Posted By Redacción on 29, Mar, 2023

El adarve restaurado, desde San Cebrián.

Han sido necesarios 19 meses de trabajo y una inversión de 1.124.373,52 euros para culminar la recuperación de unos 350 metros de longitud de muralla de Segovia —11 torres y 11 lienzos en total— en el tramo entre el arco de San Cebrián y el hospital de la Misericordia, un espacio de especial complicación en el que la cerca medieval se encontraba severamente deteriorada y requería una actuación más compleja y un elevado presupuesto financiado en tres cuartas partes con cargo al 1,5 porciento cultural y el propio Ayuntamiento, el resto.

Tras la actuación, que ha supuesto la conservación, restauración y protección del tramo, se ha hecho practicable todo el adarve en ese espacio para el uso ciudadano que podrá disfrutar de unas interesantes vistas sobre el valle del Eresma. La obra ha permitido además la conservación de un tramo de esgrafiado antiguo y crear un paso de inspección a los pies del muro que permitirá optimizar la vigilancia y conservación preventiva.

Mortero para coronar

Detalle de la coronación con mortero de cal.

Llama la atención en el acabado de obra la coronación de los muros y almenas con una masa de mortero de cal, una solución que no se ha utilizado antes en el entorno inmediato de esta actuación, aunque si en otros lugares más alejados, como la plaza de Odriozola, junto al Postigo, como se encargó de apuntar el técnico municipal, que apuntó que la solución es “blanda y reversible” y sirve para consolidar la cabeza de los muros y de protección contra las filtraciones y el hielo.

La alcaldesa, Clara Martín, insistió en este sentido en que el desgaste natural del mortero hará que se lave y se vaya amortiguando el contraste de color  que ahora es más que evidente.

Una obra difícil

La rehabilitación del tramo partía de un diagnóstico muy negativo que hablaba de sus pésimas condiciones de conservación, al tratarse de un paño de muralla entre la torre 51 y la torre 43 (correspondiente a la Puerta de San Cebrián), que tiene una longitud de 350 metros, con 11 torres y 11 lienzos, de fábricas de mampostería. Algunos de los paños y torres estaban completamente derruidos en su hoja externa y, en consecuencia, han tenido que adoptarse medidas de restauración arquitectónica integral.

Para ello se han utilizado técnicas tradicionales como el calicanto encofrado, la mampostería, revocos y diversas técnicas de rejuntado. En este sentido, se han restaurado dos de las torres que estaban prácticamente desaparecidas. La limpieza general de los muros a través de proyección de agua, de abrasivos o con cepillado. Otro de los problemas que tuvo que afrontar la intervención era la abundante vegetación que colonizaba el muro, con importantísimos ejemplares de arbolado invasivo como puede ser el ailanto que enraizaba directamente en la muralla. La extracción y las actuaciones para minimizar los problemas de humedad han sido un importante capítulo de las obras.

La restauración de bases rocosas, para evitar la entrada de humedad en la cimentación, la conservación y consolidación de esgrafiados existentes, la eliminación de añadidos negativos para la muralla y la configuración restaurativa del adarve en toda la longitud han sido otras de las actuaciones realizadas. Además, el paso de inspección al pie de la muralla garantiza el alejamiento de la flora de la parte basal de los muros y permite el recorrido de inspección y la colocación segura de instalaciones y andamios para una correcta conservación preventiva, que se iniciará desde el momento mismo de recepción de las obras, para evitar que el deterioro avance en el futuro. Este paso de inspección se ha completado y conectado partes preexistentes entre sí.

Finalmente, se ha realizado un tratamiento de toda la extensión para la acogida de avifauna, dada la biodiversidad existente, fomentando el anidamiento de especies, ya que la muralla es un importante biotopo que se ha de conservar, para trasladar que las especies existentes no son dañinas respecto al patrimonio cultural. La obra ha contado con el permanente seguimiento de una arqueóloga, por un experto en avifauna y por un geólogo.

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