Desde la perspectiva que da estar subido en el pedestal que es día 31 de diciembre, uno echa la vista atrás y hace memoria del año. Hacer crítica y elogios, recordar experiencias y fracasos, en fin, realizar pronósticos y vaticinios.
Voy a ceñirme a la pesca. La crítica empieza en sus gestores. Los plazos tardíos, la normativa a medio aplicar, y a veces contradictoria y sin sentido. Un ejemplo en nuestro mismo territorio. Mientras se prohíbe la pesca en Valsaín y La Granja en el pre-parque nacional, en el mismo nivel de protección y en similar ordenamiento jurídico se deja pescar en el embalse de Revenga. No sólo eso sino que se repuebla semanalmente con 400 kilos de trucha arcoíris, especie alóctona. Agárreme usted esa mosca por el rabo.
La Guardería, como otros años, ni estaba ni se la esperaba. Ni en los cotos buenos ni en los malos. Lo sé yo y lo saben los furtivos.
La muerte de 20.000 peces en el Eresma por una negligencia no tiene perdón de Dios. Tardará décadas en volver a ser lo que era. Espero que alguien page en los juzgados y no me refiero con dinero. Aún alguien debe una explicación sobre lo que paso y sobre la necesidad de ampliar una depuradora con menos de 20 años para una población decreciente. En fin.
Los elogios. Hacía falta una nueva ley de pesca. La muerte de la trucha común es un drama. La defensa de nuestras especies y cursos de agua tiene que ser algo principal. Y las autoridades tienen que entenderlo así. También pescadores y ribereños. El resto es ganas de marear.
Experiencias, todas. Este año cogí el hucho de mi vida, salvelinos en los más altos picos de nuestra Comunidad buenas truchas en el Cega y el Pirón. Un año para enmarcar.
Fracasos. Muchos y todos. Sufrir viendo furtivadas, peces muertos por toneladas, ausencias clamorosas de autoridad, especies como los cangrejos que están acabando con el hábitat conocido, asociaciones de pescadores que solo aparecen a la luz pública el día del concurso de San Pedro… Queda mucho por hacer.
Pronósticos. Va a ser un año ramplón tirando a malo. Por la sencilla razón del año tan extraño que hemos tenido climatológicamente hablando. Un verano muy seco, un otoño muy caluroso (aunque ahora no nos acordemos). Pocos cotos y caros. Sobreexplotados. Y lo libre un erial. Lo que viene siendo un cementerio. Los ríos, en Segovia, se secan en verano. Poca vida piscícola se puede esperar de semejante hecho.
Un vaticinio. A la trucha común segoviana la quedan 10 años a lo sumo. El que quiera coger una y hacerse una foto que sé de prisa. Lo que va a quedar son cangrejos a manta y truchas de cisternazos criadas como ovejas y clónicas unas de otras.
Dios permita que confunda. Feliz 2015
3 enero, 2015
Feliz 2015 don Javier, pese a su claro vaticinio y mejor exposición pública.