentar disfrutar de estos días de “nueva normalidad“. Todos tenemos que colaborar con que las cosas vuelvan a las rutinas de antes que, sin embargo, distará bastante de lo que hacíamos en 2019. Responsabilidad y sensatez. Esta vez, depende especialmente de nosotros.

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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