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Presupuestos y políticos pasotas

Ante la ausencia de presupuestos en Segovia, Valladolid y Madrid se me han venido a la cabeza recuerdos adolescentes, de aquellos hippy-punks que campaban por las plazas bien colocados a golpe de porro. “Son los pasotas“, les llamábamos la chavalada, probablemente porque Esteso y Pajares gustaban parodiarlos en la tele con su eslogan favorito: “Paso de todo, tío”. Y este pasar de todo es lo que me viene al magín cuando pienso en los políticos.

No tener presupuestos es cómo suspender y repetir curso por paquete. Y es un suspenso, un pedazo de cero patatero, compartido por gobierno y, muy especialmente, por la oposición. Les pagamos para que mal que bien las cosas marchen. Y para que marchen es imprescindible contar, a poder ser a primeros de año, de un listado con lo que harán con los dineros que tanto nos cuesta ganar a los currantes, nuestra pasta, para que la cosa medio marche. Pero nada. Ni de eso son capaces.

Y en esto quiero ser especialmente crítico con la oposición, y menos con Sánchez, Mañueco o Mazarías, que tampoco es que hayan andado muy finos. Es trabajo de la oposición facilitar acuerdos de gobernabilidad en aras del interés general. Pero es más fácil pedir mus, obstruir la acción de gobierno, y ceñirse al relato del desgaste con la idea de mejorar posiciones en unas hipotéticas elecciones. En otras palabras y una vez más, políticos y partidos imponen sus intereses particulares a los generales amparándose en toda suerte de gilipolleces. Para mí eso es Alta Traición.

No sé si se dan cuenta del daño que hacen al sistema. Ante tamaño ejercicio de inutilidad, la reacción más común es enfadarse con todos y mandarlos a freír espárragos. Y así pasa que ascienden populistas, vivales y lerdos en general que comparecen ante la opinión pública como los “desatascadores”. El descrédito de las instituciones se dispara. ¿Y qué son sino institución los políticos? . Es como sentarse en la rama del árbol que vas a cortar. Lo malo es que el árbol caerá justamente encima de nuestra cabeza.

¡Es que encima, les pagamos, y no poco! Miren, la primera ley de un país es que los parlamentarios, los representantes del pueblo, no cobran ni un duro hasta que constituyen gobierno. La segunda es que tampoco cobran si no aprueban presupuestos. ¿Cómo van a arreglar problemas como la vivienda o los retos de los servicios públicos sin presupuestos? Pero descuiden, no pasará… Es más, la medida ni siquiera figurará en el programa del más marginal de los partidos.

En Segovia, quiero pensar que Mazarías, si sigue sin mayoría para aprobar las cuentas, terminará por marcarse una moción de confianza. Un buen recurso de la administración local para atajar tanta desidia, el alcalde lleva al pleno unos presupuestos que se aprueban por minoría si no hay un consenso opositor para sacarle de la poltrona. Lo mismo debería pasar en la administración autonómica y el gobierno central.

Desgraciadamente, hoy los políticos son el enemigo número uno de la democracia. El número dos somos nosotros, cómplices necesarios. A los primeros les ha llevado a esa posición  la permanente priorización de los intereses personales y de partido; a los segundos, a nosotros, la ignorancia y la desmovilización y la estulticia de dejarse polarizar por tamaños zoquetes. Y eso no se va arreglar el año que viene, bien que se podría.

Escribo esto y en la radio Pepe Begines, líder de No me pises que llevo chanclas, recuerda su dilatada trayectoria. Canciones en las que se parodiaba esta vocación por colocarse y pasar de todo que caracteriza a nuestra clase político, con independencia de las siglas que lucen. Embolillados, todo el día embolillados.


Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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