La semana pasada, Susana Suárez, procuradora en Cortes de Castilla y León por Segovia, de VOX, preguntó al consejero de Movilidad por el proyecto de la nueva Estación de Autobuses. Simultáneamente desde el Grupo Municipal VOX hicimos lo propio. Las respuestas en ambos casos fueron evasivas, porque cuando no hay avances, se intenta cubrir el vacío con frases infladas de nada.
Pero esas preguntotas han preocupado al Alcalde Mazarías, siempre diligente cuando se trata de cubrir la nada con un manto de grandilocuencia, reaccionó de inmediato con su maniobra favorita: una bomba de humo informativa, cuidadosamente escenificada y gentilmente trasladada por algunos medios, que la difunden con la devoción con que se repiten las letanías religiosas.
Así, divulgaron un relato construido al milímetro por el gabinete municipal de comunicación: la Sareb vende el 82 % del Velódromo, existe “sintonía” con los nuevos propietarios, y el Ayuntamiento -con solemnidad de procesión mayor- convocará la junta de compensación para resolver uno de los “problemas históricos” de la ciudad.
Lo que el Alcalde Mazarías omite con esmero, es que estos terrenos ya fueron objeto hace años de una suerte de concentración urbana, con pleitos incluidos, que desembocó en adjudicaciones inscritas en el Registro de la Propiedad.
Tampoco dice que parte del 8% restante está hipotecado, lo que introduce a los bancos en este ya laberíntico escenario.
Y mucho menos explica que lo que se pretende utilizar para la nueva estación es suelo urbano consolidado, caro, lento de expropiar y todo lo contrario a los fuegos de artificio que el munícipe pretende proyectar.
A esto se suma otro detalle que el Alcalde Mazarías evita cuidadosamente: pretender que este proyecto se active por arte de junta de compensación es desconocer la realidad o intentar engañar a los segovianos. La junta de compensación no es un ejército disciplinado; es un parlamento caótico donde cada propietario juega según su propio interés, y donde el menor desacuerdo paraliza todo durante meses, cuando no años (acordémonos de la situación en la que se encuentra el CIDE).
Lo verdaderamente significativo de todo este asunto no es lo que se dice, sino lo que se pasa por alto: la situación de los vecinos que llevan años soportando la Estación bajo sus ventanas. Son ellos quienes padecen los ruidos, las maniobras a todas horas, la intranquilidad constante y hasta las consecuencias jurídicas de decisiones municipales mal ejecutadas, como la famosa marquesina, cuya retirada acabó costando dinero público.
Estos vecinos, acostumbrados a escuchar anuncios que nunca desembocan en nada concreto, están ya más que cansados. Quieren la nueva Estación de Autobuses cuanto antes, y quieren sobre todo que el Alcalde Mazarías deje de vender expectativas vacías mientras la instalación continúa generándoles molestias diarias. Porque volver ahora a sacar titulares sobre el “avance” del proyecto, sin haber resuelto lo más elemental -disponer de los terrenos donde ubicar la futura estación-, no es información, ni planificación, ni transparencia, es solo alimentar ilusiones que no se sostienen y, en definitiva, volver a engañar a quienes más llevan sufriendo este problema.
Desde el Grupo Municipal VOX, que hemos mantenido conversaciones directas con ellos, lo sabemos bien. No piden discursos ni promesas de campaña: piden que el traslado sea real, cercano y viable, y que no se juegue con un asunto que afecta a su descanso, su día a día y su calidad de vida.
Todo este súbito fervor por anunciar avances que no existen encuentra explicación en un único dato: en marzo de 2026 habrá elecciones autonómicas. A partir de ahora, todo todo cuanto anuncie el Partido Popular en Segovia -absolutamente todo- deberá interpretarse como lo que en realidad es: propaganda electoral.
Nada de ello nace de la planificación ni del impulso municipal, sino de la necesidad de vestir una gestión débil, sin fuerza, y sin capacidad real de actuación. El Alcalde Mazarías, en todo este tiempo, no puede exhibir un solo logro relevante en la ciudad. Por eso se aferra al abrigo político de Mañueco, como quien se cobija bajo un toldo ajeno cuando empieza a llover. Y así pretende vender como avances municipales meros titulares prefabricados, solo para simular que algo se mueve.
Segovia no tendrá una nueva Estación de Autobuses en esta legislatura. No la tendrá porque no hay terrenos, no hay financiación, no hay proyecto maduro, no hay acuerdos jurídicos posibles a corto plazo y no hay voluntad real de afrontar la complejidad que implica.
Lo que sí habrá, por desgracia, es más bombas de humo, más confusión y más barullo: ese revoltijo municipal tan característico de un equipo de gobierno que confunde propaganda con gestión, y titulares con soluciones.
En definitiva, todo este repentino interés por la futura estación no revela avance alguno, sino la urgencia electoral de un Partido Popular que se aproxima a marzo de 2026 sin un solo logro real que exhibir. Y así, lo que debería ser una actuación seria y planificada, se transforma en un mero ejercicio de ilusionismo político.
Porque mientras no aparezcan ni los terrenos, ni el proyecto, ni la financiación, ni los acuerdos imprescindibles para hacerlo viable, lo único verdaderamente consolidado en Segovia, será el barullo del Alcalde Mazarías.















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