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Tabanera se desvive por Santa Águeda: fiesta, bota y tradición

No vamos a decir que las fiestas de Santa Águeda en Tabanera del Monte son las mejores del mundo, porque en cada rincón donde la santa es protagonista, se vive con la misma pasión. Pero hay algo en las aguederas de este municipio que las hace especiales. Quizá sea su capacidad para tomar las riendas del pueblo con tal determinación que hasta el asfalto parecen saber quién manda. O quizá sea el ambientazo que se respira por sus calles y su bar, que en estos días se convierten en la mejor pista de baile, la mejor taberna y el mejor escenario de convivencia.

Como manda la tradición, todo arranca el viernes con la cena de unión, un festín donde casi medio centenar de mujeres, hechas y derechas, se juntan para celebrar, reír y brindar. Porque sí, en estas fiestas no se trata de ser más ni menos que nadie, sino de compartir y demostrar esa hermandad que hace grande a los pueblos.

El sábado, el cuerpo ya está en marcha y toca la primera parada obligada: misa y la tajada de vermú. Aquí no se anda con tonterías: chorizo exquisito, un buen mendrugo de pan y la bota de vino pasando de mano en mano al ritmo del “Gregoria, Gregorita, qué guapa, qué bonita”. La regla es clara: hay que cantar y beber sin que se derrame ni una gota del sagrado líquido castellano. Y quien falle, que se prepare para reprimenda popular.

Las actividades de la tarde mantienen el espíritu festivo para pasar al siguiente nivel de la noche. Algunas aguederas optan por un chupito de whisky para culminar la jornada como se merece, porque si hay algo que saben hacer bien es vivirlo al máximo.

El domingo, día grande, toca ponerse de gala para la misa en la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario. Pero no se crean que aquí acaba todo, porque tras el recogimiento religioso, se retoma la juerga con la tajada y el vermú amenizado por la ‘rebolá’, que se encarga de hacer bailar y poner ambiente en la calle. No hay plaza, pero eso no importa, porque el bar del pueblo y la zona de la biblioteca se convierte en el epicentro de la diversión.

Para rematar, la quema del pelele y la comida de fin de fiestas ponen el broche de oro a un fin de semana donde la mujer rural brilla con más fuerza que nunca. Y lo mejor de todo: amigos, maridos y vecinos disfrutan sólo con verlas disfrutar. Porque cuando una aguedera se lo pasa bien, lo hace a lo grande.

Así que, ¡feliz Santa Águeda a todas… y a todos, claro! Que en este pueblo siempre hay fiesta para repartir.


 

Author: Marcos Méndez

Redactor

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