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Sábado de azada en la Cacera del Cambrones

En el alfoz segoviano y llegado el último sábado de mayo, los “colonos”, los vecinos venidos de Segovia en las últimas décadas, hacen lo de cada sábado, trabajar, deportes, compras, arreglar el jardín… Para las familias “pata negra”, las de toda la vida, de Palazuelos, de Trescasas, de Tabanera, San Cristóbal, Sonsoto y La Lastrilla, es día de “hacer cacera”. Y va para seis siglos. Es un ejemplo de los pocos que van quedando de trabajo comunitario, tradiciones que tenazmente aguantan el paso de los años y los cambios sociales.

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Sobre estas líneas, foto de familia de la Noble Junta de Cabezuelas 2015, encargada del primer quinto y de la revisión y coordinación de los trabajos. Quinto de Tabanera en pleno tajo. Inferior, quinto de Sonsoto, con el alcalde cartas José Antonio Martín, y diversas imágenes del quinto de Tabanera trabajando el cacera.

Por la mañana, sobre un millar de vecinos (todos hombres), con azadones, palas, horcas, se reparten en cuadrillas por los 10 kilómetros que aproximadamente cubre la Cacera Mayor del Cambrones. Lo hacen por “quintos”, cada localidad tiene su quinto, cada quinto, dos representantes de la Noble Junta de Cabezuelas, la Junta su “alcalde cartas“.

“Esto es un privilegio muy antiguo, de allá 1450, pero está documentado en 1491, que es cuando los Reyes Católicos nos dieron la concesión de 363 litros por segundo del Cambrones, de los que 30 van cedidos a los ayuntamientos. Arreglamos la Gacera Mayor, desde la Presa Madre -la toma de agua en el Cambrones, ubicada cerca de la linde con La Granja, en la Mata de Sáuca- hasta La Lastrilla”, explica José Antonio Martín, del quinto de Sonsoto, “alcalde cartas” de la Noble Junta de Cabezuelas.

No hace tanto, mantener la cacera era algo vital en la economía de la zona. De ella dependía que en verano las vacas pudieran beber, que los huertos tuvieran riego, que las fuentes no estuvieran secas. Una cacera invadida por las zarzas o colmada por los sedimentos incidía (e incide) en desbordamientos, pérdidas de agua, pleitos y confusiones. Así que todos los cabezas de familia, bajo pena de multa, debían participar en una “peonada común”, las hacenderas, rígidamente estructurada para mantenerla en perfecto estado, como la tenemos hoy directamente desde el siglo XV.

La cacera mayor es el ramal común del que luego parten las acequias que suministran a las seis localidades. El agua llega al “cepo“, que así se llama el empalme de desvío, habitualmente una pequeña construcción de mampostería, y de ahí a las fincas y pueblos. La cacera se divide en cincuenta “caces”, de los que Tabanera se queda con 9, Palazuelos 7, Sonsoto 8, Trescasas 7, y La Lastrilla 5. Pero es San Cristóbal el que tiene más, 14, pues siglos ha se quedó con los caces de una séptima aldea hoy desaparecida, Agriones. Conforme a esta distribución, cada pueblo asume la limpieza de los “quintos” que le corresponden de la Cacera Mayor. Menos el primer quinto, el de la Presa Madre, ese está reservado para los junteros de la Noble Junta de Cabezuelas. Son los mismos que, el domingo, velarán porque los trabajos se hayan desempeñado correctamente, y si todo está Ok, al siguiente domingo cesarán en el cargo en merendola de hermandad.

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A las siete y media de la mañana, pues, se corta la toma de agua de la presa, empiezan los de la Junta a trabajar. Algo más tarde, van llegando los hombres a sus quintos. Y empieza el jaleo. Que no es un trabajo tan duro como se pueda pensar. Al menos en Tabanera, que ayer aportó más de un centenar de peones al tajo. “De Tabanera, eh, di que somos de Tabanera, no de Palazuelos”, insisten. En la vanguardia si se trabaja, pero por atrás las cosas van a otro ritmo. La bota va de mano en mano. Hay mucho joven, señal de que la tradición se mantiene firme, y ganas de juerga.

Y es que “hacer la cacera” suponía una fiesta entre vecinos de las buenas-buenas. Antiguamente, la Junta pagaba la bebida, hoy son los ayuntamientos (algunos, no todos). A lo que se añade las abundantísimas provisiones que se trae cada cual. Eso sí, todo queda condicionado a que se acabe el tajo, pero cuando se termina, a calmar la sed…

Es este carácter festivo el que ha permitido que la tradición perviva. Actualmente, la ganadería y los huertos que se abastecen de la acequia son muy pocos. “Pero es por la tradición, por los más de quinientos años que llevamos haciéndolo, y porque sino, habría inundaciones y nos lo acabarían quitando”, explica Jesús de la Rubia, uno de los dos representantes en la Noble Junta.

Una concesión en riesgo

La verdad que hacen un trabajo impecable, aunque se nota que algunos solo le dan a la azada ese día en todo el año. La cuestión es que la concesión peligra. Más de quinientos años de tradición amenazados por los pelotazos inmobiliarios.

Bien, es una forma de verlo. De algún modo, la política de aguas en la zona ha pasado de la Junta a la Mancomunidad de la Atalaya, que es la estructura transmunicipal que gestiona el agua de boca en los seis pueblos. En verano, los 353 litros por segundo de la concesión son un bocado muy apetitoso para las sedientas redes de pueblos que han crecido exponencialmente. “¡Pero si ya les damos el agua, la que les toca y más, la que necesiten, que primero son las personas -explica Jesús-, la cuestión es que nos la quieren quitar para ellos poder decir que tienen abastecimiento suficiente para los desarrollos urbanos”. Y es tal cual. Más que la necesidad real de agua, los ayuntamientos, la Mancomunidad, precisan la titularidad de la concesión para documentar administrativamente que no les falta agua para los nuevos asentamientos. Alegan que hoy en día el agua carece de finalidad económica y amenazan con llevar el caso a la Confederación.

Años tras año, este tira y afloja ha ido envenenando (aunque quizá la palabra es exagerada) la relación con los municipios. De manera que la Confederación Hidrográfica está por intervenir. “Se lo quedan ellos y entonces ni cacera ni Dios que lo fundó”, profetiza un vecino. Esperemos que no.

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Author: Redacción

Acueducto2. Noticias y actualidad de Segovia.

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1 Comment

  1. Una iniciativa expléndida. Felicidades.
    Saludos.

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