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Gioconda Belli recibe el Gil de Biedma de poesía

Gioconda Belli.

“Estoy dichosa de que, entre tantos, hayan elegido ‘El pez rojo que nada en el pecho’. Pensé en las cenizas de Jaime, ahí, en Segovia; las imaginé animadas, preguntándose con esa ironía tan particular en él, qué tenían que ver con él quienes ganamos este Premio”,  así comenzaba su parlamento de aceptación del premio Gil de Biedma de Poesía la ganadora de la edición 2020, la nicaragüense Gioconda Belli, que dedicaba el galardón a quienes “luchan por la libertad y por la vida de los demás, también al personal sanitario en este extraño 2020”.

Representada en Segovia por su sobrina, la también escritora Laura Martínez Belli, la nicaragüense intervenía en el acto a través de la pantalla, apuntando los matices que unen su vida y poesía con la de Gil de Biedma. Comenzando por un malestar de clase, y pasando por las frustraciones, las trasgresiones sexuales y sensuales, hasta llegar al amor de ambos por la poesía de T.S. Eliot. Belli hacía un repaso también por el odio mutuo “al cronómetro”, a envejecer, y por la vocación por escribir desde la experiencia. “Me ha sido muy difícil escribir a través de otra manera que no sea mi piel y eso no me complica; confío más en los sentidos que en la abstracción de la poesía celestial”, manifestaba la escritora, añadiendo que “no hay palabra sin boca, sin lengua, sin ojos, sin los días ni las noches y los amigos y los bares y, en fin, esas cosas cotidianas que pueden ser nimiedades, pero que son los filtros sin los cuales ninguna poesía existiría”.

Entregaba el premio, dotado con 10.000€, el presidente de la Diputación, Miguel Ángel de Vicente, citando a Jorge Luis Borges e instando  a seguir leyendo poesía para poder ser “contrapunto, aliento y esperanza para alguien, hasta en las circunstancias más desordenadas de la vida”. Por su parte, el diputado de Cultura, José María Bravo, y el coordinador del Premio, Gonzalo Santonja, procedían a la entrega de los dos accésits , dotados con 3.000€ cada uno, a David Refoyo y Jesús Aguilar Marina.

Ambos tomaban también la palabra, no sólo para leer algunos de los versos de ‘El fondo del cubo’ (Refoyo) y ‘Versos perdidos en el desván’ (Aguilar Marina), sino también para recordar a quienes han sido inspiración a la hora de escribir los poemas y a quienes deberán tomar su testigo en el futuro. Así, mientras Refoyo mencionaba a su padre, a su hija y a todas las noches en las que ésta no le dejó dormir, pero sí le permitió escribir, Jesús Aguilar Marina confiaba en que “las generaciones posteriores a la mía sepan defender esa dignidad que nuestros ancestros alcanzaron” y continúen emocionándose al contemplar el cielo. “El momento en el que el ser humano se emocionó al ver el atardecer, nació la poesía”, afirmaba.

Foto de familia de los dos accesits, jurado y la sobrina de Belli.

Author: Cultura

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