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Apretarse el cinturón

La subida de los precios en los últimos meses se ha convertido en una auténtica pesadilla para la mayoría de los ciudadanos. En la compra de este último fin de semana el kilo de patatas estaba a 1,5 euros, un 70 por ciento más de lo que costaba hace un año de media; el plátano se vendía a 3,20 euros el kilo, un 60 por ciento más. A este incremento hay que añadir el 40 por ciento más de gasto en combustible imprescindible para ir al trabajo y otros gastos asociados al ocio. Compartir momentos en torno a una caña o sentarnos en el buen tiempo en una terraza en la plaza comienza a ser un lujo y habrá que replanteárselo.  A ver cómo queda la hipoteca con el anuncio de subida de los tipos de interés. Cada vez es más difícil llegar a fin de mes. Para las familias con niveles de renta más bajos la pesadilla se convierte en desesperación. Todo indica, según los expertos, que en otoño podemos ir a peor.

La cuestión es cómo abordar esta situación y quien ha de abordarla. El problema no es que la tasa de inflación en el último mes haya alcanzado un 10,5 por ciento, sino sus consecuencias sociales. Algunas familias están pensando en no utilizar la calefacción durante este invierno y refugiarse del frío al abrigo de sus mantas. Sólo así podrán reducir el gasto y compensar la pérdida de poder adquisitivo causada por esta situación. El salario determina la renta disponible y a muchas personas no les garantiza llegar al final de mes, lo que obliga a sacrificar bienestar. La austeridad va a marcar la vida de muchos españoles, en especial de los más humildes. Para mitigar los efectos de la inflación necesitamos de manera urgente un pacto de rentas como garantía futura de estabilidad social que se extienda a todo tipo de rentas, incluidos pensionistas. Todas las partes deben estar dispuestas a asumir sacrificios. Sólo así se podrá frenar la ola inflacionista que abocaría a muchos españoles a una situación extrema, tras el cierre de empresas, la pérdida de empleo y la caída de la productividad. El pacto de rentas requiere un acuerdo de empresarios y sindicatos que debe liderar el Gobierno, y al que no es ajeno la oposición ni el resto de las fuerzas políticas. Se trata del minimizar los efectos de la coyuntura económica y garantizar el poder adquisitivo de los salarios, no de jugar a la política y al electoralismo. Lo fácil y frívolo es apostar porque todas las subidas salariales se actualicen con la inflación, pero sus efectos pueden ser nefastos en el medio plazo.

Las actuaciones por la vía de la oferta para frenar la inflación presentan distintas manifestaciones muchas de las cuales tiene que ver con decisiones del Gobierno y de las instituciones europeas en materia de política fiscal y monetaria. El Banco Central europeo acaba de acordar una subida histórica del 0,75 por ciento para los tipos de referencia, y puede que no sea la última. Sus efectos se dejarán notar en los próximos meses. Hace tiempo el gobierno socialista viene anunciando medidas de diferente intensidad y repercusión social para hacer frente al problema: subvención del consumo de combustible; ayudas al transporte de cercanías; bajada del IVA de la electricidad; impuesto a la electricidad y a la banca… Casi todas ellas siguen la estela de las adoptadas por otros gobiernos de diferentes signos en el resto de Europa, lo que no ha eliminado la controversia ni las disputas políticas en nuestro país.  Los voceros de cada formación política nos machacan día a día con lo malas que son las propuestas del contrario y lo buenas que son las suyas, ateniéndose a su manual de pelea, sin más fundamento en muchos casos que el oportunismo político del momento y su propia ignorancia. El problema real radica en encontrar el punto de equilibrio en la eficacia de las medidas.  En una crisis de inflación como la que padecemos lo peor que puede ocurrir es una expansión sin control del gasto público, que no sólo no va a frenar la inflación, sino que a su vez va a mermar la competitividad de las empresas y a destruir empleo. Afrontar el problema con estigmas ideológicos es la primera premisa para el fracaso.

Llevar la inflación al dos o tres por ciento lo antes posible debe ser el objetivo. Lo que finalmente pase con la inflación va a depender de lo que ocurra con el gas este invierno. Mientas Putin siga racionando el gas la economía europea estará en crisis, y ante esa situación la única solución es reducir el consumo de gas, pero eso implica menor demanda de energía, menor PIB y menos empleo. O sea, una muy probable recesión. Hacer frente al problema con otras alternativas estructurales es imposible en el corto plazo. Las economías occidentales hemos dejado de invertir en petróleo y gas desde 2015, en carbón y nucleares antes, pensando que Rusia nos garantizaba el suministro y eso nos permitía avanzar en nuestros objetivos de sostenibilidad, sin antes haber armonizado y secuenciado en el tiempo las políticas energéticas a sustituir con las sostenibles. A este problema para el control de la inflación se va a sumar la deuda asociada a los fondos europeos. Una propuesta expansiva de gasto público orientada a la modernización del tejido productivo y a superar los efectos del Covid. Su viabilidad y el reembolso de la inversión estaba asociada a la mejora de la productividad y al repunte con fuerza de la producción económica, lo que a todas luces no va a suceder como consecuencia de la coyuntura. Pintan bastos.

En este otoño se va a llevar a cabo la tramitación de los Presupuestos Generales del Estado para 2023. Se trata de una excelente oportunidad para avanzar en el control de los precios y su impacto en la pérdida de poder adquisitivo, a la vez que manifestar el sentido de Estado. Un gran pacto en esta materia en el momento actual puede generar confianza en los inversores y en los consumidores. Mientras tanto, temo que no va a quedar más remedio que apretarnos el cinturón. El chateo en la plaza habrá que dosificarlo. Esperemos que nuestros responsables institucionales den ejemplo y nos cuenten en el portal de transparencia en qué se gastan el dinero público.

Author: Andrés Segovia

Política provincial, autonómica y nacional

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9 Comments

  1. Toda la razón. Me veo pasando frío y hambre este invierno. A ver si me toca uno de los cheques-regalo-ponga un pobre en su mesa, a cambio de mi voto al Gobierno, por lo menos. Estoy por afiliarme al Psoe para las elecciones próximas, me ofrezco de concejal o chófer para hacerle selfies a Clara II. O redactarle discursos copiados de El País, Público o de lo que mande Bolaños o Sánchez para Su Ilustrísima, el diputado Aceves. Cobro poco y hago la pelota como el que más. Me ofrezco para rellenar listas electorales paritarias, como hombre, mujer o de género fluido. Soy un estómago muy agradecido. Por favor. Llamarme. Espero progresar. !Viva el Progreso!

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  2. Cuánto dinero ganan los concejales y alcaldesa por tan ardua labor??? Y el excelentísimo diputado Aceves por dejar ir la base mixta a Córdoba?..para ellos no existe la inflación..cómo van a solucionarla!!!

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  3. Sr. Segovia , en repitiendo , esto se soluciona parando , del verbo parar.
    Y parar todo lo que sobra y excede de lo normal, empezando por el sector político -publico .
    Lo demás es , literatura .

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    • Ahí la dao usted ‘observador’. Sobran por decenas los ‘asesores’ de partido que tienen los políticos (de estos, también muchos). Y, por ende, los troles que llenan de conentarios cualquier noticia con las consignas diarias de partido sin venir a cuento (aquí, sin ir más lejos, en esta noticia se puede comprobar)

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      • También sobra algún que otro lector trol.

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  4. Mucho pedir esfuerzos, pero seguimos teniendo 22 ministerios. Demasiadas bocas que mantener.

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    • Más bien demasiados favores que pagar, Yoyi.

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      • Cierto. Muchísimos favores y muchos chanchullos ocultos. Algún día sabremos los pactos del coletas para “calzar” a su “churri” y a su club de amiguitas en el gobierno.

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  5. Sr. Segovia su gozo en un pozo. Hoy se ha anunciado un acuerdo sobre los presupuestos para 2023 entre Psoe y Podemos. Lo más destacado el aumento de gasto público. Me imagino que PNV, ERC y Bildu sacarán tajada y lo acabarán firmando. O sea, un estímulo a la inflación y a la pérdida de poder adquisitivo de los más pobres. Por qué el PP no ofrece un acuerdo al Psoe para sacar lis presupuestos? En este país se ha perdido la sensatez? Difícil de entender. Gracias por su post. No perdamos la esperanza.

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