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La silenciosa revolución de las impresoras 3D, en la UVa

impresion·DPrusaNadie sabe exactamente cómo las impresoras 3D se meterán en nuestras vidas, lo que está claro es que el futuro a 10 años vista pasa por una tercera (o cuarta) revolución industrial basada en la posibilidad de modelar en casa cualquier tipo de pieza. Un ordenador que se descarga un diseño en 3D (ya sea la placa de un enchufe, la barilla del limpiaprabrisas, la torre que perdimos de nuestro juego de ajedrez, un vaso, un plato, o la piececita que no venía en la caja del IKEA) y una impresora que esculpe el diseño en cosa de minutos (u horas, suelen ser algo lentas).

“Una verdadera revolución en marcha, esto lo cambia todo”, explica Jon Dornaletetxe, profesor de publicidad del campus de la UVa de Segovia que, junto con un decena de entusiastas alumnos, desembalaba ayer y montaba las tres primeras impresoras Prusa i3 Hefestos, de la firma española de móviles y tecnología BQ. Dornaletetxe lleva dos años tratando de implementar en los estudios de diseño la tecnología de impresión 3D, para la ocasión, ha hallado soporte en la empresa segoviana Baianai y en la multinacional BQ, además de la UVa, financiadora de los apenas mil euros que cuestan las impresoras. “Eso sí, vienen en piezas y hay que montarlas”, por eso salen más baratas. Este tipo de impresoras pueden modelar figuras de hasta 20 cm x 20 cm.

 

impresion3D

Dornaletetxe y alumnos de la UVa ensamblando las impresoras 3D en el campus María Zambrano.

Ha sido el mundo del diseño el que, de algún modo, ha puesto de moda una tecnología hasta ahora relegada a la gran industria. La razón es clara, el diseño hace tiempo que saltó al modelado 3D con fines audiovisuales, de packaging, mercha… Las impresoras eran el siguiente paso, poder plasmar en la realidad lo que, hasta ahora, quedaba en la pantalla del ordenador. Los resultados prácticos han sido espectaculares en campos como el prototipado, la maquetación, el poder trabajar con piezas concretas antes de su fabricación en serie, o el arte. Y no solo en el mundo de la industria. En la medicina el 3D es ya una herramienta más para el ensayo de intervenciones, diseño de prótesis, válvulas. Gracias a las impresoras, cada pieza es única personalizada y adaptada a la topología específica donde va inserta.

Cómo funciona

Las Prusa son la gama más extendida. Parten del proyecto Reprap, máquinas que diseñan máquinas, y trabajan “como un manga churrera. Se introducen filamentos de plástico que se calientan a 200 grados, por extrusión se va modelando la pieza capa a capa”, explica un supervisor de BQ. La impresora reproduce en plástico la pieza previamente modelada en el ordenador o descargada de internet o escaneada.

Su limitación está, actualmente, en los materiales de modelado. Normalmente se usa el plástico, pero ya están en marcha proyectos con resinas, mixturas metalizadas o, incluso, materia orgánica (sí, el viejo sueño de Star Trek del sintetizador de comida es ya una realidad, basta una masa proteíca, saborizantes y elegir si bistec, fetuccini u hojas de lechuga). Todo responde al mismo principio, obtener alguna pasta que se pueda meter en el inyector y conseguir capa a capa una reproducción 100% perfecta.

Son también los “juguetes” de moda en el campo del modelado. En el próximo Mulafest se prevé que habrá toda una nave dedicada a la impresión 3D. Para este verano, la universidad tiene previsto organizar ya los primeros talles y seminarios de modelado e impresión 3D.

Author: Redacción

Acueducto2. Noticias y actualidad de Segovia.

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