free web stats

La inmigración que nos da futuro y la que nos inquieta

Pocas cuestiones generan tanta controversia en la agenda pública española como la inmigración. No es un debate nuevo, pero sí se ha intensificado en los últimos días por determinados sectores políticos que lo instrumentalizan con fines electorales, alimentando un discurso de confrontación que, si bien cala en ciertos segmentos sociales, simplifica en exceso una realidad mucho más compleja y sensible, cuya gestión requiere, ante todo, sensatez y altura de miras.

España atraviesa una grave crisis demográfica. La natalidad está en mínimos históricos y el envejecimiento de la población compromete, a medio plazo, la sostenibilidad del sistema de pensiones, el mercado laboral y el equilibrio territorial. En este contexto, la inmigración no solo es una realidad imparable, sino también una necesidad estructural.

Los datos son elocuentes: según el INE, en los últimos cinco años la población extranjera ha crecido a un ritmo anual medio del 7 por ciento. En 2024, residían en España más de 6,5 millones de personas nacidas en el extranjero, siendo las nacionalidades más representadas la marroquí, la colombiana, la rumana y la venezolana. En Castilla y León, los inmigrantes representan el 10 por ciento de la población total, por debajo del 13,37 por ciento de media en España a esa fecha. Las comunidades con mayor presencia inmigrante son Cataluña, Madrid, Comunidad Valenciana, Andalucía y Murcia.

Gracias a esa llegada constante de personas, la economía española puede sostener sectores vitales como la agricultura, la construcción, la hostelería y, de manera muy especial, los cuidados a personas mayores y dependientes, donde la escasez de mano de obra nativa es ya alarmante —algunos lo hemos vivido de forma directa—. Sin inmigración, muchas actividades productivas se paralizarían y el sistema de pensiones, basado en cotizaciones, colapsaría. Es imprescindible para nuestro bienestar futuro.

Ahora bien, este fenómeno no está exento de tensiones. En muchas ocasiones, los conflictos no se producen con las élites ni con las clases medias acomodadas, sino en los barrios populares, donde los inmigrantes conviven y compiten directamente con los españoles más humildes, ya sea por una vivienda pública, un contrato laboral o recursos sociales escasos. En mi etapa como subdelegado del Gobierno, escuché con frecuencia a vecinos de estos barrios expresar su incomodidad con una convivencia forzada, marcada por diferencias de costumbres y por la percepción, a veces fundada y otras no, de desprotección institucional; y a empresarios reclamar una mayor flexibilidad en la aplicación de las normas de extranjería ante la alarmante ausencia de mano de obra para mantener su actividad.

La desconfianza hacia los inmigrantes se multiplica cuando se les vincula con hechos delictivos. Es cierto que una minoría comete delitos —como ocurre también entre la población española— y la ley debe actuar con firmeza. De hecho, en 2024 se expulsó de España a más de 3.000 extranjeros tras procedimientos iniciados por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. En Segovia, según datos de la Subdelegación del Gobierno difundidos por Acueducto2, ocho delincuentes extranjeros fueron repatriados tras cumplir condenas por delitos como asesinato, agresión sexual a menores o violencia de género.

La política migratoria debe fundamentarse en la dignidad del ser humano, la libertad de todos y la convivencia en comunidad. El orden y el respeto son pilares básicos para sustentar estos principios. Orden, para garantizar una inmigración legal, regulada y compatible con las necesidades del país. Y respeto, tanto por parte del país receptor hacia quienes llegan, como por parte de estos hacia el país de acogida: respetar nuestras leyes, costumbres e instituciones es un paso imprescindible para la integración. Integrarse no significa renunciar a la identidad propia, pero sí implica entender y aceptar el marco legal, social y cultural del país en el que uno decide vivir.

España, como el resto de Europa, ante su crisis demográfica, no puede permitirse una inmigración descontrolada, ni tampoco una sociedad dividida entre nativos e inmigrantes. El desafío es enorme y difícil, pero ineludible: integrar, ordenar, proteger y aprovechar el talento, el esfuerzo y la esperanza que millones de personas han depositado en nuestro país. No solo es un deber moral: es una necesidad nacional. Una empresa colectiva de enorme complejidad, en la que el oportunismo político y el odio son dos de los grandes obstáculos a superar.

Author: Juan Luis Gordo

Juan Luis Gordo. Segoviano de izquierdas, autónomo y polifacético

Share This Post On

18 Comments

  1. De acuerdo. ¿Pero quién dice algo de los españoles que tienen que irse de España (500.000 al año) buscando trabajos fijos y dignos, mejores sueldos que el sueldo mierdero único del Gobierno de 1100 euros, reconocimiento laboral y social, poder comprar o alquilar un piso a un precio decente..? Nadie. ¿De la desaparición y eliminación de la clase media en España, empobrecimoenti de los ciudadanos, del aumento de presión fiscal de los gobernantes ladrones para pagar sus enchufes y corruptelas, de los hijos que viven en casa hasta los 40 porque no pueden emanciparse, de los hijos que no pueden tener niños porque no ganan dinero suficiente para ello con sus sueldos y no hay ayudas públicas…? ¿Del 30 por ciento de españoles e inmigrantes que son pobres hoy en España, del deterioro irreversible de la Sanidad, pensiones, la Educación, la Justicia, los servicios sociales…? A lo mejor tenemos que emigrar pronto, todos, fuera de España para poder vivir dignamente. La riqueza disponible de todos ha disminuido a la que teníamos antes de 2008 y somos el país con mayor pobreza infantil de Europa, tras Rumanía, el que más paro total y de jóvenes tiene de Europa. Sin crear condiciones óptimas para vivir dignamente para todos, no es posible que esté país tenga futuro para todos, españoles y los que vienen para estar con nosotros.

    Post a Reply
  2. El auténtico problema es el declive demográfico y la falta de un tejido industrial consistente y equilibrado territorialmente que conlleva una productividad muy baja. A ello se une la falta de un tejido industrial q nos ofrezca futuro. De esto último solo se libran el País Vasco y Madrid, no así de mano de obra. Estamos condenados a contar con los emigrantes, aunque no les guste a algunos, y a que los españoles más cualificados se tengan q buscar las habichuelas fuera. Esto no viene de ahora, la etapa socialista. Es un problema estructural que los españoles no hemos sabido atajar desde el 59, en el que se inició el desarrollismo. “Que inventen otros”, decía Unamuno, aunque siempre nos quedarán los tontos que confunden el problema con su pensamiento único y excluyente.

    Post a Reply
  3. El problema de la inmigración para las clases más populares es que están tirando de los salarios para abajo, y obligan a muchos españoles, los más humildes a trabajar con un sueldo que no llega en muchos casos a la subsistencia para llevar una vida digna a la europea. Eso explica, que estos españoles no les tengan ningún cariño, porque ven una amenaza para su bienestar. Si a eso le añades las pandillas de niños de fuera, sin oficio ni formación (maras), que acaban estando al acecho para ver si pillan algo, sea a la fuerza, el caldo de cultivo del rechazo está servido. No se puede entender como estos chavales no cuentan con un programa de formación para que aporten valor y no se conviertan en una rémora.

    Post a Reply
    • Maras y menas Ariadna.

      Post a Reply
  4. Los que tiran de los salarios para abajo no son los inmigrantes sino los empresarios que se aprovechan de ellos.Y esos mismos empresarios codiciosos son los que ponen a los trabajadores en su contra usando la mayoría de medios de comunicación (que les pertenecen) y a partidos como VOX , organizaciones como Hazte Oir,Manos Limpias,etc.Gracias a que tenemos un gobierno que (pese a tener que pactar con independentistas de derechas) defiende a los trabajadores tenemos un salario mínimo digno. Como el acoso mediático siga así, después de las próximas elecciones bajará el salario mínimo,se culpará más,si cabe,a los inmigrantes,se perderán derechos, bajará el nivel de vida. Y vuelta a empezar.

    Post a Reply
    • Ciertamente hay intereses espurios en el análisis sobre migraciones y sobre todo si pensamos en las clases desfavorecidas. (Parientes pobres y trastos viejos lejos, lejos)… y si ni siquiera fueran parientes?
      Se ven imágenes de trabajadores del campo recogiendo hortalizas o frutas con calor intenso y casi la totalidad son magrebies, rumanos o subsaharianos. Se pueden ver en el Carracillo, en Murcia y en tantos otros lugares. Hemos pensado quiénes harían estos trabajos si no hubieran venido personas de fuera? Parece que no hay suficientes españoles dispuestos a ello.
      No podemos pretender que trabajen durante el día y suban al cielo por la noche… también duermen entre nosotros.
      Hay otros migrantes que especulan con viviendas caras en España, esto hace incrementar la demanda y por tanto subida de precios. Estos molestan menos?
      Hace falta un debate político serio y no lanzar proclamas interesadas

      Post a Reply
  5. Buen articulo sobre un tema que requiere una profunda reflexión. Cuando alguien se juega la vida para buscar una vida que cree va a ser mejor, tiene que haber mucha desesperación. La inmigración ha existido siempre y no solo vienen “malas personas”, eso es lo que nos quieren hacer creer algunos. De aquí también lhay “malas personas”, no lo olvidemos . Todos los seres humanos merecemos una oportunidad.

    Post a Reply
    • Vienen buenas y malas personas. Eso no admite discusión.

      A las malas hay que detectarlas en las fronteras e impedirlas el acceso a España.

      Las buenas son bienvenidas.

      Post a Reply
      • Joe Antonio… Habrá que decirle a Marlaska que compre para G.C. y Policía detectores de malas personas, y según llegan a la frontera devolverles… Que facil

        Post a Reply
  6. Hay 400 millones de jóvenes de entre 15 y 35 años en África. Naciones Unidas prevee para el año 2050, 830 millones de jóvenes en África. Va a ser difícil que muchos no emigren a una Europa ensimismada en su historia, débil política y socialmente, rica, aunque venida a menos y llena de población envejecida. Veremos lo que pasa.

    Post a Reply
  7. Qué bien estábamos hace 20-30 años! Ahora España parece el Bronx

    Post a Reply
    • El problema es que las fronteras españolas son un coladero.

      Se debiera controlar de una forma más exhaustiva quién entra en nuestro más país.

      Post a Reply
    • La última: han destrozado las imágenes de una iglesia de un pueblecito de Granada y la han prendido fuego.

      ¿Quién? Imagínenlo.

      Post a Reply

Responder a EFP Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *