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¿Fue San Frutos un noble en armas contra la invasión árabe?

Comienzos del siglo VIII, la Yihad ha arrasado la estructura política y militar visigoda. En su lugar, son los árabes y las tribus del norte del Magreb los que señorean la península. De la vieja guardia visigoda que durante tres siglos gobernó la península solo quedan bolsas resistenciales en las montañas y en puntos aislados. Uno de estos puntos podría ser las hoces del Duratón, y uno de esos cabecillas el mismísimo San Frutos, patrón de Segovia. Cuando menos esta es la tesis del historiador, periodista y librero segoviano Guillermo Herrero en la última aproximación editorial al santo y el espacio: San Frutos del Duratón, un eremita en el barranco sagrado.

A diferencia de San Geroteo, un invento barroco para dar lustre a la diócesis de Segovia, si hay fundados indicios de la existencia real de San Frutos. “Disponemos de un documento de 1076, de Alfonso VI, que cede los lugares de San Frutos al monasterio de Silos”, explica Herrero, un dato importante por cuanto documenta que ya en la Alta Edad Media existía el culto al santo. Por otro lado, las excavaciones arqueológicas de Confluenta han arrojado cerámicas de mala calidad del periodo tardovisigótico que podría testimoniar la presencia de grupos de resistentes o escondidos frente a la invasión árabe. “Es cerámica de muy mala calidad, elaborada con materiales próximos lo que denota la presencia de grupos aislados, probablemente, bolsas de reductos visigóticos”. Estos dos datos permiten especular con la existencia de algún grupo de rescoldos rebeldes o al margen de la dominación árabe, precisamente en el momento en que surgiría la figura de San Frutos, en el marco de las lauras o complejos eremíticos que cuajaron esta parte de la península en la Alta Edad Media.

Añádase a ello el folclore. “Yo encuentro resonancias de la batalla de Covadonga en el episodio de la Cuchillada. Don Pelayo y San Frutos comparten un origen social elevado, visigodo; ambos hacen frente al invasor –uno con la espada, el otro con el báculo- y ambos consiguen una victoria que resulta sumamente simbólica para su comunidad. Ese perfil de San Frutos triunfante ante un adversario no debería extrañar en un momento histórico en el que menudearon los llamados santos guerreros”, explica Herrero.

Del incendio a Lucía Bosé

Pero esta original aproximación a la figura histórica del santo no es el único aliciente del libro. Herrero ha buceado archivos, entrevistado personajes (entre ellos al último sacristán del monasterio) que le permiten aporta información novedosa sobre las etapas menos conocidas del lugar en que habitó San Frutos. “Había muchísima documentación inédita sin publicar, por ejemplo de las cartas que mandaban los curas al obispo de Segovia en la segunda mitad del siglo XIX pidiéndole que les cambiara de destino. Ahora vemos San Frutos como un sitio maravilloso, pero los curas que iban allí hace 150 años pasaban muchísimo miedo”.

Desde el punto hagiográfico, corresponde a Juan Calvete la autoría en 1610 de la primera vida del santo, a lo que se añadieron posteriormente nuevos relatos. En los 60, María de la Soterraña Martín Postigo aborda un completísimo estudio del priorato, obra sin embargo que no se publica desde 1970 y a la que Herrero añade ahora cinco décadas de investigación documental y arqueológica en la zona.

Tampoco faltan los testimonios de la tradición oral, que han permitido entre otros aspectos fijar en la década de los años 20 del siglo pasado el incendio que padeció el priorato. Para hacer el libro más atractivo, al final de cada capítulo se incluye una entrevista con los que el autor llama “Personajes del Duratón”. “Quizá la más curiosa sea la que hice hace ya años al cura Jesús Sastre, donde me explica como intentó comprar San Frutos la actriz Lucía Bosé”. El volumen tiene más de un centenar de fotos, muchas antiguas y otras actuales, de algunos de los mejores fotógrafos de Segovia, como Mayoral, Javier Civantos, Enrique del Barrio, Kamarero, Alfredo López, Juan Matute… Y termina con dos capítulos que son toda una visita guiada por San Frutos, desde el aparcamiento a la ermita, incluyendo un recorrido por el interior del templo.


Author: Cultura

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