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Testimonio mediático

He de confesarles que, como otros muchos españoles, seguí entera la testificación de Rajoy sobre la Gürtel. Lo hice a través de la radio. Tuve la sensación de estar escuchándole en el Parlamento, en especial en la primera parte. El mismo tono, la misma chulería y prepotencia e igual de sobrado que cuando, a escasos metros de mi escaño, rezuma su poderío de ganador. No me sorprendió. El juicio televisado y la disposición de la sala -que pude observar después en televisión- desvirtuaba el proceso y lo convertía en un espectáculo mediático. El presidente del Tribunal, Rajoy y los letrados de la acusación estaban escenificando sus intervenciones para persuadir a los millares de españoles que seguían la vista. Un proceso judicial que seguía la senda de la nueva forma de hacer política. El fracaso del proceso estaba garantizado, como así fue. Mucho más cuando el testigo, el señor Rajoy, fue situado en un una ubicación que a los efectos visuales de la ciudadanía lo convertía en copresidente de la causa junto al presidente y los dos magistrados que acompañaban a éste. Todo un dislate, y un error que pone en tela de juicio la independencia de la Justicia en España. Una torpeza de tal calado en la forma que pervivirá durante mucho tiempo en la retina de los españoles. Flaco favor se ha hecho con esta testificación a la Justicia.

Hay que recordar que Rajoy comparecía como testigo y no como culpable. Sin embargo, el proceso a todos los efectos mediáticos dirimía la responsabilidad penal y política. Se movió como pez en el agua. Si algo domina Rajoy es la escenificación, y el formato se lo puso en bandeja. La acusación no estuvo muy afortunada en sus planteamientos. Sólo el letrado que se ciñó a los aspectos jurídicos le llevaron a pronunciarse con evasivas, pero aun así se lo notó cómodo. Con sus respuestas es imposible deducir una responsabilidad penal. La lección la llevaba bien aprendida, y error perceptible no cometió. No ocurre lo mismo con su responsabilidad política. La percepción mayoritaria es otra.

A pesar de sus palabras, Rajoy carece de credibilidad en el caso de financiación de su partido. Los famosos SMS lo delataron y por más que intente vestirlos e interpretarlos la percepción ciudadana es mayoritariamente de descrédito hacia sus declaraciones. Alguien como él, que ha dirigido diferentes campañas electorales y lleva sentado 34 años en la dirección de su partido, no puede afirmar que desconocía todo sobre la recaudación de fondos y los recursos que se utilizaban para financiar las campañas y la gestión ordinaria del PP. Nadie le cree. Lógico.

Los que hemos dirigido campañas y el partido -10 en mi caso- no podemos dar crédito a lo que dice. Lo primero que te planteas al ordenar y planificar una campaña son los recursos con los que puedes contar y las restricciones que marca la ley electoral y de partidos. Rajoy, a tenor de sus declaraciones, parece ser que estaba al margen de estos principios básicos. Todos nos hemos quedado perplejos -en Segovia también- cuando nosotros desde el PSOE en las campañas electorales no llegábamos ni a un tercio de lo que según las señales externas gastaba el PP en publicidad, vallas y puesta en escena, incluidos almuerzos y encuentros. Algunos no sólo lo denunciamos en los medios de comunicación, como puede comprobarse en la hemeroteca, sino también propusimos actuaciones en la Comisión Mixta del Tribunal de Cuentas para evitar lo que era obvio.

La oposición, al margen del debido respeto a la Justicia y al proceso, ha participado de la fiesta mediática. Pablo Manuel Iglesias, si se descuida un poco, comparece ante los medios antes que el propio Rajoy en la sede de la Audiencia Nacional. Nada nuevo. Frases rimbombantes para la búsqueda mediática de “golpes de efecto”. El PSOE salió exigiendo la dimisión inmediata del presidente del Gobierno. Una petición ya expresada en ocasiones anteriores, y que el presidente ha sorteado desde aquel Pleno del Congreso en el Senado de 2010 con manifiesta habilidad, e incluso llegó a dar la vuelta cuando los españoles recientemente sustituyeron su preocupación por la corrupción por el bloqueo político del país. C’s y PNV han dado una larga cambiada. El primero remitió a la comparecencia de Rajoy en la comisión de investigación sobre financiación del PP en el Congreso y el segundo expresó sus dudas sobre las declaraciones del presidente. No en vano son socios de Gobierno de hecho, al menos en el respaldo parlamentario para sacar adelante la Ley de Presupuestos, que es tanto como decir que sus intereses. En todo caso, Rajoy por higiene democrática se debiera haber ido hace mucho tiempo -tengo la sensación de que llegó a estar en sus planes-, pero si se quiere ir que lo haga una vez resuelto el gran problema que tiene España en el momento actual: el desafío secesionista. No sea que entre todos compliquemos más aún el concurso de todos los partidos que tiene sentido de Estado y vocación de Gobierno.

Author: Opinion

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