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Cartelera Segovia: El fundador

El Fundador se concentra en el período 1955-1961 de la historia de McDonald’s. Empieza cuando un gris vendedor de batidoras, Ray Kroc, conoce en San Bernardino (California) a los hermanos McDonald. Estos explotaban con gran éxito su revolucionario concepto de cocina rápida. Básicamente, centrar la restauración en un pequeño grupo de platos (inicialmente hamburguesas, batidos y patatas fritas) mecanizando y optimizando todo el proceso para dar un servicio cuasi-instantáneo y a precios rompedores. Sin embargo, la línea de expansión iniciada por los hermanos era mediocre y daba muchos quebraderos de cabeza. De manera que el insistente Kroc consiguió los derechos para abrir franquicias por todos los Estados Unidos, a lo que se dedicó en los siguientes años con un fervor rayano en lo fanático. De Kroc fue el marketing que aún hoy distingue a la cadena, su vinculación con un público familiar y con el American Way of Life, en tanto que puso como segundo a un verdadero genio, Harry Sonnenborne. Este desarrolló la idea que a la postre marcaría la diferencia, franquicias llave en mano, donde la firma es propietaria del terreno y cobra un canon sobre los beneficios, por el suministro de materia precocinada y por el alquiler mensual. Un negocio redondo, de crecimiento exponencial hasta hace nada, que llevaría a McDonald’s a lo que es hoy, un monstruo de la cocina rápida, con 68 millones de menús vendidos a diario en sus más de 36.000 restaurantes distribuidos por todo el mundo.

La película, dirigida con solvencia por John Lee Hancock y que se centra en el, en mi opinión, algo sobre actuado Michael Keaton en el papel de Kroc, pasa por alto la gesta empresarial para devenir una profunda reflexión sobre el éxito y el capitalismo. ¿Quién es el visionario? ¿El que crea un proceso revolucionario -en este caso los hermanos McDonald- o el que edifica a partir de esa idea un monstruo planetario?  Igualmente entra de lleno en la ética del capitalismo. Como es sabido, Kroc terminó por adquirir la firma a los hermanos en 1961 por la en aquel entonces bestial cantidad de 2,7 millones de dólares. Pero no sin antes liar mil pirulas a los desbordados hermanos hasta el punto que Kroc ha pasado al imaginario empresarial como el típico tiburón  -“malo no, desalmado sí”, dice Kroc de su empresa-, dispuesto a todo para arrebatarles la empresa a dos bonancibles hosteleros.

Una reflexión que me deja un tanto fuera de juego. ¿Acaso el gran capitalismo no es intrínsecamente desalmado y de ahí la necesidad de un mercado regulado que nos evite terminar devorando perros triturados? Así que veo el resultado final algo maniqueo, como si nos planteara un duelo ético. No es para nada mala película, especialmente si se contempla como cine histórico, pero me sabe a poco comparada con La Red Social, de Fincher, o el Tucker de Ford Coppola… Me sabe un poco a Burger King.

Author: Luis Besa

Luis Besa. Periodista,

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