Posted By José Luis Aceves Galindo on 14, Ene, 2023

El año 2022 ha sido un año marcado por la agresión militar de Putin (el amigo de la ultraderecha) contra Ucrania, iniciada el pasado 24 de febrero. Una guerra injusta y contraria a la legalidad internacional, que siembra de muertos civiles y destrucción un país europeo de forma injusta por las ansias imperialistas de un tirano y con consecuencias para todos por los problemas energéticos. También el año pasado ha estado marcado por la progresiva y constante superación de la pandemia del COVID-19 y la mejora económica en tiempos de incertidumbre y dificultades.

Las consecuencias de esta invasión ilegal tiene un enorme alcance global. El incremento del precio de la energía y una espiral de inflación sin precedentes son los efectos más evidentes y golpean de lleno a toda Europa. Aunque el PP y la ultraderecha lo silencian en sus declaraciones para endosar en exclusiva sus efectos al Gobierno de España, la evidencia internacional lo relata, demostrando además que las medidas tomadas por Pedro Sánchez y su gobierno van en la línea correcta para controlar y ayudar a la clase media y trabajadora, así como a las empresas.

Ante este escenario complejo, el año 2022 también ha marcado la senda del gobierno dando máxima prioridad al objetivo de controlar la inflación y paliar sus efectos. España ha defendido con ahínco, en Bruselas, la intervención del mercado energético: consiguiendo la excepción ibérica que ha rebajado el recibo de la luz y el tope al precio del gas. Todo ello ha llevado a que la inflación en España sea la menor de toda la UE, a pesar de que todavía es alta y que con la rebaja del IVA del precio de los alimentos y el nuevo paquete de medidas ayudarán a seguir generando confianza, certezas y esperanza, para seguir doblegándola en los próximos meses. Seguro que se tienen que seguir tomando medidas, pero la primera incógnita es por qué la Junta no suplementa ninguna medida en la misma dirección. Si reciben un 25 % más de financiación extra de los PGE2023, Mañueco y sus socios de ultraderecha, con “tanto amor al trabajo”, por qué no han ejecutado ni anunciado ninguna medida extraordinaria para ayudar a la ciudadanía. Ya saben su gran preocupación por los problemas de la clase media y trabajadora, les perturba (ironía).

Si hablamos de mercado de trabajo, España crece y crea empleo estable, desmontando las predicciones catastrofistas de una derecha incapaz de articular un discurso económico coherente, que además vió como su discurso de bajada de impuestos se desmoronaba después de la dimisión de la premier Británica, cuando puso casi en banca rota al país, después de medidas de bajada masiva de impuestos. Además, el año se cerró con una cifra récord de 20,3 millones de personas cotizantes a la Seguridad Social (63.201 en Segovia), con más contratos estables y de calidad.

El paro cerró 2022 con la cifra más baja de desempleados en nuestro país desde el año 2007, 2.837.635 desempleados, un 12,5 % (268.252 parados menos (-8,6%) que el año anterior y se han creado casi medio millón de empleos (471.360), favoreciendo especialmente a las mujeres y a los trabajadores más jóvenes. En la Comunidad son 122.936 parados y en nuestra provincia se ha cerrado 2022 con 218 desempleados menos; un 3,63 por ciento menos que hace un año. Por primera vez en muchos años el número de desempleados en nuestra provincia está por debajo de la barrera de los 6.000; concretamente 5.788. El PP y los “medios voceros”, están alimentando para no reconocer los buenos datos, el bulo de que son datos manipulados ya que no se contabilizan los fijos discontinuos como desempleados, cuando la realidad es que el método de contabilización es el mismo desde el año 1985 y por lo tanto siempre se contabilizaron de la misma manera.

Sin duda la acertada reforma laboral está permitiendo reducir la temporalidad y crear empleo aún en un contexto tan extremadamente complicado como el actual, y las subidas del SMI no lastran la economía, como auguraban las previsiones más rancias, sino que mejoran las condiciones de los trabajadores y la economía.

Una vez más, entra urticaria, sólo con imaginar cómo estaría el panorama con las medidas anunciadas por un hipotético gobierno de la derecha con la ultraderecha, aplicando las mismas recetas de la “respuesta neoliberal a la crisis financiera”, con recortes sociales y rescates financieros, produciendo unas profundas diferencias sociales y ayudando sólo a los que más tienen, pero en esta ocasión la factura de la crisis provocada por la guerra en Ucrania no recaerá en una clase media y trabajadora, a la que este gobierno pone en el centro de toda su acción.

España avanza además en derechos, igualdad y oportunidades, para construir un país más justo, próspero y sostenible. Y lo hace a pesar de la injustificable actitud de la derecha que se sitúa fuera del marco constitucional al persistir en un inaceptable bloqueo en la renovación del Consejo General del Poder Judicial, después de cuatro años de mandato caducado. Pero a su pesar, las pensiones suben un 8,5 %, el salario de los empleados públicos aumenta en un 3,5 %, volveremos a subir el SMI y protegeremos el poder adquisitivo de las familias y empresas, así que, si hemos conseguido que España avance con un vendaval en contra, imagina todo lo que lograremos cuando el viento sople a favor.

Pero 2023 ha comenzado con un intento de golpe de Estado en Brasil, con los seguidores del ex presidente, de ultraderecha, Bolsonaro, asaltando el Congreso, el palacio de justicia y la sede de la presidencia de la República, lo que nos indica que la mayor amenaza sobre la democracia es el resurgir de los movimientos ultras dispuestos a terminar con todo. Lo más triste es que el PP utilizó en primer momento el grave suceso para criticar al gobierno, en vez de ponerse del lado de la comunidad internacional y la democracia, como demostró Cuca Gamarra y la ultraderecha de Vox, amiga de Bolsonaro y Trump, como es previsible utiliza eufemismos para no condenar este intento de golpe de estado. ¡No se esconden!

No olvidemos que desde 2019, la estrategia en España es la misma, primero deslegitimar al gobierno que sale de las urnas, después insultar hasta deshumanizar y denigrar al rival político, a continuación, obviar datos oficiales y utilizar bulos, luego sembrar el odio a cualquier precio, y vemos el final: asaltar las instituciones. ¡Cuidado!

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