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Los abajo firmantes como los de antes

Hace diez días, un centenar de personalidades de la cultura firmaron un manifiesto en el que denunciaban presiones judiciales y mediáticas para tumbar el gobierno progresista, y defendían los avances sociales de la legislatura, pese a los casos de corrupción. Asumían errores graves, pero consideraban inadmisible que un gobierno legítimo cayera sin juicio por las presiones de la derecha. Vamos, que preferían la mala izquierda conocida a la derecha por conocer, porque aquí nos conocemos todos.

Ésta ha sido una práctica muy habitual de la izquierda, y muy útil; lo novedoso es que esta vez ha pasado desapercibida. Es verdad que “la política del fosfeno” dura décimas de segundo porque a la media hora tenemos un nuevo estímulo con la dimisión del último licenciado por la “Universidad de Kuentuki”, y se nos borra la imagen anterior de la retina, pero algo ha cambiado en la sociedad y en la relación de la cultura con la política. Veamos el por qué.

Los firmantes más mediáticos son los de antes, los de siempre: Almodóvar, Serrat, Ana Belén y Víctor Manuel… El santoral sigue siendo un expositor de casetes de gasolinera. Una banda sonora que te lleva al 1420. Me refiero al Seat familiar rumbo a Alicante. Máximo respeto, por Dios. Adoro a Serrat y su poesía y solo le pido a Dios que Ana y Víctor no aparezcan en los audios de Koldo.

Algunos caen antipáticos. A Rosa León o Carlos Bardem les conoce poca gente. Y entre esos pocos despiertan más antipatía que adhesión. Aunque son creadores talentosos y gente culta, representan, a su pesar, ese estereotipo de izquierda engreída, dogmática y regañona al que critican el estereotipo de nuevo intelectual, tipo Soto Ivars o el segoviano Alberto Olmos, y luego replican los creadores de contenido. Por cierto, unos jóvenes que en su mayoría no comulgan con las ideas socialistas porque su idea de paraíso terrenal es un paraíso fiscal. No hace falta ser Iker Jiménez para investigarlo.

No hay relevo generacional. ¿Dónde están Oliver Laxe, Rodrigo Cortés, Carla Simón, Leyva o C. Tangana? Pues me temo que están en el “no a la guerra”, pero esta vez el “no a la guerra partidista”. Pongamos contexto: en el 2003, en aquella gala de los Goya de las camisetas, criticaron al Gobierno de Aznar, sus recortes y su participación en Irak, y el Ministro Montoro, que ahora sabemos que era un mafioso de cártel fiscal, les amenazó desde el escaño: “Nosotros no hemos tenido aquí nuestro Depardieu, porque algunos de nuestros famosos actores y músicos no pagan impuestos en España… El día que paguen, el déficit público podrá bajar en nuestro país”. Los artistas se vengaron apoyando a Zapatero, y Montoro, cuando volvió con Rajoy, les hizo unas paralelas bien “verracas” mientras él se forraba a todo gas legislando a favor de sus “parces”. No esperen volver a ver a Bosé, Sanz o Sabina por esta guerra. Otros, más beligerantes, tipo Maruja Torres o Nacho Vegas, se pasaron a Podemos. Los nuevos, las Aitanas o las Rosalías, prefieren una colonoscopia a un mitin. Y Los Javis, la pija y la quinqui o Henar Álvarez, claramente progresistas, no son de la generación de los manifiestos.

El socialismo no está en las nuevas pantallas. AuronPlay o Lola Lolita tienen 20 millones de seguidores. Carlos Bardem, 200.000. 200 k, dirían ellos. El Jincho, que acaba de pedir el voto a Vox, tiene 37 millones de visualizaciones de su “Made in Orcasitas”. “El brujito de Gururú”, que es el prime de Rosa León, 19k.

¿Hay cultura de derechas? Pues sí, se acabó el monopolio. Ya no podemos decir lo de Norma Duval o Cárdenas para ridiculizar. Vox y el “Ayusismo” tienen tirón. Calamaro, Alaska, Nacho Cano, Morante de la Puebla están “in love” con la Presidenta de las terrazas y las cañas. Lo de los toros es alucinante. No esperen ver a señores con sus fucking panzas y calvas. Hay chavalería muy fit y pelazo con almohadillas con la bandera de España. Ellas y ellos. Contaba Chávez Nogales, un intelectual libre, odiado a partes iguales por ambas partes, que cuando Belmonte vino de torear de Barcelona, reunió a su pandilla de Triana para contarles y les dijo: sí, algunos hablan catalán y hay putas en las Ramblas, pero lo que más me ha llamado la atención, lo que es alucinante, ¡es que fuman solos! Hacen su pitillo sin ofrecer al resto. ¿Podéis creerlo?

Este sentimiento de agravios, privilegios y de que España está donde tiene que estar y que no hay que esconder ni su historia ni su bandera se respira en cada plaza de verano. Pierre Bourdieu decía que los toros eran la excepción a su “teoría del enclasamiento”, un espacio de convivencia de todas las ideologías. Pues pas plus, Pierre. Ahora ya no se canta “mucha policía” sino “viva la Guardia Civil”. Ya no se grita contra el patrón sino que se le sigue en el insta y se hacen un selfie con Vito Quiles al salir como antes se lo hacían con Jordi Évole después de un concierto de Estopa. La cultura popular es efímera, su explosión es impredecible y difícil ponerle un stop, por eso se la llama pop.

Tampoco va mejor en los barrios, veamos el rock obrero. La misma noche del manifiesto, el guitarra de Mago de Oz, grupo vallecano, paraba el concierto y gritaba: ¡Dejad las putas y la cocaína, Sánchez mecagon tus muertos! Qué desagradable. Otro grupazo, este sí, mítico, internacional y de barrio, Barón Rojo, en boca de su vocalista Sherpa mandaba a la mierda a Pedro Sánchez. Todo el rock se basa en un juego simbólico de identidades. Un “yo” contra “ellos” que construye un “nosotros”. Un yo rebelde, a veces insatisfecho, i cant get no, siempre libre, contra un sistema que vigila y esclaviza. Sin salirnos de los dos grupos, podemos revisar sus éxitos. En Fiesta Pagana corean con el público: “Ellos tienen el clero y nosotros nuestro sudor” y Barón cantaba en Los rockeros van al Infierno: “Sé que al final tendré razón y ellos no”. La música indie, del gusto del Presidente, es más posmoderna, más individualista y abstracta, de botellín y no de mini, pero el rock es así, un trance colectivo de rebeldía contra ellos. Esto está pasando en las verbenas de España ¿pero es que no se dan cuenta que ellos somos ahora nosotros?

El único que parece pisparse es Rufián, el mejor diputado del PSOE, el único que está sabiendo leer los cambios sociales y culturales. “Ser facha mola, está de moda y es porque la izquierda no mola cuando roba y se pasa de moda”, dijo mirando a la bancada socialista. Lo malo es que Rufián sigue, como los catalanes que sorprendieron a Juan Belmonte, sacando tabaco para él solo. O compartiéndolo con Bildu, que se te quita las ganas. Menos firmas y más firmes contra los “koldos”. Esa gentuza que ni conocen ni respetan al PSOE.


 

Author: Redacción

Acueducto2. Noticias y actualidad de Segovia.

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6 Comments

  1. Lo ha clavado señor mío. Un grupo de nostálgicos y subvencionados, que podrían caber en el Peugeot de Sánchez y los puteros con los que recorrió España para ser Presidente, apoyan a este dictadorzuelo, por ser de extrema Izquierda. Compadre de etarras, delincuentes golpistas, nazionalistas, protege a agresores sexuales de la Izquierda asilvestrada, indulta a los corruptos de su partido o afines y ha llenado su Gobierno de corrupción. Le quedan unos escasos meses en Moncloa para tener que buscarse un trabajo fuera del Psoe, que nunca ha tenido, plagió hasta su tesis doctoral, que le hizo Miguel Sebastián. Vivió, entonces, de su suegro, el que le compró dos pisos con el dinero negocio de las saunas ¿Eso era el Progresismo?

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  2. Ay, Gonzalo. Te sobró algún botellín. Qué caos tienes en la cabeza.

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    • Parece que la gente está despertando de su despertar

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      • Podéis quedaros con Miguel Bosé y Alaska, relatan perfectamente el seso de los votantes de derechas. Por cierto redacción, cuanto os han pagado por eso del que pueda hacer que haga??

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  3. Gran periodista Vito Quiles. Un crack.

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  4. Seat 1430.
    Mi rollo es el rock.
    Me ha gustado mucho el artículo, Gonzalo.

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