free web stats

La crisis de la medicina de Familia y el retorno de los brujos

En Prádena conocí a un señor que curaba la psoriásis con una oración, en realidad “La oración“. Un rezo rarísimo que solo sabía uno de la familia y que iba pasando de generación en generación, pero solo a aquel que tuviera “el don”. El resto de la familia permanecía en la ignorancia y el “elegido” se comprometía a no revelar a nadie “la oración” y a utilizarla con cabeza. Si la cosa venía mal dada, el “elegido” se abstenía de iniciar el tratamiento. Había que usar el “don” con cabeza.  Y de este modo, y según me explicaba el buen pelanguto, y los contertulios asentían a cabezazos, no había dermatitis que la oración no remediase.

Pastores de Prádena (ICT Miguel González Herrero).

En la España rural, hoy llamada “vaciada” como para enfatizar que su declive ha sido cosa premeditada, era bastante habitual toparse con curanderos, especialmente en los pueblos de pastores, como Prádena.  Un buen pastor sabe arreglar huesos, quitar la catarata del ojo con un imperdible… Es cosa de práctica, de ahí que algunos terminaran de curanderos arreglando luxaciones, inmovilizando peronés truncados o en sabe Dios qué sangrías. Sin duda, más de uno acabó en el hoyo por fiar la salud a curanderos, pero también hay errores en la medicina positiva y, en definitiva, en la época  alguien tenía apañar la salud de los pobres.

Como digo, no debía ser ciencia demasiado exacta porque la era de los curanderos terminó según se abrían consultorios y farmacias. Pero algo es algo, de forma que, vista la crisis de la Atención Primaria, con una cada día más acuciante falta de médicos de familia, apelo a los parientes de brujos y chamanes a recopilar terapias y ungüentos de sus ancestros, de manera que el día de mañana no empecemos de cero.

Pinta mal, la atención primaria. Evidentemente su crisis es culpa de los gobiernos responsables de su gestión, en menor medida mía y de usted por usarla mal, pero también de los propios médicos.

Verán, hubo una época en que la medicina de familia era la gran salida laboral de los licenciados en medicina. No hacía falta sacar el MIR, bastaba con un curso, de forma que muchos licenciados empezaban allí a introducirse en la práctica médica. No era un destino muy valorado. Aún hoy los chicos parecen hipnotizados por las series de médicos y cirujanos con gorritos del Pato Donald, enfermeras atractivas y deportivos en el párking. No conozco a ningún chaval futuro estudiante de medicina que te diga “yo voy para médico de familia”.

De poco sirve que les digas que la medicina de familia es la reina madre de la salud. La que cura de verdad, la que depende del ojo del facultativo, siendo muchas otras televisivas  especialidades poco menos que fontanería aplicada, cortar y coser, meter chismes por la ingle y sacarlos por desagradables agujeros corporales…

Protesta por los consultorios en Caballar.

La cuestión es que, antes, cuando no eran precisos los 4 años de MIR para salir médico de familia, no pocos licenciados que entraban de rebote en el consultorio quedaban con los años vinculados para siempre a la especialidad. Porque realmente, es el médico de familia el que todo lo sabe. La piedra angular, el que mira, comprende, diagnostica y cura, o yendo mal el asunto, el que moviliza especialistas para sacarte del trance. Repitan conmigo: “Viva los médicos de familia“.

Y ocurrió que hará unos 20 años (y si hay algún especialista que pueda ser más preciso, le ruego que no se corte), supongo que para prestigiar la especialidad (al parecer son los peores pagados del sistema) los médicos de familia dijeron que lo suyo precisaba el MIR. Convencieron de eso a algún ministro tontorrón, y claro, desde entonces, hay una bestial crisis de médicos de familia. Supongo que la intención era buena, supongo también que influían aspectos de sacarse un dinerillo formando “especialistas”, o de puro prestigio mal entendido. Es decir, en la decisión de introducir el MIR en la especialidad operaron aspectos corporativos y gremiales. Y pasó lo que paso. Vacantes, falta de plazas y, a largo plazo, un desmantelamiento salvaje de la sanidad pública. Vean, en Segovia se jubilan este año más de veinte médicos de familia, en el hospital había 6 plazas para la especialidad, y acabado el plazo, ni uno se ha quedado en la provincia. Y y yo qué pensaba que la medicina era cosa de ciencias y de personal ducho en números…

La crisis es gorda y cuajada de aspectos corporativistas que aún persisten. Con lo del covid hubo cierto revuelo cuando la Junta optó, a la desesperada, por contratar recién licenciados. No soy un versado en cosas de la salud, pero me parece de sentido común volver al modelo antiguo. Dejar la especialidad para coordinadores de zona y facilitar que, tras un curso de introducción, los licenciados puedan ponerse al asunto. De otro modo, me veo yo en Prádena buscando curanderos, porque pinta mal…

NOTA. Poner de manifiesto los aspectos corporativo-gremiales en la crisis de la medicina de familia NO supone descargar la enorme responsabilidad de las administraciones, que durante lustros llevan siendo advertidas de la que se les viene y NO han hecho nada. Más de uno de estos nuestros políticos no se merece la anestesia, no señor. Pero corporativismo, haylo…


Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

Share This Post On

1 Comment

  1. Solo digo:Estoy totalmente de acuerdo.

    Post a Reply

Responder a Nordeste Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *