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Barcelona es capital de la marina, de la Terra Ferma, Lleida(*)

Lérida es mi ciudad natal. En castellano lo propio es Lérida, como Londres respecto a London, pero se me hace extraño llamarla así. Oficial y catalanamente Lleida. No tiene mucha fama y el clima es un infierno (Ilerdam videas, que decían los romanos**) pero les aseguro que es más que digna de ver.  De las cuatro capitales catalanas a mí es la más me gusta. La quiero un montón.

Nuestra cocina no es espectacular. Se basa en cocina de huerta (“cassola”, un perolo en el que hay de todo). La langoniza  es la mejor del mundo, conejo a la brasa, una especie de pizzas de arenque (coques de recapte), cordero (ahí ya reconozco que el lechal le gana y de largo la partida) y mil clases de butifarras. Al cerdo le llamamos tocino. Así que si les ofrecen lomo de tocino no pongan cara rara. Poco que ver con lo que comen el resto de catalanes.

En general, mis amigos segovianos no son grandes entusiastas, pero los nativos perdemos la chaveta ante una “llauna” de caracoles con alioli (atención, no consumir nunca con agua, maridar con vino y Casera). El aceite, señores, es el  mejor del mundo mundial sin discusión posible. El postre típico es un “music”, con avellanas,  almendras (también las mejores del mundo) y miel. Barriendo para casa, yo y los leridanos castizos preferimos otro postre tradicional, la naranja tropical Casañé (un mantecado), inventada en los 60 por mi querídismo tío Josep Maria, que en paz descanse (inspirado en los helados americanos que conoció de emigrante en Venezuela).

No es una ciudad patrimonial. Aunque a mi entender la Seu Vella, con su conjunto de murallas, su claustro y sus portaladas le da tres vueltas al mismísimo Alcázar (hala, ya lo he dicho). Con todo el mayor espectáculo es antropológico, social, urbano. Yo flipo cada vez que voy.

El cogollo del centro histórico impresiona. En algunas plazas todo lo que ves son negros, parece África. Llegaron en los 80 y ocuparon las casas destartaladas de tabiques de adobe donde crecieron nuestros padres. Los lugareños se fueron a los barrios nuevos de amplias y modernas calles. Casas con calefacción central y aire acondicionado.

Tenemos fruta a punta pala. En mayo, pasadas las fiestas de Sant Anastasi, llegaban los temporeros de todas partes. Y muchos se quedaron. Nigeria, Senegal, Costa de Marfil. Yo que he vivido allí en el centro nunca jamás he tenido el menor problema. Puede parecer el Raval de Barcelona, y sí, hay droga también a punta pala, y donde hay droga problemas. Pero no se asalta a los turistas, la gente es amable. Ya les digo, nunca jamás el menor problema. Lo cierto es que hay un fuerte rechazo social y los leridanos blancos ni viven allí ni es el sitio que prefieren para pasear con los hijos, a pesar de que visualmente es muy atractivo (o eso me parece). Para contrarrestar, el ayuntamiento, la Paeria, organiza cada vez más actos allí (conciertos, saraos y fiestas de la cerveza artesana) y me alegra informar de que la gente responde. Desde hace ya unos años hay terrazas y locales de raciones “para blancos”, de creciente éxito. Se los aconsejo vivamente. Buen precio, buena calidad. Se notan  las políticas de rehabilitación. Se mire por donde se mire  las cosas están mucho mejor que cuando me fui a vivir a Segovia en 1997.

Emigrantes durmiendo en el centro de una calle de Lleida.

Como les digo a finales de mayo llegan oleadas de temporeros africanos. Son miles, se habla de 30.000. Desde hace 20 años, sindicatos y patronal, junto con las instituciones, trabajan en mejorar las viviendas temporales en las que les alojan los empresarios de la fruta. Muy diferente a cuando yo era chaval, cuando los pueblos del Segrià quedaban cercados de miserables campamentos de chabolas. La contratación ilegal está controlada. Pero hay  pequeñas mafias asentadas sobre una menguante emigración ilegal.  Pirula típica es darte un NIE de otro pariente. Los funcionarios no son muy duchos en diferenciar entre Ibrahim Keita (Mali) y Wilfred Yapo (Costa). Y al payés le da igual si te llamas Wilfred o Ibrahim. Le importa que el contrato es legal y punto.

Los negros se ríen, los blancos distinguen a un búlgaro de un escocés por el acento pero son incapaces de diferenciar a un mauritano de un bantú, especialmente si se rapan el pelo. Con todo, las cosas son bastante más legales que en otros puntos de España y Europa.  Yo no compro el relato de empresarios codiciosos, neo-negreros. Haberlos haylos pero no es ni de largo lo normal. Muy al contrario, hay un trabajo social creo que meritorio. Me indigna ese relato simplón y falso que ignora los hechos.

Pero en junio te encontrarás imágenes dolorosas. Decenas de tíos acampando al raso en medio de la ciudad esperando a ser contratados en tal o cual finca. Otros años la cosa estaba más controlada y no eran ni la décima parte, pero el covid19 ha debido paralizar los resortes asistenciales. También hay más necesidad. Familias que no ven un duro desde marzo; los mercadillos playeros y de las ferias se han ido al garete. Para mucha de esta gente el Valle del Ebro es la última bala.

La misma situación encontrarás en la carnicería de Cataluña, La Segarra, el Baix Cinca o La Litera (Huesca). Las furgonetas de peones van que vuelan . Se hacen tests, sí, pero los médicos se quejan de que los positivos se escapan salvo cuando ya están bien jodidos. Que en su gran mayoría los contagiados sean asintomáticos no ayuda. Para ellos la fruta es la última oportunidad de ganar un poco de dinero. Recluirse en cuarentena y perder el trabajo no es para ellos una opción.

El Arnau es el principal hospital en muchos kilómetros a la redonda. Lo mismo se habla maño que swahili y por supuesto catalán. 120 nuevos contagios el jueves, 155 el viernes. Así hasta llegar a un contagio comunitario de libro. El sábado la Generalitat decretó el confinamiento del Segrià. La Litera y Fraga llevan dos semanas “descendidos” a fase 2.

Mis amigos están que trinan. Los Mossos han cerrado los accesos a las autopistas y principales carreteras y toda la comarca ha sido confinada: ni entrar ni salir. Esto era totalmente previsible, las medidas o no se han tomado o no han funcionado. A muchos el confinamiento les ha pillado haciendo las maletas para irse a la playa. A los  que pidieron vacaciones en julio les toca quedarse en casa en una de las ciudades más tórridas de Madrid arriba. Vale, no es lo mismo que hacinarse en un barracón atestado de covid, pero reconozcamos que perder las vacaciones es un putadón. No hay colonias para los chicos ni domingos en Salou o Torredembarra ni excursiones a la fresca del Pirineo.  Algunos, con apartamento contratado, ya están en la tarea de estudiar las rutas secundarias, terciarias, caminos de tierra, para escapar a la comarca vecina, Les Garrigues, aún a riesgo de los 600€ de multa por cabeza.  La ética personal no coincide con la ética colectiva. Es un problema pero no estoy en condiciones de culpar a nadie, ni a negros ni a blancos.

Doy gracias a Dios que mi madre lleva en la playa desde finales de junio. Los caracoles de Merca Madrid no hay quien se los coma y a mi hermano no le veo desde Navidad . Puto jodido virus, a ver si te mueres ya…

Notas

*Ramon Muntaner, Crónica de Jaume I. “Barcelona és cap de Catalunya en la marina, e en la terra ferma Lleida”

**Ilerdam videas. Que te veas en Lérida. Dicho romano traducible como “Que te vayas al quinto pino”, “Que te vea en Pernambuco”. La dureza del clima y de la conquista de la vieja Ilerda, lo remoto de su situación respecto a Roma justifican este injustísimo dicho. 

 


 

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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3 Comments

  1. Excelente.

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  2. Muy Instructivo, si señor.

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  3. Amigo Besa: si llega usted a mentar a Indíbil y Mandonio, logra saltarme las lágrimas.
    Excelente artículo.

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