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Houdini, el pavo de La Granja que se come los torreznos

Foto del grupo de FB “Yo vivo en La Granja”.

A Houdini lo conocí el pasado mes de junio, saliendo del pleno de La Granja por la calle Calvario, allí le tomé la primera foto. El pavo estaba en el medio de la calzada, confrontado a un 4×4 de la Guardia Civil. Durante unos minutos los agentes debieron estar hojeando el manual acerca de “procedimientos relativos a la evacuación de pavos reales en calles urbanas”. O consultando con Patrimonio Nacional. Me imagino el cuadro: “patrulla a comandancia, tenemos al pavo en la calle Calvario, repito, calle Calvario, corto”. Lo dejaron estar y siguieron la ronda.

No soy yo muy de animales. Verlos sí, pero tocarlos, acercarme mucho, pues no. Es cierto que no conozco casos de vecinos atacados por pavos reales, pero nunca sabe uno. Así que, con mucho respeto, le tomé unas fotos. Al poco me explicaron que el pavo -siempre el mismo- gusta de escaparse del parque-gallinero ubicado en los jardines del Real Sitio, a unos 300 metros en línea recta de la plaza de los Dolores. Por entonces se daba una vuelta por San Ildefonso a últimas horas de la tarde, aprovechando el fresquito, luego volvía, y así. Ya se sabe, no estando la corte, la vida en palacio es cómoda pero aburrida.

El otro día en el bar Castilla me explicaron que ya tiene nombre, Houdini. Reconozcamos que el nombre le va a la perfección. Alguien lo bautizó así en Instagram: el pavo Houdini, en honor al rey del escapismo. “Le gustan los torreznos”, añadieron. Y la gente, a la que ha perdido el miedo, si es que alguna vez lo tuvo, pues ahora ya pasea a todas horas por el Real Sitio, del Ayuntamiento a Correos, por el mercado y rondando bares. Parsimonioso, inasequible a los turistas que le señalan con el dedo y le sacan fotos. Vamos, como un granjeño más. Se le ve tan natural, tan granjeño, que cualquier día le vemos informando a un madrileño preguntón: “para judiones, en el bar de Toñi. Vaya usted reservando y diga que va de mi parte, de Houdini”.

“Le di un torrezno y vaya si se lo comió”, sigue el del bar Castilla. A los vecinos les encanta verlo pasear, es ya un atractivo más del Real Sitio y alguien comenta: “hay un pueblo en Salamanca que tienen a un cerdo suelto todo el año…” Yo, que soy de natural listillo, apunto con tono de hombre viajado, “La Alberca“. “Ese -sigue el del bar-, lo tienen todo el año y en fiestas lo rifan y…”

Pensaba que no pero resulta que el pavo real es un plato sustancioso. Leo en la Wikipedia que en la antigua Roma no había banquete serio sin pavo cristatus. Dice que es granívoro. Come grano e insectos pequeños, no menciona torreznos ni ataques a humanos. Cuando entra en celo maúlla como un gato (no hace el gloglogló, de su primo el guajalote, el pavo americano, el de Cascajares, vaya). Por lo demás, no es especialmente molesto, más allá de algún frenazo de conductor desavisado que se lo encuentre de frente y se diga “¿coño es esto?”.  Y crucemos los dedos. Porque eso sí, Houdini no se altera por nada ni nadie. Siempre calmo, serio y envarado. Si alguien se le encara el da un rodeo sin perder la distinción. Si hay un coche no creas que apremia el paso. No Houdini, que por algo es de estirpe real, con privilegio para patear por el medio de la calle. La acera, para el populacho.

Faisánido, pariente de gallinas, faisanes y perdices, el Pavo cristatus es territorial. Probablemente Houdini no esté a buenas con algún rival y tenga cuentas pendientes en el gallinero. No hay otra explicación, porque la vida de pavo de Patrimonio tiene pinta de regalada. En la Wiki pone, además, que como buen oriundo de los trópicos, el cristatus no aguanta demasiado el frío, que cuando la cosa baja de los dos grados… Hace cero grados y Houdini como si tal cosa. Será el cambio climático.

De momento Houdini es la sensación de La Granja. El del bar saca un torrezno y se lo lanza. Houdini, regio, vuelve la cabeza y se pone a picar. Le arrea cuatro o cinco picotazos y lo deja. “Estará el torrezno seco”, comenta un parroquiano. “De eso nada. Esta mañana bien que se lo ha zampado”, replica el del bar y vuelve para dentro. Houdini, desdeñoso, sigue su ronda. “Hombre, un torrezno a palo seco… entra mejor con un botellín”, guasea uno. “Será que es torrezno de careta y a la gente le priva más de morro”, replica otro. Risas. De momento no hay plan para Houdini, el pavo escapista, dejarlo suelto. La verdad que mola. Houdini tiene pinta de pavo sibarita. Le cuadra La Granja, vaya que sí.

 

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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