Este fin de semana Alberto Bermejo se subirá a su bólido, el dorsal 99 de la “escudería” Segogravity en las lomas del castillo de Burgos. Le espera un descenso de casi un kilómetro por adoquines y cerradas curvas. Corre contra la gravedad. Claro que no está solo, el equipo Segogravity está formado por 13 alumnos del Colegio Maristas de Segovia. Liderados por la profesora de Tecnología Industrial, Laura Fuentes, y el alumno Marcos Mateos, durante varios meses han estado trabajando en el prototipo, desde su diseño a su financiación, pasando por la pintura, y el cableado. Un soberbio trabajo… de matrícula.
Antiguamente los chavales más osados del barrio tomaban una plancha de madera, le encajaban cuatro ruedas, un rudimentario freno (si la providencia les dotó de un mínimo de sensatez, que lo normal era que no) y se lanzaban cuesta abajo. Algunos las llamaban “carrilanas”; improvisados trineos sobre ruedas que, como norma general, terminaban volcando a la tercera curva. Hoy se llaman “vehículos inerciales” y se cuidan todos los detalles.
Aerodinámica depurada para aprovechar la bajada, el centro de gravedad bien bajo y bien al medio de los menos de dos metros de chasis para no volcar en las curvas. Una dirección robusta que aguante el traqueteo del adoquinado. En total son 100 kilos (con Alberto al volante 160), muchas horas de trabajo y 5.000€ de presupuesto que la escudería ha recaudado de patrocinadores, la Diputación de Segovia, la FES, el Ayuntamiento de Segovia o empresas como Pentamotor, que ham ayudado en facilitando sus talleres para el montaje del bólido.
Prácticamente recién salido del taller, Alberto se enfrentó el lunes 13 a su primera bajada en serio por el paseo del Salón, tras haber entrenado mínimamente en la bajada del propio colegio Maristas. Salvó con prestancia la cerrada curva de Leopoldo Moreno y cruzó como una bala la meta en la calle Los Tilos.
El sábado se las verá con otros 14 equipos en Burgos, aunque la carrera de verdad la tienen más que ganada.
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