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Kant 300 años, el cielo estrellado sobre mí

“Dos cosas llenan mi ánimo de admiración y respeto, el cielo estrellado sobre mí y la ley moral en mí”. Es un dicho de Emanuel Kant, el gran filósofo prusiano del que se cumple este 2024 su 300 aniversario.

Lo importante de los grandes pensadores (no solo filósofos) no es que resuelvan preguntas fundamentales, es que prefiguran nuevas preguntas fundamentales y con ellas nuevas cosmovisiones. Modelos de la realidad que permiten la expansión del conocimiento, ganar en complejidad y en su capacidad de representar el mundo. Así pasa con Aristóteles, con Descartes, con Hume, con Nietzsche, con Darwin y Einstein… Así pasa con Kant, inaugura una nueva visión de la mente y el cosmos que damos en llamar idealismo.

¿Qué es? Pues básicamente, la síntesis de dos corrientes filosóficas hasta Kant enfrentadas: empirismo y racionalismo. Por así decir, Kant las unificará. Procedente de la tradición racionalista (Leibniz, Wolf) el sabio de Konigsberg (hoy Kaliningrado, Rusia) confiesa que la lectura del empirista Hume le despertó “del sueño dogmático” y le mantuvo en vela toda la noche. (Llamativo sobre qué tipo de hombre era Kant, que en su muy ordenada vida solo volvió a sufrir insomnio con la lectura de otro grande, Rosseau).

A mediados del XVIII o eres racionalista y crees que todo el conocimiento (válido, no opinativo) procede de la razón, o eres empirista, y crees que todo conocimiento debe venir avalado por datos empíricos (por los sentidos). Kant funde ambas corrientes. ¿Cuál es la condición de posibilidad de la experiencia? -se pregunta en la Crítica de la Razón Pura (los filósofos la abreviamos como KRV*)-. Es decir, ¿antes de que mis sentidos se activen que puedo saber yo de lo que voy a percibir? La respuesta es el espacio y el tiempo. Sea lo que sea lo que yo voy a experimentar, puedo decir a priori que será en un marco espacio-temporal. Son las intuiciones puras.

Y al revés. Antes de que yo puedo racionalizar nada, yo sé de antemano -a priori otra vez- que lo que voy a expresar será un juicio del tipo “x es y”, un sujeto y un predicado, y que este predicado encajará con alguna categoría del entendimiento. Por poner una analogía que ayude a comprender esto, condición de posibilidad de cualquier afirmación es que se expresará bien como un objeto directo, indirecto, como un circunstancial de tiempo, lugar, modo… En la filosofía kantiana ese papel lo desempeñan las categorías, los conceptos puros del entendimiento a prior.

La piedra de bóveda del pensamiento kantiano pasa por dar un cimiento sólido a la ciencia. ¿Cómo podemos hablar en términos universales y necesarios de lo que experimentamos? Del movimiento de un objeto, de su constitución profunda… Kant resuelve esa cuestión demostrando que categorías y espacio/tiempo son dos caras de lo mismo. Al concebir el tiempo y el espacio concebimos las categorías, una cosa no sería posible sin la otra. Esta equivalencia salva a las ciencias físicas del probabilismo de Hume, y a las ciencias exactas del subjetivismo absoluto (solipsismo).

Naturalmente, era una apuesta complicada. Kant publicó su KRV con 57 años (1781) y su impacto en la filosofía de la época fue espectacular. Uno de los aspectos más debatidos resultó ser la naturaleza de las matemáticas. Para Kant, eran juicios sintéticos a priori. Las matemáticas nos hablan del mundo. Pero es una tesis problemática. ¿No sería mejor pensar que son juicios analíticos, lógica pura, reglas de construcción del pensamiento? Se pregunto un siglo después un oscuro y humíldismo lógico, Gotlob Frege. Ese cuestionamiento lanza otra teoría filosófica revolucionaria, el logicismo, que dice que la matemática es reducible a lógica. Y el esfuerzo demostrativo nos llevará a Gödel, Turing, Von Neuman… A la computación.  El saber  se conecta. Este dispositivo desde el que usted me lee está más conectado con la filosofía kantiana de lo que parece.

Otra derivada del kantismo. ¿Podemos hacer ciencia de la ética? ¿Podemos llegar a proposiciones universales y necesarias sobre lo qué debemos hacer? Kant demuestra que no. En consecuencia, seguir los dictados, las normas que el sacerdote, el político o el médico nos impone carece de una base racional. Surge así el “sapere aude”, atrévete a pensar. La conciencia debe ser personal. El hombre debe dar el paso de salir de su tutelada infancia moral y atreverse a ser él mismo. Es la ilustración. La entronización de la libertad de la conciencia. Del libre pensamiento basado en la racionalidad.

Tal vez no podamos  (pre)establecer recetas sobre cómo debemos vivir, pero si podemos asegurar que toda receta vital asumirá una forma de imperativo categórico (un ¡Hay que hacer esto!). De manera que cuando pretendamos establecer una afirmación moral racional, esta debe cumplir un requisito, debe ser valida para todo el género humano. Es la regla de oro: lo que vale moralmente para ti, vale para todos. Si yo asiento el mandato moral de “no robar”, este no robar no puede tener excepciones. Surge así una nueva visión de la ley y de las sociedades humanas: el formalismo jurídico.

La ley es el nuevo monarca del pensamiento ilustrado. ¿Cómo evitar las guerras?, se pregunta Kant (por cierto en un maravilloso librito**, fácil y accesible, todo lo contrario a la KRV, que en España se publica acompañado del no menos maravilloso “Lo bello y sublime”): imponiendo a las naciones un derecho internacional que las obligue a comportarse racionalmente, respetándose unas a otras, con una estructura transnacional que este por encima de los monarcas nacionales. Toda una utopía por la que luchar en estos tiempos aciagos donde, pese a todo, la gente se sigue matando precisamente por hacer demasiado caso a sacerdotes y políticos.

Confío en que estos tres ejemplos, computación, ilustración y derecho internacional, puedan ayudar a valorar en su grandeza la importancia de la cosmovisión del mundo que surge de la revolución filosófica impulsada por este hombre entrañable, tranquilo, simpático, ordenado y tolerante, pequeño, contrahecho, que nunca salió de su pueblo y a pesar de todo, cosmopolita que fue, cambió el mundo.

Y termino con una recomendación. ¿Quiere saber más? Una buena manera de acercarse a Kant sin pasar por el fárrago de sus obras más teóricas es el libro de Thomas de Quincey “Los últimos días de Immanuel Kant”. Una joya que con ironía y ternura (y un profundo conocimiento de la filosofía kantiana) nos acerca a este inmenso pensador. Se la recomiendo vivamente.

*KRV: Kritik der reinen Vernunft

** “La paz perpetua”


Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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7 Comments

  1. Kant decía que había que usar la razón para actuar con moralidad, buscando el bien universal, no el interés personal.

    Menos mal que nuestros políticos lo entendieron al revés: usan la moral para justificar lo que les conviene y dejan la razón para los discursos.

    Bien por Besa!!!

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  2. No demos más vueltas. Aldama lo ha contado al juez. Sanchez y el gobierno entero implicado. Kart lo entendería y lo explicó en “la paz perpetua”. “Que tu norma de comportamiento pueda ser aplicable a todos”. O sea, todos iguales ante la ley. ¡Gobierno sanchista dimisión en pleno! ¡Elecciones, ya! El país no aguanta más. Nadie se merece tanta miseria moral y tal grado de corrupción, con este cinismo indecente .

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  3. A priori(locución muy kantiana)todos son inocentes hasta que se demuestra lo contrario y Aldama,como todos los ladrones,es un gran mentiroso. Pero tú, como todos los esbirros o forofos,no quieres darlo más vueltas,no quieres pensar(cosa que supone un esfuerzo).

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    • ¿Aldama mentiroso? Me da mí que de mentiroso tiene poco Tuerto Pirón.

      Cómo escuecen las verdades.

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      • Si se demuestra su culpabilidad, que caiga sobre ellos todo el peso de la ley. Mientras tanto,ultraderechistas,haceros un favor y leer a Kant y,si os suenan,a Arendt,Haber más,Rawls,u otros autores de filosofía política.

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    • Oye, esbirro del Psoe. Cómo los chorizos son del Psoe. Son inocentes? Ja, ja, ja. Haz un esfuerzo y piensa: Apoyo la corrupción del Psoe y su amo cuando hablo.

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  4. Gracias por el artículo. Siempre me costó entenderle y siempre me atrae leer sobre él.
    .

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