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Cartelera Segovia: El Niño y La Isla Mínima

TossarFelizmente, el cine español va superando esa etapa de infaustos creadores de melodramas de tetas y culos, temas bizarros y sectarismo ideológico (Aranda, Bigas Luna, Almodóvar). Ahora simplemente es “solo” cine, y en algunos casos, muy superior en entretenimiento, calidad y creatividad a producciones que les decuplican en presupuesto.

Es el caso de El Niño (Daniel “Celda 201” Monzón) y La Isla Mínima (Alberto “Grupo 7” Rodríguez) que actualmente son con mucho las mejores películas que da de sí la cartelera segoviana.

Ambos son thrillers policiales. De las dos, la que más me gusta es El Niño. Se notan más medios, el guión es más solido y las interpretaciones de Tossar y Sergi López me parecen más solventes, por poco pero más solventes, que las de Arévalo y Gutiérrez.

Pero eso no quita que La Isla Mínima sea un peliculón. Se trata de un IslaMinimaproyecto atmosférico. A principios de la transición, con la policía, como el propio país, dividida entre franquistas y progres, dos agentes son enviados a las marimas del Guadalquívir a investigar el salvaje crimen de dos adolescentes. Desde el primer momento, con esa fantástica careta de entrada, Rodríguez nos sumerje en una atmósfera opresiva, tensa como un cuchillo, con planos memorables. Como pegas, el guión, que no acaba de ser todo lo redondo que debiera, y un cierto quedarse a medio camino al contextualizar el pulso de un país dividido entre progres y fachas. Como acierto brutal, además de la mano del director para construir unos fantásticos escenarios, la recreación histórica de una Andalucia-España ancestralmente pobre, miserable y atrasada.

El Niño, simplemente, me maravilló. Lo único que lamento en esta película es que la relación del guapete (y soso em ambas películas) Jesús Castro con la espectacular Marian Bachir se hace un tanto larga, rompiendo el imponente ritmo de la película. Lo demás es perfecto. Destacaría el sensacional realismo con que se nos describe a los estupas de la policía y la oportunidad de adentrarnos en los vericuetos de las fronteras. Esa Ceuta con esas colas de porteadores que son una de las vergüenzas más insidiosas que concebirse pueda y que tiene su contrapunto en Gibraltar, donde también hay colas, de hecho son lo mismo, pero mientras en un lado se trafica con lavadoras, en el otro paso fronterizo se trafica con pasta. También hay humor en El Niño, un humor policial muy fresco y contundente. Y señores, qué factura técnica… Nunca jamás he presenciado una persecución mejor entre una lancha y un helicóptero, tratándose de casi un subgénero que el cine Blockbuster ha frecuentado hasta el hastío y con profusión de millones, no creo que se pueda hacer halago mejor. Las persecuciones de coches, bueno, no están mal, pero la del helicóptero es ya un plano legendario.

Concluyo reconociendo que ese gran empaque técnico de El Niño no va, para nada, en detrimento de la profundidad de la historia. Con El Niño Monzón se acerca a Scorsese, hay espectáculo y hay historia.

Por último señalar que en estas dos películas parece que los cineastas han intercambiado los papeles, si en Grupo 7 Rodríguez buscaba un retrato naturalista de la relación moral que siempre se entabla entre policías y criminales, y si en el Celda 201 Monzón nos metía en un ambiente hermético para relatar una historia improbable y cargada de tópicos, en El Niño Monzón tira a Rodríguez y Rodríguez, mejorando notablemente a la Celda, a Monzón.

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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