Es, junto con el cochinillo y el acueducto, un icono de Segovia. El as segoviano, la moneda acuñada en tiempos de César Augusto, en el siglo I. Pero lo que la hace verdaderamente especial no es el caballo, una imagen recurrente en las monedas de la celtiberia romanizada, ni mucho menos la imagen del César. Lo realmente valioso de esta moneda es la aparición de la palabra Segovia, así en carácteres latinos. Es el primer documento en el que se cita a la ciudad. Un nombre, además, que no ha cambiado en dos mil años. Nuestro as es la única moneda en la que un toponímico se mantiene invariable durante dos milenios, explica Juan Sáez, numismático y fundador de la segoviana tienda Doblón. Lo normal es que el toponímico en latín (Tarraco, Numancia) hubiera fonéticamente evolucionado, o incluso, que figurase en carácteres íberos, que es lo más común en los ases de este periodo.

En 2013, el investigador segoviano Néstor F. Marqués presentó en la I Convención Numismática de Segovia sus estudios sobre la existencia de una segunda tirada del as segoviano. “Hay 170 ases segovianos catalogados. De ellos 167 se corresponden con una tirada inicial. Otros tres, según las investigaciones de Marqués, pertenecen a una segunda tirada posterior”, explica el doctor en numismática, Javier García Herrero.
Marqués descubrió la moneda en 2012, en el marco de unas investigaciones sobre el as segoviano. Como ha explicado en los últimos días, detectó diferencias respecto al as inicial que le llevaron a lanzar la hipótesis de una segunda tirada. El numismático Juan Sáez compró la moneda, se la trajo a Segovia y se la vendió a Marqués.
Esta segunda tirada puede ser una pieza importante de cara a la resolución de un enigma mayor. ¿Qué era Segovia en tiempos de los romanos?
Una de las características del as segoviano es que hay muy pocos. El as era la moneda más común y se han encontrado por millares asociadas a las ciudades más importantes de la romanización. De Segovia, en cambio, solo hay las 170. Esto indica que las tiradas de la pieza fueron realmente cortas, lo que a su vez viene a dar validez a las teorías que apuntan a que Segovia era un modesto asentamiento romano.
Es el enigma de fondo que subyace a toda investigación sobre la Segovia romana. Los indicios arqueológicos apuntan a que la Segovia romana era muy pequeña, para nada a la altura del gigantesco acueducto. Un ejemplo, Cauca, la hoy Coca, era un asentamiento notablemente más importante, y hay quien dice que la Confluentia sepulvedana también. Pero si realmente Segovia era poco más que una triste aldea, ¿qué pinta entonces el acueducto, una infraestructura muy costosa que los romanos usaban para garantizarse agua doméstica en las grandes ciudades? ¿Y por qué una pequeña población acuña moneda?
Por otro lado está el origen de la palabra. Existían otras Segovias, por ejemplo en la Bética. Para algunos especialistas esto es indicio de que “segovia” venía a significar algo así como “ciudad nueva”. Nadie lo sabe. Luego está el hecho de que ningún as segoviano se ha encontrado en excavaciones de la provincia. “Tenemos constancia de ases segovianos encontrados en El Escorial, pero el resto han aparecido en Cuenca o pegando a Andalucía. Ningún historiador se atreve a asegurar que el as de Segovia se acuñó en la actual Segovia”, explica Sáez.
Tan es así, que en el siglo XVII se pensaba que el as segoviano refería a la Segovia de la bética. Esta hipótesis se refutó, la figura del lancero a caballo es propia de los celtíberos, en tanto más al sur se estilaban otros motivos numismáticos, como animales totémicos o infantes. Tenemos pues una moneda con la palabra Segovia que refiere a una localidad al norte de la Bética, aunque ninguna de estas monedas ha aparecido en las diferentes excavaciones realizadas en Segovia.
Pero el misterio podría ahora esclarecerse de la mano de una nueva investigación.
Recientemente se descubrió que las minas de cobre de Otero de Herreros tuvieron una vida bastante más larga de lo que se pensaba. Según los estudios los resultados de las últimas excavaciones, las minas estuvieron activas desde el siglo I AC a los tiempos de los visigodos. La vía que se abre ahora es investigar si el cobre de la zona es coherente con el cobre de los ases segovianos. Sería lo lógico. El surgimiento de la ciudad de Segovia podría entonces apuntar a un origen minero, a un enclave creado  por los romanos para explotar una zona presuntamente rica en metales, que eran la razón primordial de la invasión de Hispania por los romanos. Al existir unas minas de cierta importancia, los romanos optaron por crear un asentamiento relevante, bien fortificado y que con el tiempo se pretendió prestigiar o potenciar con una de las máximas comodidas de la época, el agua corriente. La misteriosa CL que perfila al César, otro enigma que trae de cabeza a los numismáticos, podría ser la marca de la mina o un distintivo de unidades militares acampadas en la zona. O “cochinillos y lechales” o “producto de Castilla y León” o “Clara Luquero”… Las especulaciones y bromas en las redes sociales están estos días a la orden del día.



		
		
		
		
		
		
		
		
		
		
		
		
		
		
		
		
		
		
		
		
		
		
		
		
		
		
		



		
		
		



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