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Hasta siempre querido profesor (in memoriam Andrés Rodao)

El pasado 17 de abril, fallecía a los 90 años el sacerdote Andrés Rodao, que fuera profesor de filosofía en el Colegio Maristas. Su ex-alumno, el concejal José Luis Huertas,  ha elaborado el presente obituario destacando su labor en el desarrollo de la Semana Santa segoviana, pocos días después del fallecimiento de otro sacerdote clave en el sostén de esta tradición, Ángel García.

No corren buenos tiempos, para todos, en estos momentos de pandemia y menos cuando, si nos detenemos en las páginas de obituario ponemos nombre y apellidos a personas que por esa causa han fallecido y con las que hemos compartido momentos de nuestra vida. Don Andrés sufría una larga enfermedad que le mantenía expectante y preparado para ir al encuentro definitivo.

Cuando el pasado Viernes 17 nos llegaba la luctuosa noticia de su fallecimiento y las redes se llenaban de mensajes de recuerdo hacia su persona, me vinieron muchas vivencias, muchas horas de clase de Lengua, de Filosofía y de Religión en Bachillerato y COU. Quizás muchos alumnos se queden en eso, que ya es mucho. Siempre exigente en los contenidos educativos, pero siempre preocupado y cercano, animando con una palabra de aliento a sus alumnos.

Andrés más que un buen profesor o un buen compañero de claustro, era un docente cuyo trabajo trascendía más allá de las aulas. Interesado por todos y cada uno de los que pertenecíamos al ámbito educativo, dentro y fuera de los centros donde impartió clase. Prueba de esto es la amistad y el orgullo con que seguía la trayectoria profesional de cada uno de nosotros.

La impronta con que marcó al alumnado se refleja en una larga lista de personas que lo teníamos como capellán de la familia, acompañando en momentos de júbilo y en otros, que como uno más de los nuestros, se conmovia en el dolor.

Dios ha querido que en pocos días don Ángel García García y don Andrés Rodao Olmos sean llamados a la Casa del Padre. Dos sacerdotes amigos, dos personas que desarrollaron un trabajo callado en pro de la Semana Santa de Segovia. Uno desde la Junta de Cofradías y el otro desde las Congregaciones Marianas. Uno coordinando cofradías y otro apoyando el espíritu inquieto de aquel movimiento de seglares que tanto impulsó la Piedad Popular.

La Cofradía de Nuestro Señor Jesús con la cruz a cuestas y María Santísima de las Angustias de Ademar es heredera de aquellas actividades juveniles que en los años cincuenta desarrollaban congregantes y Acción Católica. Don Andrés presumía de ello cada Martes Santo, cuando celebraba la Misa Mayor de la cofradía nos recordaba, en unas homilías preparadas, cargadas de citas literarias y de humanismo cristiano el significado de nuestro peregrinar en el camino de la Cruz a la Luz.

Como uno más colaboró en la incorporación de la Virgen de las Angustias a la cofradía en el año 2000, como lo hiciera, a finales de los años sesenta con las Congregaciones Marianas. Andrés acompañaba a la cofradía en todos y cada uno de los desfiles procesionales; el Virgen de Dolores en el Vía Matris, el Jueves Santo en la Estación de Penitencia y la mañana del Viernes Santo recorriendo los Monumentos siempre nos encontrábamos con él, nos agarraba del brazo y nos hacia una reflexión para volver a cruzarnos a la salida de esta iglesia o aquella capilla, para acabar visitando a nuestros Titulares.

En el año 2007 fue nombrado Cofrade de Honor de Ademar, título que llevaba con una carga emotiva y con gran responsabilidad. Se lo otorgaron sus alumnos, aquellos con los que se encontraba en la calle y llamaba por su nombre y apellidos, aquellos a los que preguntaba por su trabajo y su familia; y aquellos con los que, con sus dotes de gran conversador enlazaba charlas sobre temas educativos, sociales y políticos. Siempre recordando aquello que nos enseñaron en las aulas Maristas y que trasciende del ámbito colegial a la sociedad. Su ausencia se notará en los acontecimientos de la cofradía.

En los últimos años don Andrés, todas las mañanas, tenía una visita obligada a la iglesia de la Adoración Eucarística de donde salía reconfortado y desde allí cubierto con sombrero, a paso lento ayudándose de un bastón, vuelta a su morada en la Residencia Sacerdotal.

Estamos acostumbrados a compartir alegrías y no tanto las tristezas, quizás estas quedan para un entorno más personal. Por eso quiero compartir unas palabras de D. Andrés, que pronunció derrotado en un funeral, decía así: “Cuando Cristo resucitó todos los sepulcros de la tierra quedaron henchidos de inmortalidad y de vida esperando la eclosión gloriosa de la futura primavera. No obstante, mientras caminamos en este valle de lágrimas, la separación de los seres queridos produce en nosotros un desgarramiento natural indescriptible y dejan unos huecos imposibles de rellenar; las lágrimas son la valiente expresión de nuestros profundos sentimientos. Jesús lloró ante la previsión de la ruina de su ciudad querida Jerusalén y ante la tumba de Lázaro y la Virgen lloró lagrimas amargas sobre el cuerpo aún caliente de su Hijo recién bajado de la cruz.

…No os dejéis carcomer por el dolor irreversible, sino que brille en vosotros la esperanza de la resurrección. Y a todos os aconsejo, que como cristianos, dediquemos algún momento de nuestros días a aprender a morir, ya que tantos dedicamos a saber vivir. A morir se aprende creyendo, amando y esperando en quien nos pensó eternamente y tiene escrito nuestro último destino.”

Andrés se fue en silencio respetuoso, como aquel que manteníamos en sus clases y con discreción, como cuando salía del aula una vez concluida la hora. Siempre con nosotros.

Artículo de opinión de José Luis Huertas San Frutos

Author: Opinion

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1 Comment

  1. Muy bien, José Luis. Suscribo tus sentidas palabras.

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