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El ruido verbenero

Crecí en una casa que daba directamente a la N-2 Madrid-Barcelona, así que no soy muy quisquilloso en lo tocante a dormir. Incluso recuerdo (vagamente) que, décadas ha, me debió sentar mal la bebida o algo y me quedé dormido en el reservado de una discoteca. Tengo suerte. En Tabanera, de habitual, se duerme de lujo, aunque entramos de lleno en el mes del ruido. Ninguna casa me hace de pantalla de manera que el sábado (el viernes estuve en la verbena de La Huella) me despierto a eso de las cuatro para escuchar como en sordina,  tampoco ninguna barbaridad decibélica, el fin de las fiestas de San Antonio. No recuerdo la canción, solo que la cantante se desgañitaba con el habitual “hasta siempre Palazuelos” tras lo cual la guitarra se enzarzó en un frenético riff seguido de un largo redoble de la batería. Chin-pún. Y luego el silencio. O no exactamente, pues  el viento silbaba formando bufidos in-crescendo. Pero ese es un ruido sin patrones, el cerebro se acomoda y acuna; el sueño vuelve rápido.

La semana que viene me toca otra sesión en Tabanera y ya entramos de lleno en las de Segovia. Los ecos de las verbenas de la plaza (a cuatro kilómetros en línea recta) llegan rara vez, solo cuando el viento sopla hacia la sierra. En cambio, sintonizo sin problemas el ruido de la feria, los conciertos de San Justo a Nueva Segovia, y por supuesto, las discomóviles, que esa son la que cascan más. Luego de Segovia toca San Cristóbal (a 2,5 kilómetros en línea recta). Así que me esperan noches moviditas, encima con sueños a 20 grados, que tampoco es el infierno pero se le empieza a parecer. Especialmente para los que pernoctan en las zonas próximas a los saraos. Allá por San Fermín la cosa ya se calma. La verbena aprieta pero no ahoga.

De la vez en la discoteca, aprendí que el alcohol a veces es útil. Si uno quiere dormir, lo mejor es cenar huevos fritos acompañados con medio litro de vino tinto por huevo. Con un litro a mí no me despierta ni Metallica. Y digo yo que si me funciona a mí, pues también a más gente. Lo digo, lo practico y se lo aconsejo a los amigos extranjeros, que salvo algún raruno, todos me han confesado que, tras hacerme caso, durmieron como serafines. Pienso seriamente que si este remedio no se receta en la atención primaria es por algún contubernio farmacéutico.

Desde luego, tirarse una semana en vela por una cadena de verbenas, casca. Pero hay que entender que forma parte de la idiosincrasia del país. Somos verbeneros. España podría llamarse tranquilamente “Verbenilandia” con un himno serio “Frenesí”, y otro más para el fútbol, “Paquito el Chocolatero”. En lugar de bandera una ristra de banderines. Y en vez de rey (la República no es una opción para mí) la que gane el Miss España del año, la de Cantalejo sin ir más lejos (vaaaale, acepto al Míster cachas, no se diga que uno es un carca). Somos un ruidoso país, lo cual comporta peajes. Seguro que algún paisano habrá muerto desquiciado, pero ¿cuántos han nacido? Paciencia, amigos. Que además los pobres de las verbenas llevan dos años en blanco, pasándolas canutas. Y el que esté libre de pecado (de juventud) que tire la primera piedra. Toménselo como el fondo de la Seguridad Social pero al revés, solidaridad inversa, igual que yo desvelaba a mis mayores toca ahora que el me cotizará mañana me desvele a mí.

Entramos de lleno en las noches del ruido. Los historiadores de un futuro remoto dirán que hacíamos ruido para conjurar la lluvia. No se entiende, pero somos así. Para mí las verbenas son Patrimonio Cultural de la Humanidad.

NOTA PARA BOOMERS. IMPORTANTE: Y sí, amigo Boomer, hay que joderse pero no hay quien pueda con el botellón verbenero. Además de la mierda de plástico que dejan, lo peor es que los jovenzuelos montan círculos dejando en el medio el material y aún los cubatas. De ahí que cualquier desplazamiento inter-mogollón se salda con dos o tres aplastamientos de Smirnoff, Fanta y demás… Un incordio, fuente de malentendidos generacionales, que además ha terminado con bailes entrañables como “La conga”. Oh tempora, Oh mores…


Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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5 Comments

  1. Ni le cuento a usted lo que es vivir (llevo toda la vida en la misma casa y peino los setenta) en el recinto antiguo de la capital. Y efectivamente somos ruidosos y sucios, y me atrevería a asegurar que vamos a peor añadiendo la desidia en el trabajo y por trabajar, salvo para juergas. País, S.A. Que decía Forgues.

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  2. Pues nada. Bebamos y bebamos, con alguna “ayudita” más, para llevar el ruido que nos espera.

    Eso si. Después implantamos las Zonas de Bajas Emisiones, para terminar de echar al vecino de su barrio.

    Nos mudaremos a la Lastrilla y el centro, para sus verdaderos dueños: hosteleros, turistas y amigos de Baco.

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    • ¿A La Lastrilla? Le invito a mi casa en el Sotillo. Podrá disfrutar de los conciertos en la Plaza de Toros de Segovia y de San Quirce, de la música del recinto ferial, de las verbenas del barrio de San Lorenzo, de las de La Lastrilla, San Critóbal, Tizneros y de las del propio Sotillo, de los saraos, karaokes y botellones los fines de semana en el Parque de las Canteras y las de otros tantos festejos cuya ubicación aún debo localizar, dejando a un lado el ruido continuo del tráfico de la autovía, los ladridos de los perros mal educados por sus dueños y demás
      En este país, la calle no es de nadie, por lo que todo lo que ocurre en ella está permitido. Además cada uno debe ocuparse sólo de sus propios asuntos, por lo que protestar contre el ruido y contra las molestias que otros causan está mal visto. Atenta contra la tradición y el estilo de vida español

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  3. Cualquier ciudadano que se moleste en documentar estas verbenas y ponga una denuncia obtendrá resultados.

    Existe una normativa de ruidos con niveles y horarios y punto.

    La normativa europea no permite estos excesos de ninguna manera.

    Y el hecho de que el Ayuntamiento sea muy a menudo parte colaboradora solo implica que también sería condenado por inacción y/o prevaricación.

    Vamos, que no se te ocurra tirar de la cadena después de las diez de la noche en Berlín, Copenhague…

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  4. Cambie el dial señor Besa.

    Sintonice Onda Melatonina o Radio María (Radio Marihuana, no la de los curas) y dormirá como un angelito.

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