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Lecturas en chancletas

Philip K. Dick.

En la playa no sé que hacer y leo. Valis, de Philip K. Dick, no es ciencia ficción. Es zambullirse de cabeza en la locura. En la novela, el autor -inspirador más bien- de Blade Runner, escribe la crónica de un delirio paranoico según el cual (y entre otras cosas) el tiempo se detuvo en el 70DC y se reanudó en 1945 con el hallazgo de los manuscritos del Mar Muerto.  “El imperio nunca terminó”, escribe una y otra vez Amacaballo Fat en su atormentada exégesis. Lo más asombroso es la lucidez objetiva con que Dick se enfrenta a sus propios demonios (¿ángeles?) hasta el punto de hacernos dudar de nuestra propia realidad. Cuanto más le leo más claro tengo que el americano fue uno de los mejores escritores del siglo XX. Con todo solo me atrevería aconsejar Valis a lectores Extreme, hechos a todo, mentalmente indestructibles y con un permiso por escrito del psiquiatra.  Quizá mejor aproximarse a la novela con la espléndida biografía de Dick escrita por CarrèreYo estoy vivo y vosotros estáis muertos”. Otra genialidad.

Valis, acrónimo de sistema de vasta inteligencia viviente y activa (lo que a viene a ser Dios en la teología dickeniana), empieza así: “El quebranto nervioso de Amacaballo Fat comenzó el día que recibió la llamada de Gloria para preguntarle si tenía algunas píldoras de Nembutal. Él intentó averiguar para qué las quería y ella le explicó que tenía intención de matarse”.

Consumido el material que me traje de Segovia, no me queda otra que tirar de lo que mi hermana va dejando en el apartamento playero.  Joyas como La Capital, de Robert Menasse, es un sardónico fresco de la Bruselas del barrio europeo, de sus bizantinos juegos de equilibrio entre comisión, consejo de ministros, estados… En realidad es un repaso coral de personajes crepusculares por el que exuda la historia de Europa. Con momentos muy divertidos y un final un tanto decepcionante. Contra todo pronóstico, sin embargo, esa vieja Europa reumática, cínica, mastodónticamente burocrática, deviene el único freno de nuestro gran enemigo. En palabras de Jean Monet, “El nacionalismo lleva al racismo y a la guerra,y como consecuencia radical, a Auschwitz”. No lo duden ustedes ni por un segundo: el nacionalismo es un mal que históricamente va mutando su piel. Se encarnó en el fascismo en los años 30 y hoy en el populismo. Solo conduce a la autodestrucción y a la miseria. Vox,  Bildu, JxCat y demás son caras de una misma moneda, pero lo cierto es que año tras año el populismo se infiltrá cada vez más hondo entre nosotros.

Publicado en 2017, premio ese año Deutscher Buckpreis, escrito por un austriaco, La capital nos sitúa en un trasfondo donde Viena tontea con la extrema derecha, Hungría y Polonia hacen bandera contra la UE para sacarle más dinero y apuntalar su absurdo patrioterismo anticomunista y xenófobo. Inglaterra hace el bobo y el gran capital trasnacional vive de lujo exento de tributación por países que se empeñan en luchar contra Google con impresos de papel timbrado e impuestos del XVIII. Me siento reflejado en muchas ideas de Menasse, la verdad.

En la playa me gusta especialmente leer el Hola. Esas cincuentonas larguiruchas, Mamibarbis que enseñan palacetes rocambolescos mientras hilvanan melonadas sobre lo mucho que se preocupan por los pobres o lo estresante que es el diseño de bolsos y la cría de caballos.  Cómo convierten en un cantar de gesta la renovación de las baldosas del cagadero. Mi madre y yo sospechamos que son las mismas 20 tías, en realidad, comerciales de inmobiliarias que rotan  simulando diferentes identidades con el ánimo de vender casas de lujo a botarates recalcitrantes. Un colega que comparte conmigo la pasión por el Hola se pregunta: ¿y cuánto pagan de luz? ¿y quién barre todo esto?

Pero la decana de la prensa couché nunca decepciona. A primeros de julio, un pase de VIPs en mascarilla. Nunca lo tuvieron más difícil los paparazzis (o al revés, vaya usted a saber, igual ahora es más fácil). ¿Es realmente la veinteañera esa que se lo ha montado con un torero que podría ser su abuelo la que desfila enmascarada? Titulares tal que  “luce su espectacular tipo a pesar de la desgracia”, “momentos amargos de la Princesa H en su refugio tirolés tras dar positivo en covid19”. En un mundo en el que poner pucheritos ha quedado abolido por el BOE, consejos para “deslumbrar con las cejas”. Y el relleno no tiene desperdicio. Leyendo por dentro se accede a grandes cimas del periodismo. Así, otro torero (vaya por Dios) que se fuga con la coach de yoga. “Fuentes próximas a la pareja explican que no saben qué ha podido pasar”. “A los tauro se nos da bien la decoración de yates”, sostiene un millonetis hablándonos de sus trabajos y fatigas.

¿Y si Philip K. Dick lleva razón y la realidad no es sino un flujo de datos que una nave alienígena proyecta sobre nuestras neuronas para ocultarnos que estamos en el 140DC y en algún cubículo cercano los discípulos de San Marcos están terminando de escribir el Evangelio? Qué sabe uno…

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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