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El día que las costureras salvaron la sanidad

Es una exageración, está claro. La sanidad la salva mucha gente, empezando por los médicos, limpiadoras, los que llevan suministros, electricistas, cajeras del Lupa, polis, y muy especialmente, los que se quedan en casa. Pero del mismo modo que la foto que define la batalla del Marne (1914) es una interminable hilera de taxis parisinos acarreando soldados al frente, para mí la de los primeros días del “estallido” en Segovia del COVID19 es la de una costurera reclinada en su Singer recosiendo mascarillas.

A fecha de hoy son mil los voluntarios que  colaboran en el batallón de costura. Han superado las 100.000 mascarillas entregadas y encaran una nueva etapa, fabricar 1.500 batas de plástico al día. Un trabajo impresionante.

Los primeros días de la epidemia se saldaron con una manifiesta imprevisión: faltaba material de protección. No se anticiparon las ingentes compras de mascarillas y batas que se precisan para gestionar una epidemia así.   Previo a atender a un infectado o sospechoso de estarlo hay que ponerse guantes, bata y mascarilla, que hay que desechar tan pronto se le ha atendido. Y eso es así en residencias, en hospitales y allá donde se tercie el trato físico con sospechosos de portar el virus y colectivos de especial riesgo.

 

Los exiguos stocks se consumían a velocidad de vértigo. La reutilización de material se saldó con infecciones de personal, residencias que se encontraron con la baja de 8 de cada 10 empleados, porcentajes del 15% de infectados entre el colectivo sanitario. ¿La situación podía empeorar? Claramente sí. El Gobierno asumió la “compra centralizada” de stocks, cuando eran las autonomías, gestoras de la sanidad, las que tenían las redes de abastecimiento. Aquellas macrocompras anunciadas por Pedro Sánchez no terminaban de llegar. Desesperadas, las autonomías se lanzaron cada una por su cuenta a por los carísimos y exiguos stocks a tiro en el mercado. Más días perdidos. Entre tanto, la falta de EPIs era ya un clamor general.

“Si durante estos días hemos podido dar material a trabajadores municipales y a residencias, ha sido por la movilización popular“, refiere tajante el alcalde de San Cristóbal, Óscar Moral. Son esas 100.000 mascarillas que, a 15 piezas la hora, han ido cosiendo cientos de voluntarias desde su confinamiento. Otra improvisada red logística, con especial referencia a los integrantes de Protección Civil, se encargaba de ir llevando lotes a la delegación, a las residencias de mayores, a los ayuntamientos… Finalmente incluso hasta a la misma red hospitalaria. Empezando por el 12 de Octubre de Madrid, continuando por el Hospital de Segovia.

Cómo empezó todo

El batallón tiene tres coordinadores, Jorge Miguel Peña (empresario), María de Pablos (presidenta de Aspace y Neurofuturo) y José María Bravo (Diputación de Segovia). “Todavía no había empezado el pico de la demanda cuando Jorge, de Mundo Laboral, hizo un donativo de 6.000€ en material para hacer mascarillas. Se puso en contacto con María, que empezó a tirar de las voluntarias de su asociación para coser. Entonces María me llamó para pedirme el listado de residencias de la provincia”, cuenta Chema Bravo.

Desde Mundo Laboral, una reputada empresa de equipación laboral, se puso el know how, ASPACE y Neurofutoro  el primer escalón organizativo de mano de obra, el boca a boca movilizado por los grupos de Wapp fue reclutando voluntarios. Eso era mediado marzo, cuando el macabro marcador oficial de COVID19 registraba apenas un centenar de contagios y menos de 10 muertos en Segovia.

El reto era inmenso, no bastan con los voluntarios. Hay que primero llevar el material a cada costurera en tiempos de confinamiento.  Todo paquete se cuenta tanto según llega para su manufacturación como para su salida. Se apunta cuidadosamente cuánto, cómo y dónde. Luego hay hacer paquetes y  esterilizar. Para ello se ha recurrido también a ionizadores facilitados por la solidaridad empresarial “esterilizamos en la sede de Mundo Laboral de El Cerro, en Cantalejo. Hacemos rutas, se visita la casa de la coordinadora y a la que se entrega nuevo material por coser se recibe el terminado. En la misma ruta se visitan residencias, establecimientos, farmacias, donde se entrega lo que yo llamo el producto terminado. Luego se lleva el material por esterilizar a Cantalejo o Mundo Laboral, que se ioniza. Se carga de nuevo y vuelta a empezar”, explica María de Pablos mientras recita las entregas del día anterior: 2.000 en el hospital, 200 en Zarzuela, en Prádena, en Mozoncillo a Protección Civil, en la prisión, en Nava, Coca, Ayllón, y así hasta más de 30 destinos en un solo día. Entre tanto, en ASPACE, a su vez, se iban dando de alta más y más voluntarias. Finalmente, llevar el material donde se necesita, en lo que ha tenido un especial protagonismo los ayuntamientos y Protección Civil.

El 23 de marzo (223 contagios, 23 fallecidos), Peña, con el móvil bloqueado de mensajes, rogaba a través de los medios que se contactará también con María. “La iniciativa está tomando una dimensión enorme dada la cantidad de llamadas, de mensajes para ayudar y para colaborar. De todo tipo, para coser, para llevar mercancía, más el personal de Mundo Laboral que también trabaja en el proyecto”, explicaba Peña. Ese día le pregunté a Jorge como iba el balance. Me mandó un escueto resumen, “10.000 mascarillas entregadas, 15.000 en elaboración”.

Talleres de manualidades

La maquinaria se había puesto en marcha. “Nosotros en Diputación tenemos los grupos de wapp de los talleres de manualidades, de Deporte Social, a partir de allí era fácil dar con señoras que saben coser y grupos de voluntarios, la verdad que todo el mundo quiere ayudar. Hay muy buena gente en el mundo”, cuenta Chema Bravo, y lo ejemplifica . En minutos se había movilizado una red de 23 costureras en tal pueblo, 6 en el otro, 3 allá, 14 acá. Impresionante. En pocos días “mascarillas solidarias” integraba ya 800 voluntarios, mil a fecha de hoy. Hay 20 coordinadores locales que centralizan la logística en cada comarca. No hay residencia que no haya tirado del stock salvador de las costureras. También policías, y también el personal sanitario a través de los sindicatos. En una crisis bestial de desabastecimiento los voluntarios supieron mitigar la situación. Probablemente han evitado centenares de contagios entre el personal que está en primera línea lidiando con el virus cara a cara.

 

El 29 de marzo (567 infectados, 58 fallecidos) el batallón entregaba 6.000 mascarillas al 12 de Octubre en Madrid. “Las mascarillas no están homologadas, y al principio el sistema sanitario era reticente, pero nosotros las hacemos conforme la normativa, con capa intermedia de plástico las de triple capa de 40, de doble de tela las de 18, tejido de rollo antiséptico, fibra pareada, son las de usar y tirar. Los hospitales tienen autoclaves y allí las esterilizan”, explica Bravo. A fecha de hoy (811 infectados, 81 muertos) la crisis de las mascarillas está en fase de solución. Los servicios de comunicación de las administraciones informan puntualmente de los cientos de miles de equipos distribuidos.  Pero siguen faltando batas.

Maestros de la costura

Chema Bravo de esto sabe. “Tengo un curso de patronaje, aunque aprendí con mi madre, horas y mas horas en la máquina”, dice. Hace unos meses unas amigas le gastaron una broma y le apuntaron al casting de Maestros de la Costura. Cuesta de creer pero Bravo me lo confirma. No solo eso. Su perfil, periodista de Hola, jefe de prensa de la Diputación, luego procurador, actualmente vicepresidente de la Diputación y alcalde del PP en San Miguel de Bernuy, lo convertían en candidato top. De hecho del programa le llamaron para ir directo al casting final en Barcelona, pasando por delante de 13.000 aspirantes. “Me llamaron continuamente, dije que no”, cuenta con cierto orgullo.

De acuerdo con la empresa de Cantalejo Plástico Rodeno, el batallón se hizo con una partida de plástico alimentario. “Al final es polipropileno, del que se usa en las granjas para cubrir a los cochinillos y que no enfermen, también se usa en los viveros de la zona, es abundante y fácil de trabajar. Se cose sin problemas”. En pocas horas el batallón cosio una “prueba beta” de 1500 batas desechables. Material homologado para prevenir infecciones. Después de su proceso de fabricación son sometidas a esterilización durante más de seis horas en una sala estanca inyectada con Ozono.

El 30 de Marzo (629 infectados, 69 muertos), se hicieron las primeras entregas de estas batas con más de 3.000 unidades repartidas entre Hospital General de Segovia, centros de Atención Primaria, Diputación de Segovia y algunas de las residencias de ancianos de la provincia. Los voluntarios siguen llegando. Así que el batallón se ha puesto el objetivo de entregar 1.200 unidades al día esperando alcanzar las 1.500 unidades. En el reparto se dará prioridad a los equipos sanitarios, Residencias de Ancianos y personal que trabaje directamente con personas mayores.

¿Cómo se financia todo esto?

“Estamos estudiando vías de financiación para recaudar fondos y llegar a toda Castilla y León. Estamos recibiendo apoyo en redes sociales y otros medios, además de la generosidad de empresas, clubs deportivos, particulares, asociaciones, entre otras, que están realizando sus donaciones a través de la cuenta habilitada por la Gimnástica Segoviana y la cuenta de Aspace Segovia para este proyecto en Caja Rural. ( ES66 3060 1028 5924 4215 6622 )”, explican en el batallón. Es dinero necesario para comprar telas, plásticos, gomas…

También cuentan historias que rompen el alma. “Una mujer nos llamó. Necesitaba un EPI para ver a su madre, que se estaba muriendo en un hospital. Quedamos en la carretera y le entregue un par de batas, guantes, mascarillas. Unos días después ella me llamó, muy agradecida, gracias a la bata su madre se había podido despedir de ella. Solo con eso…” Los tiempos duros son también tiempos solidarios.

 

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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