free web stats

Cumbre-fosa para el cambio climático

Pocas cosas como la lucha contra el calentamiento climático evidencian tanto la incapacidad de los estados nación para poner en marcha políticas mundiales.

Este viernes acaba la COP27 en el Cairo. En París 2015 se alcanzó el acuerdo de reducir las emisiones en 8 años al 50% para contener el aumento de la temperatura media en 1.5º. Brindis al sol, y nunca mejor dicho, de manera que este 2022 la idea es dejarlo en 2º. Para lo cual la idea vuelve a ser articular un fondo mundial en el que los países ricos (que no lo más contaminantes, pues China e India, pasan, además de Rusia, o sea que a la mitad del planeta se la pela aunque tengan el agua en el tobillo) sufraguen la contención contaminante de los en vías de desarrollo. Gran milonga en la medida que ni los países ricos tienen entre sus prioridades ser los paganos, ni los pobres tienen la capacidad real de contener nada de nada.

Pienso en países como Nigeria, con grandes reservas de petróleo pero que es incapaz, básicamente por la pobreza y la corrupción, de optimizar sus 4 refinerías de manera que en la práctica se ve obligada a comprar gasolina fuera. O Bangladesh, uno de los más contaminantes y a la vez una de las principales víctimas de la subida de los niveles del mar, que año tras año sala comarcas adelantando lo que viene, la migración forzosa de millones de personas.

Por si faltaba algo, en Europa al menos la cumbre queda eclipsada por la “brillante” idea de algunos activistas de lanzar puré de patatas a obras de arte, ensuciar museos y pegarse a los cuadros con Loctite. Si en la anterior COP el icono fue una chiquilla malcarada de la Europa rica, la de este 22 será un tontolaba pegado a un Van Gogh chillando que el mundo se acaba. Vamos bien. Alguien debería revisar los manuales de activismo. En el pueblo, al final, queda la idea de que los activistas contra el calentamiento global son unos tipos que lanzan puré a los cuadros del museo. Esto es ponérselo a huevo al negacionismo.

Puestos a buscar el lado positivo, la COP22, que llega tras un año especialmente drástico en lo climático, actúa sobre la punta de lanza del movimiento, los consumidores europeos, 750 millones de ciudadanos que país a país son irrelevantes pero que en su conjunto marcan las pautas de buena parte de la producción mundial. Ejemplo: es cuando Europa empieza a demandar en serio placas solares y coches eléctricos que el resto del mundo se pone a fabricarlos. Al final, nuestras normativas ambientales tiran del resto de la producción mundial, la inclinan hacia productos más sostenibles, facilitan la transferencia tecnológica minimizadora (o paliativa, si prefieren) de la contaminación, que en tanto la población mundial siga increscendo y con la “tonta” idea de vivir más y mejor, es de lo poco en lo que podemos tener alguna esperanza. Convivir con el calentamiento.

En este panorama, usted y yo tenemos un importante papel. Evidentemente, ni usted ni yo nos privaremos de buena parte de los pequeños lujos cotidianos “por la salud del planeta”, pero sí que año tras año elevamos un poco el listón ambiental. Muchos consumidores recelan ya del low-cost o, cuando menos, vetan productos con aceites de palma, y se inclinan por productos con la etiqueta “eco” (que luego sean lo que prometen, es otro cantar, pero la intención es clara: puedo pagar algo más por algo mejor). La eficiencia energética, compartir el coche al ir a trabajar, bien que a golpe de palo, es algo que hemos incorporado a nuestras vidas, al menos como “ideal”. Hay que ahorrar.

Y nos queda mucho qué hacer, especialmente en Segovia, en lo tocante a la recogida selectiva. Reciclar y descarbonizar son las dos grandes batallas aquí y ahora donde tenemos un papel protagonista. Hay que convertirse en un fanático del triaje de residuos, poblar la cocina y los trasteros de bolsitas: esto para esto, aquello para aquello. Tenemos mucho que mejorar.

Nosotros y nuestras autoridades locales, claro. Los consistorios siguen reacios a encarecer la recogida de residuos urbanos. Faltan contenedores amarillos porque son más caros de gestionar y exigen rutas de retirada más frecuentes y en consecuencia caras. Antes que contenedores, muchos concejales prefieren teatrillos y obras egomaníacas insostenibles. De otro modo no se entiende que los paneles fotovoltaicos en los tejados no sean ya de obligación efectiva en toda obra nueva… Otra, los circuitos de aguas grises… Otra, la red de electrolineras…

Enfín, menos cumbres y más acción local. Menos mocosos pegados a los cuadros y más activistas en el patio del cole recogiendo las toneladas de  envoltorios, bricks y papel de plata que a su paso dejan nuestros -sobre el papel- concienciados jóvenes.


Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

Share This Post On

3 Comments

  1. Se requiere un cambio de mentalidad de todos que empieza por abajo. Pero progresivo y realista: paneles solares, eólicas, hidrógeno, nuclear, nos guste o no que necesitamos para sobrevivir si queremos tener luz y calor hasta que aparezcan otras fuentes de energía eficaces, reciclaje, coches eléctricos e híbridos… y sin violencia hacia las personas, hasta ahora parece que la única solución que plantean muchos salvajes es acabar con la mitad de los humanos del planeta, unos 4000 millones de personas, para mejorar el clima de la Tierra.

    Post a Reply
  2. Yo quiero ser sostenible, quiero generar mi electricidad de forma limpia, pero como mi tejado esta en el casco antiguo, no hay opción. Que alternativas nos da Clara II de Segovia a los sufridos habitantes del casco antiguo? Me temo que ninguna mas que subirnos el IBI, total, ella vive en un pueblo y no lo paga aqui, solo viene a por su mas que generoso sueldo (en coche y de combustión).

    Post a Reply
  3. China produce el 30 por ciento de la contaminación mundial,estados unidos el 20 por ciento, india el 10 por ciento, Europa no llega al 5 por ciento.. pero es Europa quien tiene que ajustarse el cinturón…los otros países nadie les pone sanciones ni medidas para dejar de contaminar..nuestro esfuerzo será muy loable y generoso, pero no servirá de mucho…ahora, para poder producir electricidad en Francia y Alemania y evitar su desmantelamiento, dicen que la energía nuclear es verde, hace un año era la más peligrosa..las placas eléctricas son caras y poco eficientes,y conseguir subvención una odisea …..el diésel antes era la panacea y ahora lo quieren eliminar ( aún contaminando, los nuevos coches, menos que los de gasolina )..quieren obligarnos al coche eléctrico sin puntos de carga para todo el mundo .¿Y cuando todo sea eléctrico habrá suficiente producción eléctrica para todos?? ¿O subirán el precio también??..la huella de carbono de las baterías de litio y otros componentes de los coches electricos es enorme…osea que producir un coche eléctrico contamina más que uno convencional…que algún experto explique todo esto..por qué parecer, parece, más una tomadura de pelo que el que aso.la.manteca..que seguro contamina también además de ser una guarrerida

    Post a Reply

Submit a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *