Clara Luquero y Pablo Pérez no se pueden ver. No es sólo que las próximas elecciones municipales comiencen a hacerse protagonistas de la vida política local a pasos agigantados por mucho que falten 15 meses para su celebración. Pero es que ha habido autonómicas con aparente vuelco de reparto de fuerzas entre PSOE y PP —ya, ya sé, no debería ser extrapolable pero si hay quien usa con soltura los sondeos de Tezanos también valdrá esto como encuesta, supongo— y además, después de haberse superado el pleno de presupuestos, los últimos de este periodo si hago caso a algunos analistas, estamos oficialmente en la recta final del mandato y hay que ir quemando naves.
Los enfrentamientos entre la alcaldesa y el líder de la oposición vienen, desde hace meses, envueltos en chispas. La socialista no pierde una sola comparecencia pública para quejarse de “las malas formas” o la “falta de educación” del popular que, es cierto, utiliza un tono que quizá en el Senado pase por ser el de un parlamentario más, pero que en el pleno municipal puede parecer altamente agresivo. El popular se recrea en los errores y puntos débiles de la socialista, suelta hacia ella con desparpajo acusaciones de “incapacidad” o “abandono de funciones” o le dice que “los números no son su fuerte” en medio de un pleno en el que se debaten los presupuestos.
Claro, que Luquero repite machaconamente que el de la oposición es un faltón, gesticula o “no anda bien de educación” pero acto seguido cae en pecados similares de falta de elegancia cuando tacha de “ridículas” las intervenciones que realiza en el Senado, o se ríe con mofa y gestos —con apoyo entusiasta de su escudero, Jesús García— en la cara de Pérez justo cuando está criticando aspectos de su gobierno.
Tal para cual, ya le digo. Temo que esto es lo que nos espere de aquí a mayo del año que viene… si Luquero sigue hasta entonces. Que esa es otra, que Pérez tiene a decirle a la alcaldesa que está amortizada y que diera por sentado en público que la alcaldesa dimitirá en breve ha causado enorme malestar en el entorno socialista, si bien es cierto que nadie lo ha desmentido.
No se crea que todo son sólo debates singulares entre ambos líderes, que esto es cosa en la que juegan también los equipos: los del PP, con José Luis Horcajo o Marco Sandulli como principales secundarios no pierden ocasión de meter morillas en su discurso incidiendo en la línea de ataque personalizado que marca su jefe. En el lado contrario, son especialmente Jesús García, Miguel Merino y Clara Martín los que centran sus ataques en Pérez. “No se entera de nada” es lo más bonito que le dicen, últimamente muy a menudo.
Unidos… Ni pudiendo
Hay otras batallas reseñables y al margen. Por ejemplo, aunque ya ha habido escaramuzas anteriores, en el último pleno se pudo presenciar un áspero cuerpo a cuerpo entre Ana Peñalosa (IU) y Guillermo San Juan (Podemos). Todo fue a cuenta de la implacable crítica a lo que se hace en Servicios Sociales que ejerce el morado, a menudo en el papel de principal opositor de la de IU. Se diría que hay algo personal, aunque el fondo del asunto no es otro que una pugna por el angosto espacio que quieren ocupar las dos fuerzas del espectro más a la izquierda. Fíjese que, por cómo venía la intervención, me pareció que Peñalosa ya iba a echar en cara a San Juan su “ausencia” en los actos de campaña de las autonómicas pese a que entonces concurrieron como Unidas Podemos. No lo sabré nunca, que Luquero cortó la arrancada señalando al reloj que controla el tiempo de intervención…
Noemí Otero tampoco disimula demasiado sus ganas de pelea con la alcaldesa y con el de Podemos, aunque lo cierto es que las broncas que encabeza son más de estilo pompa, de las que se hinchan y explotan con rapidez y brevedad. Además, es más difícil parecer una hooligan en el Grupo municipal de Ciudadanos ya que está David García Foj, al que ya hemos nombrado “concejal MVP” en un buen número de plenos por su capacidad de serenar y recolocar debates con discursos repletos de coherencia (y datos), sin que eso sea óbice para que de vez en cuando suelte rotundos mandobles aunque con sonido sordo. ¡Zasca! Se oye en esas ocasiones entre los periodistas de la grada.
Amiga de soltar lecciones de esas hirientes que se resumen en un “tu qué sabrás” es Clara Martín, sobre todo cuando se pone a soltar tecnicismos del intrincado mundo del urbanismo, sus leyes y sus reglamentos. Suelen parecer contundentes y fundados —lo sean o no, que quizá un análisis pormenorizado…— sobre todo porque es cierto que en el resto de la Corporación no hay expertos en Urbanismo y eso limita la capacidad de respuesta por miedo a equivocarse.
También se ve que han empollado lo suyo concejales como Marco Sandulli, al que sin embargo, en ocasiones, le cuesta parecer convincente incluso cuando habla de lo suyo: asuntos de leyes; o el concejal de Obras, Miguel Merino, al que le gusta ejercer en sede plenaria de concejal y dirigente del PSOE local a la vez y utiliza la táctica del tono sosegado y socarrón, casi desprendido, para golpear a sus rivales por asuntos meramente municipales que adereza con chascarrillos de política de partidos de candente actualidad. Casi siempre le sale bien, sobre todo cuando tiene la última palabra.
Por ejemplo, en el último pleno soltó a una concejala del PP que la mandaba “al rincón de pensar” tras perder el hilo de un debate por no tener claros asuntos como las normas de las ayudas europeas. La interpelada, Silvia Pasarón (PP), le contestó “mandándole a Torrecaballeros” —recordar a un concejal de Segovia que vive fuera de la capital suele doler al señalado—y entonces Merino dijo sentirse interpelado en su ámbito personal y como no le dejaron hablar acabó el pleno enfurruñado en su escaño…
27 febrero, 2022
Hay algún concejal del PSOE que viva en la capital? O solo vienen aquí a cobrar los mejores sueldos de su vida mientras pagan el IBI baratito donde gestionan mejor?