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(Reeditado, abril 2014)

“El sentimiento se ha ido asentando. Hemos pasado de lo reivindicativo y medio clandestino, de una sociedad que se pasmaba de poder protestar y pasear entre las casetas de los partidos más de izquierda, a lo institucional. Se celebra una comunidad estable y es emotivo”, quien así habla es Fernando Ortiz, fundador del Nuevo Mester de Juglaría y uno de los castellanos que mejor conoce la festividad de Villalar. No en balde, pocos como el Mester pueden jactarse de acumular más “Villalares” en sus dulzainas. Ellos estuvieron en la primera concentración legal, la de 1977, donde ya interpretaron el himno extraoficial de Castilla, Los Comuneros, del poeta Luis López Álvarez. “El ambiente de la transición era muy interesante, tiempos llenos de ilusión y de cambiar las cosas”. La fiesta había surgido espontáneamente un año antes, auspiciada por el Instituto Regional Castellano Leonés, convocatoria que se declaró ilegal pese a lo cual se congregaron en las campas de Villalar 400 autonomistas, que se las tuvieron, no con los flamencos de Adriano de Utrech, pero sí con la policía. En 1977 la fiesta era imparable y 20.000 personas acudieron a la cita.

Ya ese año, el cántico de Los Comuneros en la voz del Mester, grabado en 1976, se convirtió en uno de los platos fuertes de la concentración autonomista. “Al principio los medios eran muy precarios, recuerdo actuaciones medio nevando y habiendo de parar a la mitad por alguna avería”. Tampoco era infrecuente la presencia intimidatorio de “los grises”, la policía armada anti disturbios. Y es que en Villalar se daban cita castellanistas, independentistas, republicanos e izquierda radical de todo signo. “Éramos muy jóvenes y lógicamente había mucha diversión, juerga buena y fiesta constante, ya te digo, resultaba impensable reivindicar políticamente tan libremente”, explica Ortiz. Treinta y siete años después, la noticia está en que los Mester no tocan en Villalar por primera vez en muchos años. Una verdadera falta de respeto.

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