Los vecinos del entorno de la N-110 han intensificado sus reclamaciones para exigir a la Junta de Castilla y León un servicio de autobús regular entre Segovia y Santo Tomé del Puerto. Juan Carlos González, vecino de Sigueruelo, explica que la recogida de cerca de mil firmas responde a una situación de aislamiento que se prolonga desde hace años: “Seguimos incomunicados”, afirmó en unas declaraciones a Cadena Ser Radio Segovia en la que denuncia que los pueblos del nordeste continúan “abandonados, sin apenas comunicación con Segovia ni con la Nacional 1”.
González señala que el horario del único autobús disponible impide a muchos vecinos acudir al médico, realizar compras o acceder a servicios básicos. “Llega a las diez y media o a las once menos cuarto a Segovia, con lo cual a esas horas ya muy probablemente algunas de las citas médicas no podemos atenderlas”, explicó. Añadió que, sin coche propio, tareas cotidianas como ir a la farmacia, al mercadillo o a actividades culturales se vuelven inviables: “Si no quisiésemos coche particular es imposible”.
La falta de transporte también afecta a la vida comunitaria. González relató que el pasado 25 de noviembre no pudieron asistir a un acto en Casla por el Día contra la Violencia de Género “porque no teníamos medios de transporte para acercarnos”.
Los vecinos reclaman que la Junta aproveche la planificación actual del mapa de paradas para introducir mejoras. Han presentado las firmas en el Servicio Territorial de Movilidad y Transformación Digital con la esperanza de que se amplíen frecuencias: “A ver si somos capaces de que tengamos más cadencia de autobuses”. González ironizó sobre el símbolo de la situación: la instalación de un tótem informativo sin servicio real. “Nos han puesto un tótem maravilloso… pero está sin servicio porque no hay servicio de autobuses”, señaló.
El vecino de Sigueruelo subrayó además la falta de conexión con la red de autobuses de la A-1, que dificultaría aún más la movilidad hacia Madrid, Burgos o Aranda de Duero. “De esta manera, no podemos ir a ningún sitio, no podemos salir del pueblo si no tenemos coche”, afirmó. De acuerdo con sus cálculos, en la zona viven cerca de 2.000 personas durante los meses de otoño e invierno que dependen por completo del vehículo privado.
Pese a la situación, González mantiene la esperanza de una solución: “Tengo que tener expectativas positivas… tampoco es tan complejo que en dos o tres días de la semana hubiera un autobús a primera hora, otro a mitad de mañana y otro a mitad de la tarde”. Señala que en la vertiente norte de Somosierra existe un modelo de conexiones que podría replicarse al sur si hubiera “voluntad política”.
El problema del transporte, advierte, agrava la despoblación rural y limita las oportunidades de futuro: “Si no tenemos comunicación, si no hay posibilidad de moverse… va a ser muy complicado que la situación cambie”. Además González afirma que la población mayor es la más perjudicada, especialmente quienes ya no pueden conducir: “Pasado mañana no voy a poder conducir, no voy a poder venir a mi pueblo”, relatan muchos vecinos. La ausencia de alternativas afecta también a quienes viajan por temporadas o acuden a segundas residencias y dependen de familiares para desplazarse.
Por último, González critica que la gratuidad anunciada del transporte autonómico resulte irrelevante para los pueblos sin servicio: “Tengo la tarjeta de bus, pero ¿para qué la quiero si no tengo autobús?”.
Los vecinos aseguran que seguirán reclamando un servicio que consideran esencial: “Hay que seguir, no podemos parar”, concluyó.













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