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Guerras de muertos

Advierto en las redes y también en medios supuestamente serios cómo la contabilidad de fallecidos se ha vuelto un argumento más en este triste espectáculo de politizar enfermos para desacreditar al rival (y que pagaremos bien caro). Sobre el particular sí les puedo trasladar cuál es la realidad de Castilla y León, y en menor medida, España y resto de autonomías, en el ámbito informativo.

Quede claro que la contabilidad de fallecidos, contagiados, altas, ingresos hospitalarios y demás la suministran los sistemas sanitarios autonómicos, no el Estado Central. Se hace con la idea de contar con un indicador fiable de cuál es la evolución de la epidemia. El objetivo es disponer de datos fiables, así que la premisa de partida es: entran en la contabilidad oficial aquellos pacientes plenamente confirmados de contagio.

A finales de marzo en Castilla y León los periodistas empezamos a solicitar un parte periódico y estandarizado de las cifras de fallecidos en las residencias. Era obvio que las bajas hospitalarias no estaban recogiendo esas cifras, en consecuencia, los datos de muertos que los medios trasladábamos eran incompletos. Debo decir que la respuesta de la Junta de Castilla y León fue inmediata y transparente. Desde mediados de marzo disponemos de una potente información que discrimina fallecimientos hospitalarios, en residencias, confirmados o posibles. Añadiré, además, que nos han facilitado unos datos de mucho mayor calidad que, por citar dos autonomías donde compañeros me han trasladado la experiencia, Cataluña o Madrid. ¿Raro? Pues sí, pero así ha sido.

A diario, en este y otros medios de Castilla y León ustedes habrán podido leer “tantos fallecidos en el hospital, y tantos otros en las residencias”. Así, en el último recuento constan 161 fallecidos en el hospital y 149 en las residencias, a lo que habría que añadir un porcentaje  de otros 199 residentes fallecidos con sintomatología de Covid19.  En total, 310 fallecidos en Segovia desde que empezara la epidemia plenamente confirmados, y otros 200 en duda (probablemente, menos de un tercio imputables al virus si lo comparamos con datos de mortalidad de los últimos años). Desgraciadamente, la cifra definitiva solo se obtendrá por parámetros demográficos, cotejando los fallecidos mensualmente en otras anualidades con este luctuoso 2020 (dato, que por cierto, la Junta ha facilitado para los meses de febrero y marzo. Lo tienen todo aquí).

Creánme cuando les digo que en muchas otras autonomías este dato se ha hurtado. Es cierto que a efectos de la contabilidad nacional, la Junta de Castilla y León solo parece consignar los datos de fallecidos hospitalarios.  ¿Por qué? Evidentemente habrá pesado la pretensión de maquillar cifras. Pero eso no ha sido, en mi modesta opinión, el factor determinante, pienso que ha pesado más el criterio de homogeneizar datos con otras autonomías y también que los datos 100% fiables, los que llegan a diario en tiempo y forma, son los hospitalarios. Y los datos fiables son los trascendentales para conocer la evolución de la epidemia que es lo que sanitariamente importa más. Y este mismo criterio es el que opino ha seguido el ministerio de Sanidad.

No es cierto, por tanto, que se oculten cifras a la opinión pública. Doy fe que en Castilla y León, además, se nos han facilitado a los periodistas (y a ustedes también a través de enlaces abiertos a páginas de estadística) otros parámetros epidemiológicos como los diagnósticos de atención primaria, estadística de morbilidad de años anteriores y por meses (último disponible marzo), afección por zonas de salud. Para mí el trabajo de la Junta, en este sentido, está siendo irreprochable.

Otro cantar será los precarios medios hospitalarios con que ha contado Segovia en esta primavera terrible, su déficit de estructura hospitalaria y la coordinación con Valladolid, la falta de equipos de protección, tests y material, y la imprevisión general que ha caracterizado este primer tramo de la epidemia. Imprevisión que no atiende a colores políticos, lo mismo ha pasado con un sistema sanitario socialista, de Podemos, de Vox, nacionalista o del PP.  Eso por no irnos al mundo en general, donde los gobiernos previsores se cuentan con los dedos de una mano y tampoco responden a una ideología concreta que permitan decir “mi modelo es el mejor”. Sanidades más o menos recortadas, públicas, privadas o concertadas.  Hay que reconocer que la cacareada “mejor sanidad del mundo” no ha estado esta vez a la altura de las circunstancias. Tiempo habrá de averiguar por qué.

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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