Compete al segoviano putativo darse cabezazos contra el primer muro a tiro ante determinadas “costumbres” locales, incomprensibles por más que pasen los años. Y es que se habla y se habla de “dinamizar el centro”y salvar el patrimonio, eso sí, mediante PEAHISES y curiosas estrategias de abandonar palacios alejando todo lo posible del centro cualquier servicio potencialmente dinámico, tal que universidades, juzgados, bibliotecas… Algo tan obvio como ampliar la Diputación con el palacio cuasi anexo es visto como malgasto. ¿Tiene que ser al lado de la Diputación? ¿No puede ser donde los toros?
Pero lo del enlosado de la Catedral supera toda medida. Va para 20 años que paso por allí y me preguntó, ¿por qué demonios está esto cerrado a cal y canto? Una explanada preciosa y amplia como un campo de fútbol, presidida por la imponente fachada de una catedral. Y nada. Cerrada. Hasta tomar una foto es complicado, no siendo arriesgando las partes y saltando sobre erizados pinchos (con pinta, además, de cargaditos de tétanos).
Y mira que no hay que ser muy largo para intuir las posibilidades de este espacio. Desde alguna terracita hostelera, a ferias de esto y aquello, saraos, o simplemente estar un rato embelesado. Pues nada. Y no quiero meterme en el pantano de los párkings, pero no está de más recordar que espacios así parecen hechos al propósito de ocultar un parking subterráneo (por si hiciera falta).
No hay forma. Pregunto al deán, José Antonio Velasco. ¿Por qué está cerrado? El enlosado es propiedad del cabildo (cosa ya de por sí extraña, en la mayoría de ciudades que conozco estos enlosados pasaron a espacios públicos hace cien años) y el cabildo no tiene claro qué hacer con eso. “Si se ha barajado alguna vez la posibilidad de usarlo como acceso principal al museo pero lo cierto es que abrirlo no entra en nuestras prioridades”, me dice.
Los peros apuntan a miedo a la vandalización del entorno, problemas de seguridad y el gasto que para la diócesis supondría mantener allí algún vigilante. Nada que no se puede arreglar con televigilancia y una terracilla. Pero así se las gastan en Segovia, muerto el perro muerta la rabia.
Por no ir a la verdadera solución de fondo: transferencia inmediata del enlosado al municipio, de manera que la ciudadanía ganaría un espacio espectacular y el obispado se quitaba de un quebradero de cabeza. Y además, transferencia gratis o a permutar por obras de mejora en alguna parroquia. En fin, nada que una medianía no puede negociar con solvencia.
Así que para Reyes Magos me pido el enlosado. ¡A ver si lo abren de una dichosa vez!
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