El 19 de octubre entraba en vigor la Ley 7/2014 de Rehabilitación y Renovación Urbana de Castilla y León en lo tocante a la conversión a rústico del suelo urbanizable. De un plumazo 114 millones de metros cuadrados de toda la comunidad han pasado a rústico. Ya no se podrá construir en ellos.
La ley persigue evitar la urbanización indiscriminada del campo. Recortar la oferta de suelo disponible para enfocar los crecimientos inmobiliarios en la rehabilitación. Para ello considera automáticamente reconvertidos en suelo rústico los terrenos considerados como suelo urbanizable. En Segovia, afecta a 11.534.364 metros cuadrados en los municipios de El Espinar (1,9 millones de metros), Santa María la Real de Nieva (1,3), Riaza (1,2), Condado de Castilnovo (1,1) y Palazuelos de Eresma (4,3). Otras localidades que ganan suelo rústico pero en menor medida son Gomezserración, Cantalejo, Ayllón, Sepúlveda, Martín Muñoz de la Dehesa, Tresasas, Boceguillas, Sanchonuño, Villeguillo, Nieva, Cantimpalos, Chañe, Santo Tomé, Hontanares de Eresma, con bolsas de suelo de 210.000 a 7.000 metros.
Pero como se ve, es Palazuelos la más beneficiada, por cuanto la localidad libra de la hormigonera más de 4Km2, casi el 14% de la totalidad del término municipal (36,7 Km2). Son actuaciones proyectadas en el extremo norte de Palazuelos o incluso a orillas del Pontón, algunas de las cuales ya se preveía desclasificar como urbanizables en el borrador del fallido PGOU de 2011. La entrada en vigor de la ley facilita en sobremanera redimensionar la enorme bolsa de suelo urbano de la localidad del alfoz.
El auge del suelo urbanizable
Para entender la situación hay que retrotraerse a los años 80. Con la figura de suelo urbanizable los municipios sacaron al mercado cantidades ingentes de terrenos pendientes de desarrollo y alejados de la trama urbana. En Palazuelos se optó por una política de máximos. Prácticamente todo lo que no tenía una especial protección quedó clasificado como potencialmente edificable. Se beneficiaba el ayuntamiento, que veía así incrementado el ingreso de IBI, amén de licencias y cesiones de suelo, y se beneficiaban los propietarios de terreno, que de tener un patatal, pasaban a tener un hipotético propiedad inmobiliaria en un momento en el que el mercado demandaba suelo, especialmente en las proximidades de Segovia capital.
Ahora bien, el suelo urbanizable, a diferencia del suelo urbano, carece de ordenamiento. Hay que establecer juntas de compensación entre propietarios, urbanizar calles, dotar de estructuras, accesos, aportar espacios dotacionales… Eso hace que en la práctica desarrollar estas bolsas de suelo requiera una gran inversión. Así pasó en Carrascalejo, en zonas de Tabanera o en Robledo, pero algunos otros planes se quedaron -felizmente- en agua de borrajas. Si nunca tuvieron viabilidad, la crisis de 2007 se encargó de paralizarlas. Ese fue el caso de proyectos como los Llanos del Pontón (orillando el pantano) o una especia de gran área industrial al Norte de Palazuelos (Riosol).
No habrá impacto en el IBI
Para Palazuelos, pues, la medida es todo un alivio de la presión inmobiliaria. El suelo construible queda prácticamente reducido a terminar el Carrascalejo y retoques en Robledo y Tabanera. La contrapartida es que el suelo desclasificado pasa ahora a tributar como rústico. Algo que sin embargo el alcalde, Jesús Nieto, niega que vaya a tener un impacto. “La cifra para 2017 es prácticamente la misma que en 2016. En el anterior padrón ya se equilibró la situación y entendemos que no habrá un impacto sobre los ingresos”, explicaba. Para Nieto, la desclasificación masiva facilita afrontar ahora la necesaria redacción de un PGOU, que no prosperó precisamente en 2011 por la avalancha de contenciosos que auguraba la reducción de suelo urbanizable a rústico.
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