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Animando la tertulia

Solté mi apuesta en medio del corrillo de amigos reunidos en torno a la mesa del bar en la que ya se acumulaban varios botellines mientras comenzaba a decaer el debate, que si algo me gusta en esas reuniones es animar la discusión: “Pues yo no descarto que al final, llegando mayo, Rajoy acaba siendo presidente”. Y se hizo el silencio. “Bueno, u otro (no se me enfaden, “otro” es genérico) pero será del PP y con permiso del PSOE”, apuntalé para despertar definitivamente al gallinero y provocar la explosión de opiniones, todas a la vez: “Si hombre, los del PSOE no se tragan eso”. “De ninguna manera, la gran coalición es imposible”. “Ah, pues si es otro candidato, si, que todo cambia”. “Antes que eso habrá elecciones”, “No tienen más remedio que entenderse”, “Mejor que con el coletas, seguro”, “Me niego, me niego”…

Malicioso y satisfecho por el guirigay me traje el ascua a mi sardina y saqué la tableta para leer el entrecomillado que había soltado un rato antes la alcaldesa socialista de Segovia, Clara Luquero, y que me venía al pelo porque abre una puerta que hasta ahora estaba cerrada a cal y canto: “Preferimos pactar con otras fuerzas antes que con el PP, pero vamos a ver cómo van los acontecimientos”. Otra vez el silencio que si lo ha dicho Luquero es que lo ha oído en algún sitio (la alcaldesa jamás ha lanzado un solo mensaje alejado de la línea oficial del partido), quizá el domingo pasado.

Seguí haciendo fritura a base de acercar la hoguera hacia mi y decidí hacer sobre la marcha una encuesta que, de acuerdo, no es la del CIS pero me servía, preguntando uno a uno a la treintena de parroquianos que andaba por ahí si cambiarían su voto en caso de nuevas elecciones sabiendo de antemano el resultado: prácticamente todos cogerían la misma papeleta que en diciembre, dos que ya tengo vistos por llevar meses haciendo apología de Podemos eludieron la pregunta y los tres que no repetirían, esta vez no votarían. Pues eso: Las nuevas elecciones no causarían cambios de importancia y además significarían un fracaso colectivo que nadie quiere asumir.

A ver. Desde que Pedro Sánchez ha decidido hacer suyos los escaños de Ciudadanos —que es mucho hacer e incluye bastante desfachatez— en combinación con las frivolidades, soberbias, extremismos y la cal viva de Pablo Iglesias, la presencia de Podemos en un Gobierno “de progreso” se me antoja, además de indeseable —una asamblea de la facultad no se parece al Congreso y no tengo ninguna gana de que eso cambie— muy difícil.

El líder de los morados se ha encargado de dejar claro que le sobra cualquiera: el PP es el demonio; Sánchez no tiene ni idea de “progresismo” y sólo se salvaría si se deja guiar por su sabiduría de verdadera izquierda o mejor aún, si desaparece; Albert Rivera es un calco de Rajoy; y entre los suyos surgen discrepancias… Difícil, muy difícil.

¡Ya van buenos los espetos!

Total, que me quedan los enlaces por el lado contrario y no me cuesta demasiado encontrar lugares comunes que lleven a la inédita unión temporal entre los dos partidos tradicionales, con Ciudadanos también, quizá, empezando por la defensa unida ante invasores por los extremos del panorama político, ofreciendo al ciudadano una muestra de que sólo ellos pueden salvar esta situación desde posturas moderadas en torno al centro político, que es donde se mueve el común de los españoles, salvando de paso las amenazas que se ciernen sobre su merienda actual y futura pero transmitiendo la idea esa de “he entendido el mensaje” que ya dijo Felipe González aquella vez que los votantes le hicieron temblar las canillas. (Cierto, luego hizo lo que le dio la gana).

Hombre, si Sánchez ha sido capaz de encontrarse con Rivera hasta el punto de lograr un acuerdo siguiendo las máximas de Marx (Groucho) sobre la posibilidad de cambiar de ideas si no gustan las propias…

Calculé yo, liándome la manta a la cabeza, que esa unión temporal no sería demasiado larga, dos años a lo sumo antes de liquidar la legislatura. Oiga, que buena ocasión para, si se diera el caso, hacer algunos cambios en la Constitución —ya sabe que esas cosas obligan a disolver las Cámaras un vez hecho el trabajo— llevando la voz cantante en esa cuestión PP y PSOE desde el Gobierno. Ya puestos…

Oiga, que la propuesta de coalición que solté animó el debate un par de horas más. Lo hice en buen momento, que si esto lo digo hace una semana, la discusión se habría zanjado en cinco minutos.

Author: Fernando Sanjosé

Segovia (1967). Periodista.

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1 Comment

  1. Pues mire usted don Fernando, me uno al corro. Para mí que viendo el percal de ideas que se les ocurren a estos denominados ‘progresistas’, con mociones del tipo cambio de rótulos para no confundir la ‘o’ con la ‘a’, o “Derribos Colau” como el no quiero a militares en mis dominios (aunque sea para fomentar la enseñanza, y dar conocimientos y trabajo a jóvenes, cosa que ellos hacen a base de baturradas como mucho) seguiran con los votos de la denominada ‘ala izquierdista-anticapitalista’, pero van a perder tal mogollón de votos que si consiguen, en nuevas elecciones, una cuarta parte de diputados se podrán dar con un canto en los dientes. Mi ilusionante voto no lo vuelven a tener.
    Ya ve, y yo, sin botellines ni nada. Ya que dejan ustedes entrar al trapo… de cabeza.

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